FESTIVAL DE SEVILLA

Christian Petzold: "Dejar que los cines desaparezcan es destruir la sociedad"

El director alemán, uno de los grandes nombres del cine europeo actual, inaugura el Festival de Sevilla con 'Ondina'

El director alemán Christian Petzold

El director alemán Christian Petzold

Nando Salvà

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El Festival de Sevilla no se deja intimidar por el coronavirus. Aunque rediseñada de acuerdo con las tiránicas condiciones impuestas por la pandemia, su 17ª edición abre este viernes las puertas de la mano de uno de los grandes nombres del cine europeo actual, Christian Petzold. En su noveno largometraje, ‘Ondina’, el alemán echa mano de uno de los grandes mitos germánicos -el de la ninfa que se enamora de un caballero y que, tras ser traicionada, lo castiga con la muerte- para narrar una historia de amor hecha de sensualidad, suspense, ternura y humor surreal. La película llega (o debería hacerlo) a los cines el 20 de noviembre.

Sus películas más recientes -títulos como ‘Bárbara’ (2012), ‘Phoenix’ (2014) y ‘En tránsito’ (2018)- usaban el romance como vehículo de un subtexto político. ’Ondina’, en cambio, se basa en un cuento de hadas. ¿Necesitaba un cambio de tercio? 

Ninguna película es apolítica, ni siquiera las que, como esta, evocan espíritus míticos. Sus personajes viven en un mundo desencantado por el capitalismo, en el que los sentimientos se han convertido en mercancías. Además, mis películas siempre tratan de sistemas coercitivos de los que los personajes intentan salvarse con la ayuda del amor, y esa precisamente es la encrucijada en la que se encuentra la heroína de ‘Ondina’.

¿A qué se refiere?

En mi relectura de la leyenda, Ondina es un personaje de cuento de hadas que ha cumplido su deseo de convertirse en una persona; ya es humana, y quiere seguir siéndolo. A diferencia de lo que sucede en el relato original, no necesita vengarse, no quiere matar al marido que le es infiel. Quiere amar, y para eso trata de resistirse a la maldición que pesa sobre ella: pertenecer al mundo mítico.

La mayoría de los seres míticos acuáticos son mujeres. ¿Es porque son fantasías masculinas?

Sí, sus historias fueron escritas por hombres. Hasta ahora, de hecho, la de Ondina siempre fue contada desde una perspectiva masculina. Pero yo tengo tendencia a adoptar la perspectiva femenina, no sé por qué. Quizá el motivo sea el mismo por el que siempre he rechazado las asociaciones de hombres; simplemente, creo que las mujeres lo hacen casi todo mejor que nosotros. Cuando a Claude Chabrol le preguntaban por qué casi siempre hacía películas de mujeres, él respondía: "los hombres viven; las mujeres sobreviven". Y eso sigue siendo cierto incluso hoy. Eso las hace más interesantes.

Además de actualizar el mito, la película lleva a cabo un repaso de la historia urbanística de Berlín. ¿Cómo conectan lo uno con lo otro?

En su evolución, Berlín fue aniquilando el espacio de lo mítico y lo mágico. De entrada, se erigió sobre una zona pantanosa drenada; y todo lo que había antes, incluidos sus mitos y leyendas, quedaron atrapados en el barro como peces agonizantes. Es una ciudad que avanza borrando su propia historia y derribando su propia identidad. Y en la actualidad es un lugar sin alma. Una ciudad necesita el tipo de zonas que la gente tiene miedo de cruzar por la noche, y espacios sin urbanizar o en ruinas; es en esos lugares donde se albergan los secretos y surge la magia. Todo eso está desapareciendo de Berlín. 

También los cines...

Sí, también los cines. No me considero un nostálgico, pero no me alegra el avance del ‘streaming’. Esas plataformas, igual que en su día la televisión, usan el cine y luego lo dejan tirado. Las salas de cine son lugares donde uno se sorprende: En ellas, además, uno está a la vez solo y en compañía, y esa es una de las situaciones más extrañas y hermosas que existen. Los cines forman tanta parte de la vida de una ciudad como los parques, los mercados, los bares y los restaurantes. Permitir que algo así desaparezca supone destruir la sociedad.

Suscríbete para seguir leyendo