CRÍTICA DE CINE

'Lux aeterna': la fascinación del caos

Gaspar Noé muestra el rodaje de una película moderna sobre las brujas realizado por Béatrice Dalle e interpretado por Charlotte Gainsbourg para retratar sin miramientos la industria del cine

Estrenos de la semana. Tráiler de 'Lux aeterna'

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QUIM CASAS

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Gaspar Noé es un provocador. Pero esas provocaciones, más lúcidas de lo que parece, sobre las drogas, el sexo, la violencia o la extrema derecha, siempre han venido acompañadas de arriesgadas propuestas formales: la narrativa al revés de 'Irreversible' sería el mayor ejemplo.

'Lux aeterna' sigue en la misma línea. Su forma de presentar las interioridades de un rodaje no puede sorprendernos: todo rodaje de un filme del propio Noé debe ser un auténtico caos -aunque organizado-, y lo que hace el director franco-argentino es reflejarlo. El pretexto es la filmación de una película moderna sobre las brujas que realiza la actriz Béatrice Dalle e interpreta Charlotte Gainsbourg.

La cámara se dispara como es habitual en el cine de Noé, siguiendo a la angustiada Gainsbourg por las dependencias del plató o mostrando las agrias discusiones que Dalle mantiene con su director de fotografía. Lo hace en formato cuadrado o con pantallas partidas y, en un momento concreto, ensanchando la pantalla hasta un panorámico mayestático mientras el sonido se convierte en un zumbido agudo y la luz estroboscópica campa a sus anchas durante 10 minutos, nada recomendables para espectadores con episodios epilépticos.

Cuando divide la pantalla en dos, Noé muestra en una de las ventanas a un individuo que documenta con su cámara el rodaje, y en la otra lo que esa cámara filma. Las dos pantallas establecen así un diálogo permanente. El desafío estroboscópico no es gratuito: mediante él se llega a una especie de ascesis en la arrolladora parte final del filme.

Tampoco las citas de Carl Dreyer, Jean-Luc Godard, R. W. Fassbinder y Luis Buñuel son simples 'boutades' cinéfilas. Cada una, bien utilizada y empleada en el momento justo, ayuda a definir la posición de Noé ante una industria del cine contemplada sin miramientos.