HASTA EL 28 DE FEBRERO

La recámara desconocida de Foto Colectania

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Anna Abella

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Almería, 1960. Blanco y negro. Una gitana da el pecho en la calle a su bebé desnudo mientras grita y levanta el brazo en dirección a quien la enfoca con su objetivo. “Cuando la mujer advirtió que me disponía a fotografiarla cruzó los dedos en un gesto ritual de maldición gitana, instantánea que capté de inmediato, siendo la única foto agresiva de mi historial”, confiesa Carlos Pérez Siquier. Más luminoso es el trasfondo de ‘Pequeño Hollywood’ (1991), la foto que Cristina García Rodero tomó en el decorado creado para ‘La muerte tenía un precio’ en el desierto almeriense de Tabernas, escenario de los wésterns de los 60 y 70. “Esperaba con toda la paciencia del mundo que unas gallinas se acercaran a una niña cuando, al fondo, vi un caballo revolcarse en la arena. Salí corriendo, me olvidé de la niña y de todo y pude fotografiar las dos últimas vueltas. El caballo era muy blanco y destacaba sobre el atardecer. Había participado en los tiroteos a la carrera y disfrutaba de su libertad”, recuerda la autora. Son dos ejemplos de aspectos desconocidos que se ocultan tras cada una del centenar de imágenes que componen la exposición ‘Basado en historias reales’, que hasta el 28 de febrero puede visitarse en Foto Colectania.

La selección “propone una nueva mirada a las instantáneas, la de los propios fotógrafos, ver qué hay tras cada imagen, su experiencia en el momento de hacer la foto, recuperar sus historias y hacerles protagonistas a ellos y a sus relatos”, explica Irene de Mendoza, comisaria de la muestra y directora artística de Foto Colectania, de cuya colección de más de 3.000 fotos, de 80 fotógrafos españoles y portugueses de 1950 hasta hoy, ha elegido las más representativas. 

Cada foto cuenta con un código QR  a través del cual, con el móvil, el visitante puede conectar con más información del autor y de sus obras en la web de Foto Colectania, que desde el confinamiento se ha remodelado y reforzado con más contenidos y actividades digitales.

Entre la sesentena de autores de la exposición, que cuenta con la colaboración de la Fundació Banc Sabadell, además de los citados, figuran Joan Fontcuberta, Chema Madoz, Ramón Masats, Pilar Aymerich, Toni Catany, Colita, Joan Colom, Alberto García-Alix, Francisco Ontañón… Solo hay un 14% de mujeres “Pero hay que tener en cuenta que en los años 50 la mayoría de fotógrafos eran hombres. Es como se ha escrito la historia de la fotografía”, considera De Mendoza, que opina que hoy la balanza se ha equilibrado. 

Astronautas frustrados

Entre ellas, Cristina de Middel, con la serie ‘Los Afronautas’ (2011), que reconstruye, con su “carga personal" y el fruto de su “imaginación”, las escenas que podrían haber documentado una “increíble pero cierta noticia” de 1964, cuando la recién independizada Zambia lanzó su primer programa espacial. “Su objetivo era mandar a 12 astronautas y 10 gatos a la Luna, superando así a los Estados Unidos y la Unión Soviética (…). Solo unos pocos optimistas apoyaron entonces la ambiciosa iniciativa de Edward Makuka, un profesor de secundaria (…) La financiación nunca llegó. Las Naciones Unidas denegaron su apoyo y uno de los astronautas, una niña de 16 años, se quedó embarazada (…) La heroica iniciativa se convirtió en un exótico episodio de la historia africana, llena de guerras, violencia, sequías y hambre”, apunta De Middel. 

Leopoldo Pomés y aquella luz

También figura el desaparecido Leopoldo Pomés, con ‘Imagen blanca’ (1959), donde aparece, de espaldas, su esposa Karin Leiz, quien relata cómo una mañana de verano la llamó “con voz de urgencia” y le dijo: “Paso a buscarte en diez minutos y nos vamos a Castelldefels. Hoy el sol está tapado por las nubes y el día tiene la luz que estoy esperando hace tiempo. ¡Trae el bañador blanco!”. “La playa estaba desierta, virgen, casi fantasmagórica –continúa ella-. El mar quieto carecía de todo protagonismo como si su única función fuera la de ejercer de difuso horizonte. Sin apenas indicaciones de Leopoldo yo iba caminando lentamente por la arena hacia el mar. La atmósfera blanquecina resultaba inquietante, como el presagio de algún suceso inesperado. De pronto resonó imperiosa la voz de Leopoldo: -¡Inclina la cabeza! Capturó el instante. La foto existía”. 

Los pies de Barceló

El visitante puede fijarse en unos pies, tan manchados de blanco como el suelo que pisan. Pertenecen al pintor Miquel Barceló, que Jean Marie del Moral retrató en el 2013. “Como sus estudios son una continua metamorfosis, cada sesión de fotos con él es una incógnita, una sorpresa. Aquel día gris de marzo, el blanco predominaba en su estudio de París. Manchas blancas en el suelo como leche corriendo. Me fijé en sus zapatos”, escribe. Le recordaron el cuadro de Van Gogh en el París de 1888 ‘Les Souliers’ (‘Un par de botas’). “Quizás sea un defecto, pero es así, muchas veces en el momento de disparar, recuerdo algún cuadro”. 

Las vidas amputadas de Gervasio Sánchez

Totalmente distinta es ‘Battambang’ (1996), imagen de la serie ‘Vidas minadas’ que Gervasio Sánchez tomó en un centro ortopédico de Camboya. “Todos son mutilados por minas antipersona. Tres civiles a la izquierda y dos militares a la derecha. Lo curioso es que se trata de un miembro del ejército camboyano y de un guerrillero del jemer rojo, ambos con patas de palo, ambos enemigos hasta unas semanas antes cuando se firmó un acuerdo de paz, ambos iguales en el dolor de la amputación. Las guerras igualan a los combatientes que son usados como carne de cañón”, apunta el fotógrafo.

Tiempo libre en la periferia

Ese mismo año tomaba Xavier Ribas fotos de la periferia de Barcelona para su serie ‘Domingos’: “Entre las autopistas y los bloques de viviendas, entre las zonas industriales, los centros comerciales y los complejos deportivos; entre los parques naturales y los parques temáticos, en los límites de toda esta urbanidad contemporánea, encontraremos unos espacios marginales donde la gente recala semanalmente para pasar su tiempo libre”. 

La Barcelona de ayer

Pero es la Barcelona de ayer la que abunda en muchas imágenes: a través de algún rostro famoso, como el de Carmen Amaya, inmortalizada por Colita en la playa del Somorrostro, en 1963 (“Habíamos conocido a una diosa”) o de la anónima colada tendida en el Carmel en 1976, fijada por Manel Armengol: “La estampa poética de la ropa al viento que nos habla de la pobreza de sus gentes –sin mostrarlas—, habitantes de un lugar alto y olvidado de la gran urbe”. 

Pandemia y menos ingresos

Foto Colectania también ha sufrido los efectos del a pandemia. El director de la fundación, Pepe Font de Mora, ha señalado que este año, al disminuir los ingresos y la financiación por el covid, han tenido que reducir el presupuesto en un 30%. Cara al futuro, comenta, sin olvidar el objetivo de ser “una plataforma de difusión de la fotografía”, quieren “dar voz a los jóvenes y apostar por temas de contenido social”. De ahí la próxima gran exposición prevista, sobre Mary Ellen Mark, que dirigió su objetivo hacia los márgenes de la sociedad.