CONCIERTO DEL CANTAUTOR BARCELONÉS

Alfonso de Vilallonga: "A nadie le interesa la música por sí misma"

El músico publica 'Hors de saison', un disco con canciones en francés en el que se aparta de la agenda política y que estrena en el Centre Artesà Tradicionàrius

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Jordi Bianciotto

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Aunque ha notado que sus canciones más políticas, “las que dividen opiniones”, como ‘Maldà state (Estat propi)’ y ‘La complanta dels burgesos oprimits’, sátiras del independentismo, “son las que más gustan”, Alfonso de Vilallonga opta por pasar página e irse muy lejos en su nuevo disco, ‘Hors de saison’. Un álbum en el que se acoge a una lengua desbancada en el orden mundial como es el francés y que presentará, superados todos los obstáculos, este jueves en el Centre Artesà Tradicionàrius (CAT), con un grupo de siete integrantes.

Fuera de temporada, así se siente, “como cuando en un restaurante pides unas alcachofas y te dicen que no hay porque no es la época”, ilustra el autor de bandas sonoras como la reciente de ‘Nieva en Benidorm’, de Isabel Coixet. ‘Hors de saison’, con sus brisas de swing (‘Je t’attends’, versión de Aznavour y Bécaud, destapada durante el confinamiento), su canción de autor de cámara, con cuarteto de cuerda, y sus escenas de ensoñamiento impresionista, se encuentra “en ese punto en que debería llover, pero sale el sol, o al revés”. Que es, más o menos, como él se siente. “A caballo de tantas cosas, de las lenguas, y del teatro y la canción”.

Un afrancesado en Nueva York

La única premisa era cantar en francés, subraya, sin pagar peaje a “la nostalgia y al lamento” tan asociables al imaginario clásico de la ‘chanson’, expresiones que no le interesan. “Quiero pensar que estas piezas son contemporáneas”, aventura al respecto de los ocho temas de su autoría, que conviven con cuatro adaptaciones (hay otra de Bécaud y piezas de Henri Salvador y Benjamin Biolay). La elección lingüística conecta con episodios de su vida: Vilallonga estudió en el Liceo Francés y, en sus correrías por Boston y Nueva York (1983-92), se buscó la vida como esforzado ‘chansonnier’. “Llegué a inventarme que mi madre era francesa para que me dieran los bolos”.

Sus composiciones brindan divagaciones sentimentales, incursiones erótico-festivas (‘Camino del sur’ es casi ‘porno’) y alguna que otra clave filosófica, como en ‘La note d’à côté’. “Habla del error, de tocar la nota de al lado y acertar. Y de mi vida, haciendo un poco de psicoanálisis”, explica. En la pieza titular cita de pasada la “barbare Barcelone”. Hombre, ¿tanto? “Pues sí, eso de quemar mobiliario y levantar adoquines porque el President dice ‘apreteu, apreteu’... ¡Una ciudad tan señorial, una vieja dama!”.  

Así que el ‘procés’ acaba asomando de rebote, aunque Vilallonga no quiere verse como símbolo del no independentismo. “A mí, la idea de la independencia me da igual. No creo que saliéramos ganando mucho, pero es respetable. El problema es cómo se hacen las cosas”, declara. Y espera que sus canciones capturen al oyente en un momento en que “a nadie le interesa la música por sí misma”, observa. “Gusta un cantante porque ha superado una drogadicción, o porque antes era peón albañil, o porque forma parte de una corriente política...”, hace notar. “Demasiados factores extramusicales. Y con las redes, peor: cuenta lo más irrelevante”.

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