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Una exposición muestra la obra como fotógrafo del director Carlos Saura

El Centre d'Arts Santa Tecla de L'Hospitalet sigue exponiendo un centenar de sus instantáneas

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Eduardo de Vicente

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Carlos Saura es uno de los nombres imprescindibles para entender la historia del cine español de las últimas décadas. Uno de aquellos artistas que aprendió a decir las verdades entre líneas en los últimos años del franquismo y la censura, con una filmografía que traspasó fronteras y le convirtió en uno de nuestros escasísimos cineastas internacionales en esa época, antes de que aterrizaran las nuevas generaciones (los Almodóvar, Amenábar, etcétera). Con el paso de los años fue dejando atrás los filmes dramáticos y se centró en la música con documentales sobre el flamenco, los fados o las jotas. Pero Saura no solo es un director de cine, ya que sus inquietudes le llevaron también por otros caminos.

Esto es lo que pretende demostrar el Centre D’Art Santa Tecla de L’Hospitalet del Llobregat con su exposición <em>Carlos Saura, fotògraf. Una vida rere la càmera.</em> La muestra, comisariada por Chema Conesa, consta de más de un centenar de sus fotografías (la gran mayoría en blanco y negro), polaroids, imágenes pintadas, cuadernos personales, libros sobre su pasión por esta disciplina y material audiovisual. Un viaje apasionante por la obra de un director de cine pero centrándose únicamente en su relación con las fotos que podrá verse gratuitamente en este centro hasta el 10 de enero del 2021. Y es que, pese las drásticas medidas tomadas estos días, los museos siguen abiertos...

Practicando con la familia

A la entrada nos recibe un texto que intenta definir su figura y en el que se le compara con un hombre del Renacimiento por su versatilidad y se glosa su relación con la fotografía desde los años 40. Una pantalla nos muestra cronológicamente los principales hechos de su vida y está presidida por una gran foto del Saura joven, con una lustrosa cabellera y sin gafas. Esta sí que es una imagen inédita.

La siguiente sala está dedicada al Primer laboratori y se sitúa entre finales de los años 40 y mediados de los 50. Son sus primeros ensayos en este campo con retratos serenos donde su objetivo son los miembros de su propia familia o él mismo en sus autorretratos. Conoceremos a sus hermanas Angelines y Mapi o a su prima Isabel en escenarios como Santander o Suances, en la playa o en la ventana o desnudos sin cabeza.

Sus imágenes más neorrealistas

Saura fotògraf abarca desde la segunda mitad de los 50 hasta principios de los 60. Es el Saura más documental, en la línea del neorrealismo italiano que empezaba a destacar en las pantallas. Retrata gente humilde en pueblos o ciudades: lavanderas, segadores y niños en Cuenca, Salamanca, Sevilla y Granada, procesiones o rincones madrileños como el Rastro o el Retiro. Y el primer destello cinematográfico: una imagen del actor Fernando Rey y el director Juan Antonio Bardem filmando al anciano escritor Pío Baroja en 1956.

En la segunda sala de este apartado pueden verse imágenes del rodaje de Calle Mayor, del mismo Bardem, así como tomas de Andalucía y localidades como Guadix o Sanabria, en la que da repelús ver el símbolo del yugo y las flechas fascista, o un mercado de animales. En esa época fue el fotógrafo del Festival de Música de Granada y se muestran alguno de sus trabajos para el mismo como las prendas del vestuario o a la bailarina Margot Fonteyn en un espectacular coche blanco, con un ramo de flores y los curiosos fisgoneando por las ventanillas.

Sus películas detrás de la cámara

Fotògraf cineasta es como un making off de sus películas. Saura había debutado como director con Los golfos (1959) y, durante los rodajes, también hacía fotos. Aquí encontraremos a Geraldine Chaplin haciendo una siesta reparadora entre una escena y otra de Ana y los lobos o con Rafaela Aparicio en Mamá cumple 100 años, al añorado José Luis López Vázquez en La prima Angélica, a las niñas de Cría cuervos (Ana Torrent era una de ellas) o haciéndose un autorretrato frente a un espejo con Teo Escamilla, su operador de cabecera. También podemos recordar a Laura del Sol y Antonio Gades en Carmen, a dos genios de la guitarra como Paco de Lucía y Manolo Sanlucar o a la mismísima Lola Flores, todos ellos durante la filmación de Sevillanas.

Antonio Banderas rueda con Fernando Fernán Gómez, Los zancos y, junto a la italiana Francesca Neri, ¡Dispara! Están las pruebas de vestuario y los extras apelotonados de El Dorado, los figurantes mexicanos de Antonieta, el decorado y los camerinos de ¡Ay, Carmela!, los niños bailando en Tango o Paco Rabal en Pajarito. También hay motivos extracinematográficos como unos niños en Túnez, un viaje a Nashville durante unas elecciones presidenciales (atención a la imagen del cementerio de automóviles) o a Chicago, donde destaca un supermercado típicamente norteamericano. Aquí veremos las únicas fotos en color, como los tambores de Calanda que tanto le gustaban a su paisano Buñuel o de las películas Fados, Io Don Giovanni o Flamenco.

Influencias, sus mujeres y una entrevista

El último espacio está dedicado al Univers Saura donde nos explican las influencias que maneja en su obra: el expresionismo de Goya, el mundo de Buñuel, la fotografía de Vittorio Storaro, la pintura de su hermano Antonio y la inspiración de las mujeres de su vida. Destaca un autorretrato frente a un espejo donde lo vemos multiplicado por seis que se ha convertido en la imagen de esta exposición. Pero también descubriremos a Rafael Alberti en Venecia, a Gades preparando El amor brujo o el estudio de su hermano. Ellas, sus parejas, también tienen su rincón en escenas cotidianas. Geraldine limpiando la casa con una aspiradora con un vestido que parece de cabaret, dando el pecho a su hijo Shane o en el 88 cumpleaños de Charles Chaplin en Suiza. También hay un par de recuerdos de Mercedes Pérez, con la que tuvo tres hijos, y varios retratos de la actriz catalana Eulàlia Ramon con su hija Anna. Otros artistas son también el foco de su objetivo como Buñuel, el publicista Leopoldo Pomés, el marchante de arte Rene Metras, su hermano Antonio o el director de fotografía Vittorio Storaro. Curioso, el maestro de la luz se vislumbra solo en una silueta y en blanco y negro.

Para acabar podemos detenernos en las vitrinas. En una de ellas se exhiben sus dibujos como una parodia de Las meninas en las que se pone en el lugar de Velázquez con una cámara de fotos en vez de un pincel o algunos de los libros con sus fotografías (como El rastro, de 1961) o de otros autores sobre sus trabajos en esta disciplina. En la otra están sus instantáneas con la Polaroid, casi todas con familia y amigos y, lo más interesante, los story boards (es decir, el guion gráfico) de Flamenco, El Dorado o su próximo proyecto, El rey de todo el mundo. Como epílogo se pueden contemplar un vídeo con tres cortos suyos sobre la guerra, Aragón y un homenaje a Antonio Gades así como una completa entrevista de un cuarto de hora en la que habla de esta faceta. Un gran director que se ha pasado la vida tras más de una cámara… y no todas ellas eran de cine.