CON FOTOS DEL 2019

Pangolín, cambio climático y protestas globales, la bola de cristal del World Press Photo

Anna Abella

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

2019: Un hombre se prepara para sacrificar un pangolín en un restaurante chino donde la carne su carne se vende a 376 dólares el kilo. El australiano Brent Stirton hizo un reportaje fotográfico de este mamífero antes de que fuera señalado como posible origen del coronavirus. 2019: el objetivo del barcelonés Ramon Espinosa certifica los desastres del huracán Dorian en la isla de Gran Bahama, fenómenos cada vez más devastadores a causa del cambio climático. 2019: su colega Ricard García Vilanova inmortaliza a un manifestante inconsciente en Irak, tras la brutal represión que acabó con al menos 400 muertos en una de las protestas pacíficas de jóvenes, hartos de paro y corrupción y de no tener futuro. 2019: tras la cámara del estadounidense Mark Peterson, cinco supremacistas blancos celebran el cumpleaños de Hitler en Arkansas, en abril, envalentonados por el discurso de Trump. Son algunas de las fotos ganadoras del World Press Photo, que ha resultado casi una bola de cristal de lo que nos traería el 2020, y que hasta el 20 de diciembre se expondrán en el CCCB en una muestra que vuelve a Barcelona pero que en esta edición pandémica podrá visitarse también ‘on line’, incluso con visitas comentadas digitales para grupos y escuelas. 

Las imágenes tomadas el 2019 y reconocidas por el prestigioso certamen de fotoperiodismo “ya nos avanzaron los grandes temas que nos han llevado a la situación actual y diagnosticaron los retos del mundo antes del a pandemia”, constata Sílvia Omedes, directora de la la fundación Photographic Social Vision, que organiza el concurso. Temas que, enumera, documentan la crisis climática y medioambiental, las manifestaciones globales de odio, la desigualdad de género, la “extraña relación con la fauna salvaje” y, en especial, las protestas ciudadanas, de Hong Kong a Chile pasando por Argelia o Sudán. Es aquí, en Jartum, donde Yasuyoshi Chiba realizó la que se ha reconocido como Foto del año. En ella un joven, iluminado por móviles, recita poemas mientras el resto de manifestantes corean consignas contra la dictadura.  

El sevillano Antonio Pizarro, con la foto de dos linces, especie en peligro de extinción, se asustan ante el disparo de un cazador en Aznalcázar, es el tercer español premiado, junto a Espinosa y García Vilanova. La foto de este último es, curiosamente, la única de la exposición en la que se ve una mascarilla: la lleva el sanitario que atiende al joven desvanecido. Pero serán muchas más las que se verán en la edición del año próximo, augura el barcelonés, que, presente en la inauguración, ha querido visibilizar a “los numerosos fotoperiodistas que, sobre todo en países latinoamericanos, han muerto de covid cubriendo la pandemia”. Por ello participa en el libro ‘Pandemia’ (Blume), un proyecto solidario de 26 fotógrafos, cuyos beneficios serán para las familias de los fallecidos. No es el único trabajo solidario de García Vilanova, que también publica ahora un libro sobre los refugiados en el Mediterráneo, tema también presente en la exposición y que seguirá ahí el año próximo.  

“El fotoperiodismo ‘freelance’ está muerto”, alerta también el fotoperiodista barcelonés, que puede seguir dedicándose a esta profesión porque puede compaginarlo trabajando como cámara televisivo para una cadena francesa que paga el coste de los viajes. “Actualmente, ser fotógrafo en un lugar de conflicto cuesta entre 500 y 1.000 dólares al día y ningún ‘freelance’ se lo puede permitir. Es inviable económicamente”, señala García Vilanova. Ello provoca que cada vez más solo se desplacen fotógrafos de agencias. 

Existe otro problema añadido. La foto de Irak que le han premiado en el World Press Photo “no salió publicada en ningún medio, no se difundió”. ¿Motivo? “Es un tema que ya no interesaba –lamenta-. Como ahora, acabo de volver de Nagorno Karabaj, donde ha habido 5.000 muertos y no ha tenido ninguna repercusión en los medios porque todos estaban pendientes de las elecciones en Estados Unidos”. Por ello, señala Omedes, es importante que un certamen como el World Press Photo visibilice el trabajo de los fotoreporteros ‘freelance’ y las imágenes “de calidad que además cuentan historias” que por estas causas no llegan al público.  

En esta edición han participado 4.282 fotógrafos (un 14%, mujeres) que han enviado 73.996 imágenes; han sido premiados 44 de ellos, de 24 países distintos.