COMPARACIÓN

Maradona solo es comparable a Elvis

Las vidas de las dos grandes deidades profanas de la cultura de masas tienen numerosos paralelismos

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Ramón Vendrell

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Diego Armando Maradona (1960-2020) solo tiene un par en el mundo del espectáculo, al que sin discusión pertenece el fútbol de élite: Elvis Aaron Presley (1935-1977). Las trayectorias del futbolista y el cantante tienen numerosos paralelismos y no es el menor de ellos el fervor casi religioso que despiertan entre sus devotos, siempre dispuestos a pasar por alto episodios lamentables. La capacidad de perdón de sus feligreses es infinita. Comparemos estas vidas de deidades profanas.

Orígenes pobres

Elvis nació en Tupelo, estado de Misisipí, hijo de una pareja blanca tan pobre que vivía en un vecindario de negros. Lo cual sirvió a ese niño 'hillbilly' humillado en la escuela por su rusticidad para impregnarse de negritud. Maradona fue el quinto de los ocho hijos de un matrimonio igualmente pobre afincado en Villa Fiorito, ciudad (solo a partir de 1995) del extrarradio bonaerense entonces con más tierra que asfalto. Lo cual le sirvió para desarrollar un control del balón a prueba de terrenos de juego con una plaga de topos. No solo tenían ambos un don y carisma (incluso en su acepción religiosa) para parar un tren, sino que estos se vieron reforzados por la experiencia de la pobreza, de tal manera que ningún rico podría hacerles sombra por mucho don y carisma que tuviera. Los triunfos de Elvis y Maradona fueron triunfos de los pobres en la eterna lucha de clases que es la vida.

Carreras irregulares

En términos numéricos, Elvis se merienda a Maradona. El cantante consiguió 18 números uno en las listas de éxitos estadounidenses y 21 en las británicas. Mientras que el futbolista, lo que se dice números uno, solo consiguió uno: el  Mundial de 1986. Pero que número uno, 'ladies and gentlemen'. Tampoco es desdeñanble que conquistara dos ligas y una Copa de la UEFA con un equipo como el Nápoles, un cero a la izquierda hasta entonces. Uno y otro desperdiciaron talento a espuertas. En cualquier caso lo importante aquí es la calidad de sus victorias.

Elvis fue alfa y omega de la trayectoria que puede seguir un ídolo: despegue supersónico desde la miseria gracias al don y el carisma citados, traición al rock and roll con el circo de su ingreso en el Ejército, traición a su talento con casi una década a la bartola haciendo películas que en el mejor de los casos ni fu ni fa, resurreción apoteósica con el disco 'From Elvis in Memphis' (1969), nueva siesta creativa en Las Vegas (si bien con 'shows' tremendos) y muerte patética. Maradona, por su parte, fue todavía más manirroto con su talento y en su larguísima decadencia solo ofreció 'shows' lamentables.

Pero a lo que íbamos: la calidad de sus victorias. Elvis propulsó planetariamente el rock and roll y Maradona aplastó a Inglaterra cuatro años después de la guerra de las Malvinas, con una fe de loco, un gol divino y una trampa con amparo divino.

Camarillas chungas

Tanto Elvis como Maradona contaron con representantes y camarillas que les aislaron del mundo (la recompensa estaba bien). En el primer caso fueron el 'Coronel' Tom Parker (que de coronel tenía lo mismo que de alpinista) y la Memphis Mafia (una panda de gorrones que creaban un divertido y machote entorno allí donde estuviera). En el segundo caso fueron Jorge Cytespiller y Guillermo Coppola, así como otra panda quizá más numerosa de gorrones sin nombre que hacía que todo quedara en casa.

Drogas

Elvis comenzó a consumir anfetaminas en los inicios de su carrera musical: eran una droga muuuuy habitual entre los músicos de country y rock and roll, cuyas giras motorizadas eran demenciales. Después vinieron los barbitúricos, para conciliar el sueño. Según la autopsia del Baptist Memorial Hospital de Memphis, en el estómago de su cadáver se hallaron restos de codeína, morfina, Quaaludes, Valium, Valmid, Placidyl, Amytal, Nembutal, Demerol y Sinutab (consulten un vademécum si quieren detalles). Maradona probó por primera vez la cocaína en Barcelona y en Nápoles, bajo el ala de capos mafiosos y protegido por su cuadrilla, se aficionó más de la cuenta al polvo del blablablá y la ilusión de omnipotencia. Del mismo modo que lo que pasaba con Elvis en Las Vegas se quedaba en Las Vegas, lo que pasaba con Maradona en Nápoles se quedaba en Nápoles.

Adoración

En 1978 y 1979 fueron unos cientos las personas que acudieron a Graceland, la mansión (tampoco se crean) de Elvis en Memphis y desde su muerte su santuario, a hacer una vigilia con velas en el aniversario de su fallecimiento. Ahora, más de 40 años después del deceso, son decenas de miles. 'The New York Times Magazine', el suplemento dominical de 'The New York Times', fue el primer medio poderoso que se tomó en serio el factor metafísico del culto a Elvis, en 1995. 'Elvis, sanador', ponía en el titular de portada. Y en el subtítulo: 'Tuvo fans. Ahora tiene seguidores. Lo que fue solo rock and roll es ahora una fe redentora'.  

Más allá de lo folclóricas que puedan resultar para los listos, las capillitas, hornacinas, pintadas y murales maradonianos que pueblan calles y bares de Nápoles y Buenos Aires son conmovedoras expresiones de devoción popular. 

Tercera vida

Algunos elvisólogos hablan del tercer Elvis: es el Elvis que nació con la muerte de Elvis, tras las etapas de gloria y ocaso. En efecto, es el Elvis del disparate: avistamientos, teorías de la conspiración, imitadores... Pero también es el Elvis inmortal fruto del amor popular. Está por ver, pero pinta que también habrá un tercer Maradona.

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