Periféricos y consumibles

Reyes Magos y libros / Mònica Serra
Pidan a los Reyes Magos que nos traigan libros que agoten la paciencia. Libros que inspiren al olvido. Libros que anulen los elogios. Libros que inoculen veneno en cada línea. Libros que aumenten el deseo. Y libros que documenten todas las hecatombes. Libros que amenacen con leernos. Libros que devoren la saliva. Que nos traigan libros absurdos, cadavéricos, sarnosos. Y libros cuyas páginas se agiten como alas de mariposa y provoquen un terremoto a miles de kilómetros. Libros que se abran como quistes, con pus elegantemente recogido en gasas hidrófilas esterilizadas. Libros anodinos y esbeltos, a dieta de pasión. Y libros feroces y salvajes como los lobos y los detectives. Libros lisos y rizados y libros con el pelo cortado a lo 'garçon'. Que nos traigan libros con cicatrices, con costras en las rodillas y en los codos. Y libros fraudulentos, débiles, ridículos vehículos para un rally. Libros deseados y deseantes, carnosos, violentos. Libros isotónicos.
Pidan a los Reyes Magos que nos traigan libros como púas de erizo, de guitarra. Libros imperfectos e imperceptibles. Libros auténticos y de Aute. Y libros arbóreos, rizomáticos, radicantes, líquidos, nómadas. Libros ornitorrincos y ausentes. Libros idiotas y listos como un zorro. Libros que se muestren nihilistas, transparentes, fronterizos. Y libros fragmentarios, sin género, desparasitados y mutantes. Que nos traigan ciberlibros, libros con grietas, libros fracturados, libros con esguinces de grado tres, con elongaciones musculares, con roturas de ligamentos. Libros que sean estrategias, aventuras, sustancias ilegales, suburbios, distopías. Libros escarpados, montañosos, llanos en llamas. Cadavéricos libros. Libros como rotondas sin salida, simultáneos, anacrónicos. Que nos traigan libros insípidos e indóciles, para leer en el tranvía y en el metro. Libros para las cercanías y para el largo recorrido. Y para la alta velocidad.
Pidan a los Reyes Magos que nos traigan libros que transmitan enfermedades, que aceleren el contagio. Libros pandémicos y celestes. Libros que provoquen una elegante desescalada, que dobleguen la curva, que enamoren a la chica de la curva. Que nos traigan libros como vacunas también, como panes blancos, como panaceas. Libros erráticos, libros con erratas, libros para un rato, libros para las habitaciones de hotel, libros incisivos, molares, caninos, desprejuiciados. Libros híbridos y con asuntos exteriores. Libros como arquitectura, libros como decoración de interiores. Graves e ingrávidos como pompis, sí, pompis, de jabón. Que nos traigan los Reyes Magos libros periféricos y consumibles. Y que los libros nos consuman.
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