GALARDÓN LITERARIO

Luisgé Martín gana el Premio Herralde con una novela sobre sexualidad extrema

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Elena Hevia

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Por primera vez en sus 38 convocatorias, el Premio Herralde de Novela no tendrá fiesta de celebración, uno de los rituales inexcusables de la temporada literaria. Así que el trofeo del galardón concedido este martes a Luisgé Martín ha tenido que darse en la rueda de prensa de presentación de manos de la editora Silvia Sesé y el escritor Juan Pablo Villalobos, uno de los miembros del jurado. Para acentuar la extrañeza, el finalista, el argentino Federico Falco, con su novela ‘Los llanos’, tuvo que contentarse con una presencia virtual por videoconferencia, desde su domicilio en Buenos Aires.

Las ‘Cien noches’ de Martín son de todo menos aburridas. El autor plantea su novela como una investigación entre científica y detectivesca -hay además un crimen a investigar- impulsada por una gran duda existencial: ¿es posible la fidelidad?: "Tuve la idea al leer un artículo sobre un estudio que concluía que el 55% de los hombres y el 45% de las mujeres declaraban haber sido infieles a su pareja. Como es casi imposible confirmar ese porcentaje, se me ocurrió crear a una detective para mi ficción que lo hiciera". Irene es solo el personaje dedicado a verificar esas estadísticas sino que tiene a su vez distintas experiencias de sexo extremo, aunque la intensidad que le ofrece el autor "no es pornográfica y lo extremo viene dado por la actitud de la protagonista". Así que los lectores no esperen la incomodidad de ‘La mujer de sombra’, una de sus novelas más celebradas pero también más duras, y tampoco el marchamo homosexual que suele estar en la mayoría de sus trabajos. Esta novela es la primera, pues, en la que aborda la libido desatada y las mentiras para expresar el deseo, marcas habituales de su literatura, desde una perspectiva exclusivamente heterosexual.       

Moralista perverso

Sonríe Martín frente la definición que Villalobos da de él como “moralista perverso” al estilo de novelas del XVIII como ‘Las amistades peligrosas. “A veces desde la derecha se suele asociar las relaciones sexuales que ellos llaman ‘desviadas’ con la animalidad, cuando lo más bestial que existe es la postura del misionero. En cambio, variantes como el sadomasoquismo o la homosexualidad tienen un componente de mundanidad y sofisticación mayor, son manifestaciones culturalmente más refinadas”.

"No he querido caer en los tópicos de la sexualidad heterosexual u homosexual masculina"

Luisgé Martín 

¿Hay que añadir que el libro es un alegato a favor de la promiscuidad? Y para que esta no sea estrictamente cultural el autor se ha valido de la ayuda de algunos de sus amigos escritores, como Edurne Portela, Manuel Vilas, Lara Moreno, Sergio del Molino y José Ovejero que han escrito sendos informes, los que aparecen en esta novela que da cabida a muchas historias, reforzando así la idea de la promiscuidad literaria. Otra vuelta de tuerca en este sentido es la voz narrativa: por primera vez Martín se ha metido en la piel de una mujer. “Lo he hecho para no caer en los tópicos de la sexualidad masculina, heterosexual u homosexual, y para ofrecer otra mirada al eterno debate sobre las sexualidades de mujeres y de hombres”.

"Quería retratar la simplicidad de la Pampa, como un lugar sin historia"

Federico Falco 

Despojada y esencial

Frente a la abundancia del ganador, la propuesta del finalista resulta del todo despojada y esencial. 'Los llanos' es una novela que tiene una lectura en clave pandémica aunque fue escrita mucho antes de que todo esto se desatara. Es la historia de un escritor que después de haber sido abandonado por su novio intenta recuperar el equilibrio perdido en el campo cordobés (de Argentina) de donde es originario Federico Falco (General Cabrera, 1977). “El paisaje de la Pampa es una línea horizontal y no hay mucho más que eso, pero esa simplicidad me permitía un esfuerzo para intentar trasmitir cómo es un lugar sin historia”. Sin historia y sin tiempo: “En muchas películas vemos a los escritores estancados frente a la página en blanco en un largo proceso y luego de pronto, están  dándole a la tecla y unos pocos segundos después ya vemos el libro impreso”. Falco se propone escribir sobre todo lo que habitualmente no se cuenta, las elipsis, esos tiempos muertos que normalmente expulsa la narrativa y que se concentran en la pregunta ¿cómo hacer para contar el paso del tiempo?