LOS DISCOS DE LA SEMANA

Crítica de 'Disco' de Kylie Minogue: bailando hasta el fin del mundo

Kylie Minogue en una imagen promocional

Kylie Minogue en una imagen promocional / periodico

Jordi Bianciotto / Juan Manuel Freire / Roger Roca / Ignasi Fortuny

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Hace 20 años que ‘Light years’ resituó a Kylie Minogue como ángel exterminador de la discoteca, tras aquel período noventero de búsquedas y tentativas (la ‘indie’-Kylie que se arrimó a Nick Cave y a Manic Street Preachers), jugada que remató ‘Fever’ (2001) con el ‘la, la, la’ más invasivo desde Massiel (el de ‘Can’t get you out of my head’). En momentos de duda, la australiana ha acudido a la pista de baile para salvarse, y es así como en su nuevo álbum, ‘Disco’, regresa a territorio seguro (tras los devaneos country de ‘Golden’), redoblando la apuesta, desafiando la sensatez y arrastrándonos hacia la bola de espejos en tiempo de pandemia.

‘Disco’ bien puede envolvernos en la nostalgia por un tiempo perdido (o aplazado), el del roce de los cuerpos en las madrugadas eternas, pero es sobre todo el recordatorio de que no debemos renunciar a aquello que nos hace sentir vivos. La celebración tribal y la desinhibición volverán, y mientras, Kylie nos invita a una fiesta mental dándolo todo e invocando sin rodeos la era dorada de la ‘disco music’. Álbum que no da tregua, sin desvíos ni baladas, que transmite sensualidad y sentido de la diversión desde la primera pieza (una de las mejores del paquete), ‘Magic’, que nos invita a creer en el embrujo del flirteo para perder el mundo de vista: “bailando juntos / nada podría ser mejor / el mañana no importa”.

Aquella ‘disco music’

El álbum avanza deleitándonos con las pistas ‘retro-funky’ que tiempo atrás Daft Punk llevó al siglo XXI (‘Miss a thing’, con sus bajos libidinosos y su voz en falsete), sumergiéndonos en la nocturnidad del club (‘Real groove’) y deslizando un coro a lo Earth, Wind & Fire con guitarras mediterráneas (‘Monday blues’). Mirando hacia atrás, pero con los pies en el presente, Kylie no tiene manías en lanzar un guiño a Giorgio Moroder en ‘Supernova’ (con voz robótica y vía directa con ‘Automatic lover’, el éxito de 1978 de Dee D. Jackson; jugada redimida por un punzante estribillo) al tiempo que se desmarca del ‘revival’ en ese ‘Say something’ de trazo esbelto. Pieza esta en que comparte rúbrica con Richard ‘Biff’ Stannard, el coautor de antiguos hitos como ‘In your eyes’ o ‘Love at first sight’.

El festín sigue y te enreda en las juguetonas ‘Last chance’ y ‘Where does the dj go?’, hasta despedirse dejando un eco de melancolía en ‘Celebrate you’, aferrándose aquí a lo que Boris Vian describió como “el amor que hace bum” (“la noche aún es joven / todavía no ha terminado / Búscame fuera / conoces la dirección”) y apurando la vida hasta las puertas del alba. Kylie es como ese amigo para el que la noche nunca tiene final, enamorado del amor y yonqui de la excitación, y ‘Disco’, un álbum que sus fans de siempre podrán festejar con placer (y los más jóvenes, disfrutarlo tanto como el último de Dua Lipa). - Jordi Bianciotto

OTROS DISCOS DE LA SEMANA

Tras su desestabilizadora banda sonora para 'Diamantes en bruto', el geniecillo Daniel Lopatin regresa con su disco, seguramente, más accesible y amable hasta la fecha: una colección de piezas con el estilo de producción marciano que se puede esperar, pero cercanas en bastantes casos al formato canción, y con inyecciones de melaza vocal a cargo de The Weeknd o Caroline Polachek (ex Chairlift). Incluso cuando abraza la plena abstracción, Lopatin, esta vez, abraza más que aliena. - Juan Manuel Freire

Los habrá tocado centenares de veces, pero por increíble que resulte, hasta ahora Jorge Pardo no había grabado un disco de estándares de jazz. En esta sesión a dúo con el pianista Gil Goldstein, íntima y cálida, están todos los tótems: Porter, Gershwin, Ellington… En el bufido de su flauta suenan todas las músicas que Pardo ha trenzado durante décadas: el flamenco, el jazz, los colores orientales, el folklore. Y quizás sea cosa del repertorio o del formato, pero más que nunca, esa mezcla aquí ya no es mezcla, sino pura identidad, voz. Maravilla. - Roger Roca

El estadounidense ha publicado un álbum que es una amplia alfombra roja por la que desfilan estrellas del rap y más allá (Kanye West, Anderson Paak, Post Malone, Future...). Un trabajo ambicioso, de 25 canciones, que se hace ameno con una colección de temas exuberantes. Además, está diseñado para escuchar de arriba a abajo pues una de sus virtudes son las transiciones entre piezas. Así encajan aún mejor canciones reposadas, que permiten lucir su voz melódica. Un tipo con visión para acertar cuándo y con quién se debe juntar para sumar siempre. - Ignasi Fortuny

Tras la ceremonia pagana de ‘La catedral sumergida’, con sus cuerdas y sus espacios oníricos, el valenciano se decanta por canciones más manejables en un álbum que describe todo un espectro de estados anímicos. Montero convierte sus sensaciones en torno a la agenda sociopolítica en belleza lírica con fondo pop, cruzando climas enrarecidos (‘Todo es cíclico’) y estampas iluminadas (‘Le soleil’, con la voz de Laetitia Sadier, de Stereolab) en una obra en la que se crece como trovador aventurero. - J. B.

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