OTRA FORMA DE EXPLICAR LA HISTORIA

La segunda guerra mundial contada en sobrecogedoras ilustraciones

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Anna Abella

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El rostro carbonizado de una mujer, en primer plano, tras la lluvia de bombas incendiarias aliadas sobre la ciudad alemana de Dresde, que quedó sembrada de “cuerpos encogidos atrapados en el asfalto líquido como en un gigantesco papel matamoscas”. Los restos de mujeres chinas violadas por los japoneses en la toma de Nanjing, cuyas calles se llenaron de “cadáveres en descomposición, pasto de los perros salvajes”. Civiles entre las ruinas de Stalingrado, víctimas lanzadas a las fosas de Baby-Yar, donde en solo tres días fueron asesinados más de 30.000 judíos por los nazis o sus cámaras de gas… Son algunas de las visiones más sobrecogedoras reflejadas en las más de 2.000 ilustraciones, obra de la catalana Eugènia Anglès, que se suceden en las 540 páginas de la monumental versión en formato ensayo gráfico del referencial ‘La segunda guerra mundial’, del historiador británico Antony Beevor. “Hay imágenes que ya no podré borrar. Nunca me hubiera imaginado que necesitaría pañuelos además del material de dibujo para trabajar. Ha habido momentos muy duros”, confiesa la ilustradora y diseñadora, sobre un volumen nacido del empeño de Gonzalo Pontón, fundador de Pasado & Presente y bregado editor y amigo personal de Beevor, quien encantado con el proyecto supervisó el proceso. 

Un libro, resultado de dos años de trabajo, que Anglès concibió con dibujos en un “negro profundo de carboncillo sobre fondo sepia” porque, explica, es una combinación que “transmite algo de piel, una calidez, que ayuda a hablar de lo humano del desastre, como explica el ensayo de Beevor”. 

Del propio Pontón es la adaptación de las 1.200 páginas del original a esta versión abreviada y los textos que abren y cierran cada capítulo. “La historia la cuentan los que la ganan y suelen preocuparse poco de la gente. Aquí murieron tantos miles y miles de personas que era importante ponerles cara y revelar que todos somos seres humanos. Mostrar cómo las decisiones de hombres poderosos llevaron a tantos millones a la guerra”, explica quien tras 40 años editando libros buscaba “una fórmula para que los jóvenes, pero también aquellos adultos a quienes da pereza coger un ensayo de muchas páginas, se acercaran a la lectura de la historia por un canal más cómodo, como es el de la ilustración”.

“A veces escuchas a autores de novelas históricas que te dicen lo bien que lo han pasado escribiéndolas, y es porque muchas historias reales son más atractivas que la ficción. Por eso es bueno que la gente joven tenga acceso a las obras más importantes de nuestro tiempo y que pueden entender el mundo en que vivimos a través de la historia que cuentan”, valora Pontón. 

El editor ha sintetizado las partes del libro de Beevor que mejor explican el conjunto de la segunda guerra mundial dejando de lado, por ejemplo, las detalladísimas descripciones de armamento o técnicas militares que son la debilidad del historiador, antiguo oficial de caballería del 11º regimiento de Húsares británico. “Están las batallas, claro, pero también los miedos de las grandes potencias, la angustia de los ingleses cuando los alemanes llegaron a París y pensaron que los siguientes serían ellos… Me ha interesado priorizar las partes donde la gente normal lo pasó peor. Aún hoy es inimaginable lo que se vivió en Stalingrado -continúa Pontón-. Está la guerra en sí misma pero también el hambre, las enfermedades, los abusos sexuales de los soldados… todos esos crímenes, porque, como dice el propio Beevor, en la segunda guerra mundial es donde se vio lo peor pero también lo mejor de la especie: desde la peor crueldad a las mejores cualidades humanas. Es importante que los jóvenes no vean solo el desastre de la guerra”. 

Revisado por un detallista Beevor

Antes de enrolarse en este frente monocromo del conflicto bélico, Anglès, formada en la Escola Eina y la Llotja de Barcelona, acababa de terminar una colorida antología de cuentos infantiles. Trabajó sobre la versión resumida del libro basándose en ingente documentación gráfica contrastada, sobre todo en fotografías reales. Y para asegurar todo el rigor contó con la revisión de un minucioso Beevor, que llegó a corregir detalles como la excesiva redondez de un casco alemán o las medidas de un tanque. La ilustradora salpica la obra de retratos –de políticos o militares famosos a soldados y civiles anónimos-. “Retratar es un regalo: detenerse en las facciones y las marcas que hacen cada rostro un mundo... Aunque si el tema es un general nazi, cuesta un poco más trabajar a gusto”, asume. 

Los tanques de los españoles de la Nueve liberando París de los nazis, el desembarco de Normandía, el gueto de Varsovia, la liberación de Auschwitz o Treblinka… todo está ahí, pero Pontón recuerda que la segunda guerra mundial no solo se concentró en Europa y recomienda en especial la menos estudiada guerra del Pacífico. “India, China, Nueva Zelanda, la batalla de Okinawa, el ataque a Pearl Harbour, las bombas atómicas o las salvajadas que los japoneses hicieron en Nanjín".

'La guerra civil', el próximo

Si los libros de Beevor, autor de entre otros, ‘Stalingrado’, ‘Berlín: la caída’, ‘El Día D’, ‘La batalla de Normandía’, 'Ardenas 1944' 'La batalla por los puentes', son traducidos a más de 30 lenguas, cuenta ya Pontón con el más que seguro interés de editoriales extranjeras en la compra de esta historia gráfica, potente apuesta cara a la campaña de Navidad, y más aún en días de semiconfinamiento, que tendrá continuidad: al editor de Pasado & Presente no le cabe duda, admite, sobre cuál será la próxima obra del británico en ser contada en este formato: la no menos monumental ‘La guerra civil española’.

Historia a carboncillo y en cómic 

Otros autores han experimentado con el formato gráfico para acercar al lector la historia del siglo XX. Destacan tres proyectos:

<strong>'DEPORTADO 4443'</strong> Con un similar uso del carboncillo que el del libro de Beevor, este volumen publicado en Ediciones B en el 2017, el dibujante Ioannes Ensis mostraba el horror que vivieron los republicanos españoles en los campos nazis y que el periodista Carlos Hernández documentó dos años antes en 'Los últimos españoles de Mauthausen'. Lo hizo a través de los tuits del perfil @deportado4443, que el reportero sigue alimentando con la voz de su tío, superviviente del Holocausto y fallecido en 1992.

<strong>'LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA'. </strong>El ensayo del hispanista Paul Preston fue trasladado al formato cómic en el 2016 de la mano del dibujante José Pablo García, que usó un bitono en marrones anaranjados. Un año después, el mismo artista llevó a la viñeta otro título del historiador británico, 'La muerte de Guernica', sobre el bombardeo fascista sobre la ciudad durante la guerra civil. Ambos en Debate.

'<strong>MANIFIESTO INCIERTO'. </strong>El autor francés Frédérik Pajak también usó el carboncillo en su tetralogía sobre la que planea continuamente la figura del intelectual judío Walter Benjamin, que en su huida de Alemania prefirió suicidarse en Portbou, antes que caer en manos de los nazis y ser deportado. El propio Pajak califica de ensayo gráfico sus obras, publicadas por Errata Naturae, en las que también se inclinó por la ilustración a carboncillo.

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