CRÍTICA DE CINE

'Las brujas (de Roald Dahl)': de brujería y ratones

Estrenos de la semana. Tráiler de 'Las brujas de Roald Dahl'

Estrenos de la semana. Tráiler de 'Las brujas de Roald Dahl'. / periodico

Quim Casas

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Llevada ya al cine en 1990 por Nicolas Roeg en ‘La maldición de las brujas’, con Anjelica Huston en el papel de la Gran Bruja que ahora interpreta Anne Hathaway, ‘Las brujas’ es la adaptación de la novela de Roald Dahl a los tiempos sociales y raciales que corren. Aunque dirigida por un cineasta blanco y norteamericano, Robert Zemeckis, y producida por dos directores mexicanos, Alfonso Cuarón y Guillermo del Toro -el segundo también en funciones de guionista-, la historia da un vuelco en cuanto a la identidad racial de sus protagonistas, que ahora pasan a ser un chico negro y su abuela, ambos estadounidenses, cuando en el relato original son un muchacho inglés y su abuela noruega.

Más allá de esta inversión, y de situar la acción en los Estados Unidos de 1968, en época de derechos civiles y activismo antisegregacionista, la nueva versión conserva el aliento fantástico-cómico de Dahl y luce sobre todo en la capacidad que tiene Zemeckis de hacer muy orgánico lo digital: las transformaciones de las brujas en ratones, la alocada persecución en un suelo de madera repleto de trampas para esos mismos ratones o la boca con ligeras cicatrices en los extremos de la Gran Bruja, que la asemeja al protagonista de ‘El hombre que ríe’ y al Joker hasta que la mueca se convierte en un agujero del terror.