DRAMA

Crítica de 'Los papeles de Aspern': una puntillosa transcripción

El filme cabalga entre el excesivo cuidado en la recreación estética y la soterrada tensión que anida en el texto

Quim Casas

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En la obra de Henry James, adaptado con profusión al cine y la televisión, destacan dos novelas llevadas a la pantalla desde todos los ángulos posibles, ‘Otra vuelta de tuerca’, el gran relato de fantasmas, pocas veces superado, y ‘Los papeles de Aspern’, un drama sobre la creación y la identidad cuyo protagonista masculino, un crítico literario de quien nunca se revela el nombre, se obsesiona en recuperar unos papeles secretos del escritor Jeffrey Aspern, guardados por una anciana, hace años su musa y amante, en el palacio veneciano en el que vive. 

El texto reúne los ingredientes más característicos de la prosa de James y sus universos ambivalentes. La novela, adaptada antes por Eduardo de Gregorio en 1982 (‘Aspern’), Jordi Cadena en 1991 (‘Els papers d’Aspern’) y Mariona Hellmund en el 2010 (‘The Aspern papers’), encuentra en esta nueva versión británica una transcripción puntillosa, una caligrafía completamente fiel al original. Pero el filme cabalga entre el excesivo cuidado en la recreación estética y la soterrada tensión que anida en el texto. La potencia emocional de los deseos callados y nunca consumados, esencial en el relato, no llega a expresarse en toda su magnitud en las imágenes.