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Cesc Gay nos explica las anécdotas de rodaje de 'Sentimental'

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Eduardo de Vicente

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Hace ya cinco años que Cesc Gay triunfó en los premios Goya con la inolvidable Truman, protagonizada por Ricardo Darín y Javier Cámara. Desde entonces dirigió la recomendable serie Félix, con Leonardo Sbaraglia, y debutó en el teatro con Els veins de daltLos vecinos de arriba, estrenada en Madrid y que hizo gira por otras ciudades. Para su regreso a la pantalla grande, el realizador catalán ha optado por rodar una nueva adaptación cinematográfica de este texto, Sentimental, que ahora protagonizan su actor fetiche, Javier Cámara, la argentina Griselda Siciliani, Alberto San Juan y Belén Cuesta. Debido a las últimas medidas, no podrá verse por ahora en Catalunya, pero ha mantenido su estreno en otras ciudades del país.

Los dos primeros son Julio y Ana, una pareja que lleva 15 años en común en los que su relación se ha deteriorado, están en continuo enfrentamiento y él utiliza frecuentemente el sarcasmo. La gota que colma el vaso es cuando ella decide invitar a cenar a los vecinos que viven arriba, Salva y Laura, a lo que él se opone porque los considera unos “pesados” y, además, está indignado por el excesivo ruido que hacen a altas horas durante sus relaciones sexuales. Intentan anular la cita, pero ya es demasiado tarde, están en la puerta. Durante los primeros minutos, Julio hace continuas bromas irónicas sobre ellos, mucho más cuando descubre que Salva es bombero y Laura, psicóloga, y pretende recriminarles las molestias que les causan durante esas noches. Paralelamente, Ana intenta quedar bien con ellos eludiendo la cuestión. En el transcurso de la velada se irán sucediendo las sorpresas y las situaciones incómodas con inesperados resultados.

Es un filme de cámara que transcurre casi íntegramente en el piso de los protagonistas (con alguna salida al ascensor) y que basa su fuerza en un guion con réplicas afiladas y cuatro actores en estado de gracia que parecen disfrutar y divertirse con sus respectivos personajes. Su realizador y guionista, Cesc Gay, nos explica algunas anécdotas del rodaje.

-Basada en hechos reales. “La idea me surgió de una vecina. Durante muchas semanas sus gemidos excesivos y siempre fuera de hora, provocaron en mi casa la típica incomodidad, acalorados debates y muchas discusiones al respecto, incluso con mis hijos, que me preguntaban qué pasaba. Fue entonces cuando, sin darme cuenta, encontré la inspiración y empecé a fabular para escribir la comedia que tanto tiempo llevaba buscando. Sus gemidos iban a desatar en un matrimonio común un vendaval de palabras y reproches nunca antes dichos. Ahora, a mí nunca me propusieron lo que sucede en la película, jaja”.

-Del teatro al cine. “No cambié demasiado el texto, pero sí que hay algunas modificaciones. Hay momentos que funcionan muy bien en el teatro, pero en el guion le tienes que encontrar otro tono. El teatro es, posiblemente, más festivo y el cine, más realista. Corté, por ejemplo, algunas escenas y frases del personaje de Javier Cámara. Es bastante fiel al original, tampoco la escribí pensando especialmente en el teatro y, durante el rodaje, fue cogiendo forma”.

-De Els veins de dalt a Els veins de daltSentimental “La primera versión que hice de la obra la titulé Sentimental, pero más tarde la cambié por Els veins de dalt. Para la versión cinematográfica pensé en recuperarlo para darle otra entidad y creo que es un título más adecuado para el cine”.

-El cambio de nacionalidad. “El personaje de Griselda Siciliani no era originalmente una argentina, pero lo transformé para trabajar con ella. Ya me pasó con la obra teatral. En Madrid, la estrenó el actor canadiense afincado en Catalunya, Andrew Tarbet, e incorporé un par de chistes pensando en él. Esto lo hago frecuentemente. En la primera versión de Truman, no estaba pensando en Ricardo Darín, como yo me lo guiso y yo lo como… En esta ocasión añadí un par de frases referentes a que Ana venía de Argentina. Para mí está tan lejos Buenos Aires como Madrid, los actores argentinos forman parte de mi mundo”.

-Un rodaje muy especial. “Fue un poco circense, construimos el decorado y pudimos ensayar en él durante una semana. Estaba aún vacío, pero era muy interesante porque estaba a medio camino entre el teatro y el cine. En el primero ensayas en la escenografía, te sabes las marcas, etcétera, pero en cine nunca pasa. Aquí teníamos que planificar una larga escena de 80 minutos que no paraba y era muy curioso porque estábamos los cuatro actores y yo en el set haciéndonos nuestro el lugar y luego buscábamos restaurante y nos íbamos a comer. Ahora a la que acaba el rodaje te envían a casa. Es como un recuerdo nostálgico de cuando vivíamos bien”.

-El equipo de rugby de Javier. “Uno de los pocos planos que no transcurren en la casa fue el inicial, en el que Javier Cámara pedalea en una bicicleta por el Portal de l'Àngel. Para evitar problemas, teníamos nuestra figuración que, como si fuera un equipo de rugby, le protegía del resto de gente que circulaba por la calle".

-Rodando cronológicamente. “Otra de las mejores cosas de este rodaje es que pudimos hacerlo cronológicamente, algo muy poco habitual en cine que te coloca en un lugar fantástico. Previamente habíamos rodado los planos iniciales de Javier y la escena en la que fuman en el balcón. Es la gran salida al exterior del filme y trabajamos para darle credibilidad al decorado y que estuviera en armonía con el resto del piso. Esta secuencia y el arranque de los créditos fueron lo único que rodamos antes de entrar en el plató, donde ya siguió toda la trama”.

-Un piso barce-madrileño. “La decoración de la casa fue un encargo que le hice a Ana Pujol, la directora de arte. Quería que no fuera ni barcelonés ni madrileño, con una arquitectura que no perteneciera a ninguno de los dos y, a la vez, tuviera lo que más nos gustaba de ambos. Los pisos de madera de Madrid y los pisos largos del Eixample. Una mezcla barce-madrileña, crear una entidad propia".

-Alberto y Griselda. “En la secuencia de la cena, Alberto le da un vaso de whisky a Griselda y se lo bebe de un trago. Teníamos uno de verdad y otro falso pero, en la primera toma que hicimos, Alberto se equivocó y le dio el auténtico. A Griselda, que no acostumbra a beber, le quemó por dentro y se sorprendió. Lógicamente, esa toma no la utilizamos porque hizo una gran  gesticulación, la pobre... Más divertida fue la escena en la que Alberto sube a Griselda para ayudarla a coger un cenicero que está bastante alto. Hicimos bastantes tomas y acabó creándose una relación especial entre el culo de Griselda y Alberto”.