CRÍTICA DE CINE

'Borat: subsequent moviefilm': comedia de guerrilla con buen corazón

Sacha Baron Cohen saca a relucir las taras de Estados Unidos en una sátira urgente con trama paternofilial

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Juan Manuel Freire

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'Borat: subsequent moviefilm', es decir, la secuela de 'Borat', se estrena, no por casualidad, un par de semanas antes de las elecciones que decidirán si Estados Unidos sufre cuatro años más de Trump. Días suficientes para permitir la reflexión y no tantos como para que el impacto de esta nueva comedia de guerrilla se diluya entre las verdaderas 'fake news' de cada día.

Tras el estreno de la primera entrega, nos recuerda un prólogo hilarante, Estados Unidos fue arruinada por un villano que iba en contra de todos los valores nacionales: Barack Obama, según el judío y antisemita Borat. "Después, McDonald Trump [sic] hizo a Estados Unidos grande de nuevo".

En cambio, Kazajistán se convirtió en hazmerreír global por culpa de Borat, obligado a trabajos forzados en un gulag. Su camino de redención: regresar a Estados Unidos con la misión diplomática de hacer llegar un regalo a Trump, nada menos que el mono Johnny, "ministro de Cultura y estrella porno número uno de Kazajistán". Pero un contratiempo inesperado, o mejor dicho, una polizona inesperada cambia el curso de los acontecimientos y el tono imaginado para la película.

Debut en el largo de Jason Moliner (veterano de la comedia de sketches alternativa), 'Borat: subsequent moviefilm' es una colección de situaciones de riesgo, a veces muy alto, con personas y personajes reales, a la vez que un intento de comedia paternofilial con un punto conmovedor. Curiosamente, o no, Baron Cohen y su cómplice, la revelación búlgara Maria Bakalova, brillan sobre todo bajo el estrés del engaño. Ella está memorable en cierto discurso ante un grupo de feministas conservadoras y un clímax que dará que hablar. El antiguo Ali G muestra sus mejores ideas ante su público más incauto, como un par de conspiranoicos a los que no explota salvajemente, sino que muestra también como tipos generosos y dispuestos a ayudar al prójimo. 

Cabe preguntarse si en pleno 2020 hace falta destapar a hombres y mujeres mucho peores, o recordar que existen: ellos mismos ya se encargan de transmitir sus mensajes más deleznables en medios supuestamente serios o esparcir la peor clase de propaganda a través de las redes sociales. Pero todas las formas de resistencia son útiles y la de Baron Cohen es, además, bastante a menudo, tronchante. Tras las buenas risas, solo queda votar.