VANGUARDIA CON DUENDE

Rycardo Moreno: "El flamenco estático es anti-flamenco"

El guitarrista de Lebrija, antiguo cómplice de artistas como Juan Peña 'El Lebrijano', Raimundo Amador y Arcángel, presenta su tercer álbum, 'MiEsencia', en el Cine-Cooperativa Zumzeig

Rycardo Moreno, fotografiado este martes en Barcelona

Rycardo Moreno, fotografiado este martes en Barcelona / periodico

Jordi Bianciotto

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Para Rycardo Moreno, “no hay sonidos ajenos al flamenco”, sino, en todo caso, “formas de tocar que lo son”, y por eso en su nuevo disco, ‘MiEsencia’, su genuino toque de Lebrija se funde con sintetizadores cósmicos y ecos impresionistas franceses, y con vistas a Cuba y a Nueva York. Sin despegarse del espíritu de ese género secular. “Porque el flamenco, si es estático, es anti-flamenco”, estima el músico, que este miércoles protagoniza dos pases en el Cine-Cooperativa Zumzeig en los que se proyectará la película con la grabación íntegra del álbum, seguida de su actuación con cómplices como Juan Gómez, Chicuelo, y Pedro Javier González.

‘MiEsencia’ es su tercer disco individual, si bien Rycardo Moreno (la ‘y’ la sugirió una antigua novia para distinguirle en las búsquedas en Google), acumula un abultado currículo previo como ilustre actor secundario: discos y conciertos con artistas como sus paisanos Juan Peña ‘El Lebrijano’ y Dorantes, y con Raimundo Amador y con Arcángel (el ‘grammyzado’ ‘Al este del cante’, 2018). Despegó como solista coincidiendo con una estancia de un año en Nueva York, ciudad en la que aprendió que “pensar que es tarde para hacer cualquier cosa es un error”.

El influjo de Django Reinhardt

Le marca la estirpe gitana de Lebrija, la comunidad en la que creció, “en una familia en la que se cantaba y había mucho arte”. La guitarra la comenzó a tocar a los ocho años, y se reconoce como “purista” hasta que descubrió a Django Reinhardt. El estilo del gitano belga presenta similitudes, apunta, con el de Diego del Gastor. “Esos melismas, y esa actitud de vivir con ilusión”. Tomó clases de adolescente. “Pero cambiaba todo lo que me enseñaban”.

Esos episodios se deslizan en el trayecto que plantea el nuevo disco, que lleva como subtítulo ‘Una autobiografía sonora’ y que recorre sus estaciones de vida, empezando con la mirada a los ancestros de la ‘Soleá underground’. La pieza alude a cómo vivían los gitanos en las gañanías, dependencias “destinadas a los cochinos y a los caballos” en las que “se sacaba a los animales y se metía a cuarenta familias, separadas por unas sábanas, para trabajar en el campo”. No hablamos de la prehistoria. “Mi padre aún vivió eso, en la recogida del algodón”, apunta Rycardo Moreno. A él mismo le vienen recuerdos de cuando tenía ocho años. “Y con 16 trabajaba cogiendo claveles, y con 18, remolacha”.

El recuerdo más mágico

El tono se hace más vivaz en ‘La boda’, pieza que recrea los festines nupciales gitanos con todo su alborozo. “Cuando era pequeño, se me ponían los vellos de punta al ver a la gente cantando, levantando a los novios, tirando las peladillas... Todo el día, y toda la noche, y el tiempo que durara. No he visto nada más mágico en mi vida”, evoca, todavía fascinado. De ahí nos vamos a ‘Andrómeda y el adagio de Aranjuez’, recreación en torno a la pieza del maestro Rodrigo (“la primera que toqué que no era música gitana”), y a la ‘Guajira mía’, con impronta cubana en honor a la bisabuela negra, y a ese ‘Skylark’ que, vía Hoagy Carmichael, le retrotrae a la experiencia neoyorkina.

El fin de trayecto lo pone la ‘Gnossienne n. 1’, de Erik Satie, una pieza que descubrió en la voz y guitarra de Javier Ruibal (‘La flor de Estambul’), “homenaje a los gnósticos, que practicaban el conocimiento y contemplaban la reencarnación”. Cierra una obra que Moreno quiere ver “de vanguardia”, si bien sabe que la música instrumental no lo tiene fácil para hacerse notar en el mercado musical. “Pero cuando alguien se hace adepto, es para toda la vida”.