Alfonso de Vilallonga, vibrante en la última noche

Salvado por la campana, <strong>Alfonso de Vilallonga</strong> logró consumar la presentación de ‘Hors de saison’, este jueves en el Centre Artesà Tradicionàrius (CAT), al límite del calendario y de la esfera del reloj. La música en directo en Barcelona se ha vuelto a apagar, al menos durante las próximas dos semanas, pero nos quedará el recuerdo de la ‘joie de vivre’ escenificada por este barcelonés y su selecta tropa en una sala llena y con los asientos protocolariamente distanciados.

El caballero De Vilallonga (ha adoptado la preposición, que reservaba para los créditos de sus bandas sonoras, con el fin de evitar confusiones) mimó la traslación del álbum al escenario con una súper-banda en cuyo núcleo tuvimos el piano de Marco Mezquida, la guitarra de Pau Figueres y el contrabajo de Juan Pastor. El trío desnudo le arropó en la tonada de bienvenida, ‘Je t’attends’, la canción de espera desconcertada a ritmo de swing que alumbró en los días de confinamiento domiciliario. Y él, conjurando los malos augurios con sus pantalones plateados de cabaret y su ánimo de ‘entertainer’ a la desesperada, encantado de ofrecer, “très content et heureux”, bromeó, el “dernier concert” de su "vie". Esperemos que no llegue a tanto.

La nota de al lado

Tras ‘La note d’à côté’, pieza en la que hace notar la importancia de saber ver en el error, en “la nota que tocas sin querer”, el camino verdadero, no pudo menos que aplaudir al público por haber acudido a la cita aun con tantas cosas en contra. Pero fue un placer salir de casa y dejar toda esa angustia en reposo para colarnos en su burbuja de canciones fuera de tiempo, enriquecidas por el cuarteto de cuerda, que tanto pueden sacar punta a un viejo vals como desplegar un océano de armonías ensoñadoras.

En ‘Hors de saison’, De Vilallonga se aleja de su versión más ‘music hall’ (aquellas canciones juguetonas, como ‘Toledo’, de sus tiempos con The Cabaret Rose) y se concentra en una composición más sobria, si bien apta para el giro inesperado y refrescante: el toque ranchero, que siempre ha estado ahí flotando, y que imprimió a ‘Camino del sur’, o el desenlace pegadizo de ‘Décalage’. Cancionista con recursos y ángel, consumó la sesión citando a los clásicos: Henri Salvador (‘Jardin d’hiver’) y Gilbert Bécaud (un severo ‘Et maintenant’), y él mismo, con su hito ‘Toutes les choses’, en el que se marcó un hermoso dúo con su hija Dalida, corista de la noche, que nos llevamos puesto para recordarlo en las mustias semanas que están por venir.