CRÍTICA DE CINE
'Ane': la hija ausente
El primer largometraje de David P. Sañudo retrata la realidad social del País Vasco sin hablar explícitamente de ella a través de una madre perdida a la búsqueda de una hija aún más perdida
Quim Casas
Periodista y crítico de cine
Profesor de Comunicación Audiovisual en Universidad Pompeu Fabra y docente en ESCAC, FX, Cátedra de Cine de Valladolid y Museu del Cinema de Girona. Autor de diversos libros sobre David Lynch, David Cronenberg, Jim Jarmusch, Fritz Lang, John Ford y Clint Eastwood. Miembro del Comité de Selección del Festival de Cine de San Sebastián.
Quim Casas
El primer largometraje de David P. Sañudo recupera algunos aspectos de uno de los muchos cortos que había rodado antes, el titulado precisamente 'Ane'. Ane es la hija. Lide es la madre. El filme podría titularse Lide, ya que Ane está ausente durante parte del metraje y es la madre quien lleva el peso del relato. Pero está muy bien que se titule Ane, porque a veces las personas que no aparecen de forma absoluta en un drama son los que, con sus actos, acaban condicionándolo.
Y es la ausencia de Ane la que mueve los hilos de la historia y obliga a actuar a Lide, guardia de seguridad en las obras del tren de alta velocidad, más bien solitaria y esquiva, separada de su marido y preocupada por la deriva de su hija, quien al parecer está vinculada a grupos de la izquierda abertzale.
Pero ahí radica otro de los aspectos más interesantes de la película. 'Ane' trata la realidad social del País Vasco sin hablar explícitamente de ella, o sin convertirla en el centro de todas las cosas. Está presente, en palabras y en imágenes, tanto los posicionamientos políticos como las fracturas familiares, pero no es el tema. Sin embargo,'Ane' realiza una interesante radiografía de lo que se ha dado en llamar el conflicto o el problema vasco.
Aunque Sañudo no puede ni quiere abstraerse de esa realidad, y en la segunda parte del filme está mucho más presente que en la primera, lo que queda, lo que sostiene con rigor y entereza el andamiaje del filme, es el retrato de esa madre perdida a la búsqueda de una hija aún más perdida. Sin grandes aspavientos melodramáticos, sin secuencias de choque innecesarias, pulsando las tragedias cotidianas de forma ecuánime. Un filme claro y conciso, muy bien interpretado por Patricia López Arnaiz y valiente en su decisión de contar determinadas cosas de la manera en que las cuenta.
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