ENTREVISTA

Nacho Vegas: "En la cultura falta perspectiva de clase"

El cantautor asturiano publica 'Oro, salitre y carbón', doble álbum antológico que combina rarezas, piezas en directo y cinco temas inéditos

El cantautor asturiano Nacho Vegas

El cantautor asturiano Nacho Vegas / periodico

Jordi Bianciotto

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Después de exhibir fertilidad compositiva en el aplaudido ‘Violética’ (2018), Nacho Vegas hace un alto en el camino y pone luz en los márgenes en ‘Oro, salitre y carbón. Diez años de marxophonismo (2011-2020)’. Una doble antología en la que rescata sustanciosas canciones de publicación dispersa (epés, caras B, discos colectivos, documentales) y suma al conjunto tomas en directo y cinco piezas inéditas.

¿Las canciones nuevas tendrán que esperar?

Mi idea para este año era publicar ‘Oro, salitre y carbón’ en primavera, y empezar entonces a componer para el próximo álbum, pero este año ha sido un poco de bloqueo creativo. Pensaba que el confinamiento me vendría bien para escribir en la intimidad, pero es muy difícil hacer canciones sin que haya un mundo afuera que esté vivo, y habiendo toda esa inquietud en el ambiente.

Entre las piezas inéditas, ‘Fabulación’ está entre lo más duro y explícito que ha hecho. “Xusticia n’Altasu / Estamos en guerra / Es plana la tierra / El mercado libre”.

No quería hacer una canción sobre todo lo que está pasando, pero al final se coló esta, la única terminada este año. Porque de cara al repertorio nuevo quiero huir de esta locura y poder hablar de las pasiones y de las emociones de la vida sin recurrir al monotema. Ahora, todo el mundo habla de lo mismo. Y no estamos asistiendo a una película de ciencia ficción, es el mundo real. Es verdad que el ruido político, que parece de sables, y el empoderamiento que ha cogido la ultraderecha, ya son cosas diferentes, pero lo que ha pasado tiene que ver con lo frágiles que somos. Me gustó cuando al principio de la pandemia se puso en valor lo interdependientes que somos, pero al final el discurso ha cambiado y han ganado las lógicas de consumo e intentar buscar el rédito político y la bronca, y es una pena.

Los diez años que refleja el álbum son los de su reconexión con la canción popular, apreciable, por ejemplo, en la adaptación de ‘Arriba quemando el sol’, pieza de Violeta Parra con memoria minera. Ahí, el trovador se funde con guitarras eléctricas herederas de Lou Reed. ¿Una canción de síntesis?

Cuando escucho a Violeta Parra la veo una artista muy ‘punkie’. Notas que lo que canta le sale de las entrañas. Esta canción es de un acorde único todo el tiempo, y esa sencillez armónica la hace un poco psicodélica e hipnótica. La llevo al terreno del que vengo, siendo consciente de que el rock no es más que otro eslabón más dentro de la música popular, y que, para mí, Violeta Parra es como Bob Dylan.

¿Qué representa para usted esa canción popular asturiana, ‘El carmín de la Pola’?

Está en la memoria colectiva de todos los asturianos, tiene una armonía muy bonita y se podía adaptar en clave más pop, respetando su esencia tradicional. Por eso lo del coro, que es como suele cantarse. Lo curioso es que buscando versiones en YouTube solo vi las de gente borracha de sidra y ninguna grabación de estudio. Luego me di cuenta de que Víctor Manuel grabó una versión, cambiándole el nombre (‘No hay carretera sin barro’).

En el arranque del primer disco, con ‘Me lo dijo un ángel’ y ‘Cómo hacer crac’, parece insinuarse la pandemia, aunque igual nos obsesionamos en ver claves víricas por todas partes.

Pasa un poco eso, que lo reinterpretamos todo en clave de pandemia. ‘Cómo hacer crac’ la escribí en el 2011 y tiene que ver con el 15-M. Habla de otro crac, como ‘Fabulación’. Y ‘Me lo dijo un ángel’ se inspira en la obra de Ángel González, y habla de la vida, de coger la cultura popular para encontrar pistas emocionantes de lo que está ocurriendo, para quitarnos de encima el desconcierto. Me interesa de la música tradicional que al transmitirse oralmente cada uno la cambiaba y reinterpretaba. Ahora hay un celo por la autoría: si haces una versión y modificas un verso ya tienes que pedirle permiso al autor y a la editorial. Antes, eso era más libre y horizontal. El dueño de la canción no era tanto el autor, como el intérprete, y el intérprete era también el público, porque se cantaba a coro. Eso se ha perdido, y hay una esencia que deberíamos respetar.

"No tuve educación en asturiano como me habría gustado, y lo aprendí leyendo y oyendo a gente mayor, en los pueblos"

Junto con las rarezas de origen muy diverso, el doble álbum incluye, íntegros, los epés ‘Cómo hacer crac’ (2011) y ‘Vinu, cantares y amor’ (2015). ¿Por qué?

A la gente que me sigue la he ido acostumbrando publicando un epé después de cada álbum, hermanándolo. Siempre he cuidado bastante los epés, cuando en general se les considera discos menores. En este álbum lo importante era escoger canciones que habían tenido una vida más limitada, de caras B, recopilatorios o documentales, además de las inéditas. No quería dar la sensación de que el disco consistía en un par de canciones con gancho y el resto, refritos; espero no darla. Y era de justicia que los epés estuvieran, porque la idea era recoger todo lo que ha sucedido en estos últimos diez años fuera de los tres álbumes oficiales.

Un rasgo distintivo de su obra es la recuperación de la lengua asturiana, o asturleonesa, en un contexto pos-'indie' seguramente poco proclive.

No tuve educación en asturiano como me hubiera gustado, y lo aprendí leyendo y oyendo sobre todo a gente mayor, en los pueblos. Luego, en la facultad, me metí en el activismo por la normalización. Desde 1994 he ido a todas las manifestaciones. Parecía que la oficialidad estaba muy lejos, pero ahora estamos más cerca que nunca. Este nuevo PSOE del gobierno del Principado de Asturias al menos en el programa llevaba la oficialidad. Una oficialidad blanda, dicen ellos, porque tienen mucho miedo de que pase como con los catalanes y se cree un movimiento independentista de izquierdas, pero es importante. Hay que tener una mirada larga. En todos mis discos he cantado una canción en asturiano. Lo que más me costó fue empezar a escribir en esa lengua una canción que no tuviera que ver con Asturias o con la tradición. Quería utilizar el asturiano también para hablar del mundo, como he hecho en los últimos años en temas como ‘Lluz d’agostu en Xixón’.

El 15-M le inspiró a hacer canciones. ¿Ve ahora condiciones para una nueva versión de aquel movimiento, aunque la calle no sea un escenario accesible?

Hablando con compañeros de militancia, y yo milito en Anticapitalistas, veo bastante pesimismo. Últimamente, aun observando que el espíritu del 15-M había ido agonizando, vi las manifestaciones del 8-M, con chicas muy jóvenes que seguramente no habían vivido el 15-M, con su perspectiva feminista y anticapitalista. Y luego, las manifestaciones ecologistas. Estos eran los dos ejes movilizadores que nos daban esperanza: un eco-feminismo que pudiera dar pie a movilizaciones con un horizonte de cambio. Pero ahora, con la pandemia, al faltar la calle, parece que todo se desmoviliza, y en la izquierda extraparlamentaria es donde estamos más perdidos. Que Unidas Podemos haya pasado a formar parte del gobierno hace que en el Parlamento no haya ningún contrapoder a la izquierda, porque quien lo ejerce es la derecha y la ultraderecha, que incluso ganan las batallas culturales.

"Que Unidas Podemos haya pasado a formar parte del gobierno hace que en el Parlamento no haya ningún contrapoder a la izquierda"

¿A qué batallas se refiere?

Batallas simbólicas. Cosas tan siniestras como plantar 50.000 banderines de España, aunque nos parezca casi esperpéntico. Eso ocupó portadas de todos los medios, así que algo han ganado con esto. Igual en Catalunya no lo percibís tanto, pero en Asturias se han visto muchas banderas de España con el crespón negro.

¿Cómo debe manifestarse la cultura en este momento tan difícil sin que pueda parecer que se siente moralmente superior, o el centro del mundo, o que defiende su parcela económica sin mirar alrededor?

Cuando el confinamiento, el ‘apagón cultural’ tuvo muchas críticas. “Con la que está cayendo...” Yo no estaba muy convencido, porque no porque haya una pandemia no se va a poder hablar de otras cosas. La cultura, y la música en particular, son un mundo complicado, con poca tradición de asociacionismo y de sindicalismo, y es difícil que se perciba a su gente como trabajadores porque ni ellos mismos se sienten así. Y se escamotean derechos, se contrata a falsos autónomos... Solo pedimos que se restituyan derechos que ya se habían conquistado, antes de que el liberalismo desmovilizara a la clase trabajadora. Ahora hay una crisis sanitaria, pero también una crisis social que afecta a toda la clase trabajadora, y ahí tenemos que estar unidos. Por eso creo que falta perspectiva de clase en el movimiento de la cultura, en Alerta Roja y ese entorno, aunque espero que pueda salir algo de ahí. Falta esa perspectiva que le daría al movimiento esa condición que debe tener la clase trabajadora de solidarizarse con otros sectores, que es necesaria y que siempre se critica.

Antes hablaba de los autores. ¿Cómo ve el estado de la SGAE y la reelección de Antonio Onetti?

Mi visión de SGAE es que lo que está podrido ahí es la cúpula. Desde el momento en que las editoriales multinacionales forman parte de SGAE, hay un conflicto de intereses entre autores y editores, y me parece que una sociedad de gestión colectiva de derechos de autor, y yo creo en la gestión colectiva de derechos, debería hacerse sin contar con el negocio editorial, que es uno de los negocios más parasitarios y que más se ha aprovechado de los músicos. Y el voto ponderado, que quien más genere más votos tiene, me parece injusto. Pero eso es casi imposible de cambiar: si se somete eso a votación, los que más votos tienen, los editores, lo impedirán. Por eso hace tiempo dejó de interesarme un poco lo que sucede en SGAE. Parecía incluso que había estudiar ingeniería para entender las actas de las juntas. Y, sin embargo, la gente de la SGAE con la que hablo, la que trabaja en las sedes, son gente que asesora a los autores con buena disposición y dando buenos consejos. Cuando se critica SGAE hay que poner el foco en el problema. Pero mientras no se nacionalice, la SGAE no va a cambiar.

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