CRÍTICA DE CINE
'Lux aeterna': la fascinación del caos
Gaspar Noé muestra el rodaje de una película moderna sobre las brujas realizado por Béatrice Dalle e interpretado por Charlotte Gainsbourg para retratar sin miramientos la industria del cine
Quim Casas
Periodista y crítico de cine
Profesor de Comunicación Audiovisual en Universidad Pompeu Fabra y docente en ESCAC, FX, Cátedra de Cine de Valladolid y Museu del Cinema de Girona. Autor de diversos libros sobre David Lynch, David Cronenberg, Jim Jarmusch, Fritz Lang, John Ford y Clint Eastwood. Miembro del Comité de Selección del Festival de Cine de San Sebastián.
QUIM CASAS
Gaspar Noé es un provocador. Pero esas provocaciones, más lúcidas de lo que parece, sobre las drogas, el sexo, la violencia o la extrema derecha, siempre han venido acompañadas de arriesgadas propuestas formales: la narrativa al revés de 'Irreversible' sería el mayor ejemplo.
'Lux aeterna' sigue en la misma línea. Su forma de presentar las interioridades de un rodaje no puede sorprendernos: todo rodaje de un filme del propio Noé debe ser un auténtico caos -aunque organizado-, y lo que hace el director franco-argentino es reflejarlo. El pretexto es la filmación de una película moderna sobre las brujas que realiza la actriz Béatrice Dalle e interpreta Charlotte Gainsbourg.
La cámara se dispara como es habitual en el cine de Noé, siguiendo a la angustiada Gainsbourg por las dependencias del plató o mostrando las agrias discusiones que Dalle mantiene con su director de fotografía. Lo hace en formato cuadrado o con pantallas partidas y, en un momento concreto, ensanchando la pantalla hasta un panorámico mayestático mientras el sonido se convierte en un zumbido agudo y la luz estroboscópica campa a sus anchas durante 10 minutos, nada recomendables para espectadores con episodios epilépticos.
Cuando divide la pantalla en dos, Noé muestra en una de las ventanas a un individuo que documenta con su cámara el rodaje, y en la otra lo que esa cámara filma. Las dos pantallas establecen así un diálogo permanente. El desafío estroboscópico no es gratuito: mediante él se llega a una especie de ascesis en la arrolladora parte final del filme.
Tampoco las citas de Carl Dreyer, Jean-Luc Godard, R. W. Fassbinder y Luis Buñuel son simples 'boutades' cinéfilas. Cada una, bien utilizada y empleada en el momento justo, ayuda a definir la posición de Noé ante una industria del cine contemplada sin miramientos.
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