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Crítica de 'In my room': lo bueno del apocalipsis

Ulrich Köhler hace una aproximación serena al arquetipo del último hombre vivo

Estrenos de la semana. Tráiler de 'In my room'

Estrenos de la semana. Tráiler de 'In my room'. / periodico

Nando Salvá

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La cuarta película del alemán Ulrich Köhler es una relectura del arquetipo del último hombre vivo, aunque una que ningunea los desafíos de la supervivencia en pos de un enfoque más sereno. Tras descubrir que el planeta está de repente desierto, de hecho, su protagonista solo necesita unos pequeños ajustes físicos y emocionales antes de olvidar su triste vida pasada y disfrutar de su nueva situación, y en el proceso parece funcionar a modo de crítica de las estructuras sociales capitalistas que nos gobiernan. Al menos, eso sí, hasta que Köhler introduce a otro superviviente en el relato, y entonces el relato adopta maneras de drama conyugal para sugerir que, aunque el ser humano puede cambiar de actitud en circunstancias extremas, en lo fundamental la gente nunca cambia.

En todo momento, ‘In My Room’ ofrece un estudio de personaje elegante y austero, sitúandose a una cercanía prudencial respecto al héroe y dejando que se dé a conocer más a través del entorno que de los diálogos. El retrato es tan sutil que algunos espectadores quizá echen de menos una exploración psicológica más evidente, aunque eso no les impedirá reconocer su nitidez, su seco sentido del humor y su profunda humanidad.