cuarto álbum en solitario del exlíder del canto del loco

Dani Martín, un ídolo en busca de respeto

El cantante madrileño publica 'Lo que me dé la gana', un disco en el que arriesga pisando varios estilos para ofrecer su "yo verdadero"

El cantante Dani Martín posa para EL PERIÓDICO en  Barcelona

El cantante Dani Martín posa para EL PERIÓDICO en Barcelona / periodico

Ignasi Fortuny

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Dani Martín se presenta a la cita con una camiseta de la gira europea (1986) del disco 'Fly on the wall' de AC/DC debajo de una chaqueta tejana con muchos retales que no tiene pinta de ser barata. El cantante luce ya 43 años, 20 de ellos bajo los focos y haciendo y vendiendo música como churros. Primero con El Canto del Loco, banda que invadió las vidas de una generación de adolescentes entonces, y después -y ahora- como Dani Martín gestionando su carrera en solitario a su antojo. Pasa el tiempo pero conserva el aspecto juvenil y chulesco que acompaña con su acento madrileño. En este sentido, lean pues el título de su cuarto disco en solitario, 'Lo que me dé la gana', que llega cuatro años después del último. Mucho tiempo para pensar en su figura, mucho tiempo para trabajar en este álbum, justifica él en una conversación con este diario.  

A pesar de ese título juvenil que puede recordar a otras épocas, el nuevo disco supone un giro en su carrera, con cambio de mentalidad incluído. Un viaje introspectivo, en el que -por lo que cuenta- casi ha llegado a un estado zen, que ha acabado materializando con 11 canciones en los que pisa estilos fuera de lo habitual. "Lo he hecho porqué desde que tengo 14 años escucho a Public Enemy, Mano Negra, Los Rodríguez, Oasis, La Polla Records... Siempre me ha gustado eso de puertas para dentro y me apetecía hacer un disco de mi yo verdadero. No quería hacer un disco de lo que ya sé hacer", explica. "Me he intentado hacer un trajecito a medida que no parezca un disfraz", resume. 

En el disco hay incursiones en la cumbia o el rap, por ejemplo. También hay baladas "moñas". "Sinceramente, estoy hasta la polla de los movimientos, los guetos, de los artistas que solamente hacen rock, indie, pop... Me parece aburridísimo eso", responde sobre las etiquetas, a las que dedica parte del tema 'Se acabó la función'.

Martín reconoce que ha buscado durante años de manera obsesiva el aplauso de la crítica y de compañeros. Fue la bandera de El Canto del Loco y fue atizado como la bandera de El Canto del Loco -puedan echar vistazo a algunas hemerotecas-. "Nos daba igual lo que dijeran de nosotros. Hasta el último disco, que fue cuando nos volvimos manipulables, por la prensa, los compañeros…  Este disco para mí es eso una vuelta al permiso", explica. Una imagen, la de la carátula del disco (una peineta), resume todo esto: "Es un fuera corsés, prejuicios, todas esas cosas que no nos permiten ser quien realmente somos porque queremos gustar". 

Muchos años después reconoce que se ha quitado esa losa y que ahora está "en el momento que más me la trufa" el agradar. El objetivo de este artista con décadas de imagen de ídolo adolescente ha sido buscar y encontrar el respeto. "Primero porque respeto mi profesión, segundo porque hay un montón de cosas que nunca haría y, luego, porque admiras a un montón de gente que ha hecho cosas para la música de este país", respone. Y cuenta, satisfecho, que algo ha logrado: "Es el disco que más mensajes he recibido de compañeros, de muchos géneros. Me han dicho que qué guay haya hecho esto, que me haya atrevido". En 'Lo que me dé la gana' le acompañan artistas como Alejandro Sanz, Camilo, Juanes, Coque Malla y Sabina (en un breve cameo). 

"El permiso" al que Martín hace mención repetidamente ha tardado mucho en dárselo. Quizá -como dice él- que porqué cuando eres más joven eres más valiente, tienes menos información, menos filtros. "Y por la irracionalidad, querer gustar a críticos, querer grabar en Abbey Road para tener más solera... Pero yo soy otra cosa. Tratar de llegar al intelectual siendo quien soy es absurdo", zanja.

El discurso de Dani Martín denota que ha sufrido mucha inseguridad porque por su cabeza constantemente pasaban pensamientos como este: "Llevo 20 años gustando a un montón de gente y no gustando a otro montón... ¡¿Por qué cojones no gusto a estos otros?!". Ahora, relajado y convencido, esa remora se ha desvanecido por primera vez en mucho tiempo.