Crítica de cine

'Wonder Woman 1984': la ética del superpoder

Esta nueva entrega de las aventuras de la Mujer Maravilla apela a un sentido comedido de la aventura fantástica y se viste con los ropajes de la comedia

Estrenos de la semana. Tráiler de "WONDER WOMAN 1984"

 Estrenos de la semana. Tráiler de "WONDER WOMAN 1984" /

Quim Casas

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Cuarta aparición de la Mujer Maravilla bajo los rasgos de la actriz israelí Gal Gadot –tras ‘Batman v. Superman: El amanecer de la justicia’, ‘Wonder Woman’ y ‘Liga de la Justicia’–, ‘Wonder Woman 1984’ nos sitúa en aquella década para volverse a centrar en conflictos heroicos, éticos y amorosos, no tan distintos a los del adolescente Peter Parker/Spiderman cuando le dicen por activa y por pasiva que un gran poder conlleva una gran responsabilidad.

Esto le pasa a Diana, enfrentada ahora a un villano megalómano (el ‘mandaloriano’ Pedro Pascal, aquí enseñando el rostro) y a una chica tímida y agradable que, gracias a una extraña piedra, adquiere poderes devastadores.

La película, larga pero agradable pese a los excesos del villano en su desmedida ambición que arrastra el mundo al caos total, no es luminosa ni oscura, los dos polos en los que acostumbran a moverse los filmes de superhéroes tanto de DC como de Marvel. Por el contrario, apela a un sentido comedido de la aventura fantástica y se viste con los ropajes de la comedia cuando Steve, el gran amor de la protagonista, regresa al mundo de los vivos y no entiende nada de las vestimentas, música, bailes y estética de los horteras años 80.