La mascarilla del demonio (4)

Una historia paralela del cine

Jordi Sánchez-Navarro añade un nuevo capítulo a su cruzada en defensa de la animación con el libro 'La imaginación tangible'

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Rafael Tapounet

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El cine de animación no es cine. Si le dieran a Jordi Sánchez-Navarro un euro por cada vez que ha tenido que escuchar o leer esa frase no sería millonario (para eso tendrían que habérsela dicho 91 veces cada día en los últimos 30 años) pero seguramente se podría costear una cena en un buen restaurante cuando se levanten las restricciones. Sánchez-Navarro es un hombre que lo sabe casi todo sobre la cultura de la imagen y que comparte generosamente esos conocimientos en sus clases, libros, cursos, conferencias y hasta 'podcasts' (es uno de los responsables de 'Marea Nocturna', referencia imprescindible para los aficionados al cine fantástico y de terror). También es programador de Anima’t, la sección de animación del festival de Sitges, y un militante apasionado en la defensa del "arte de dibujar el movimiento", según la afortunada expresión del animador experimental Norman McLaren.

Con esa combinación de erudición y entusiasmo que ha convertido en sello personal en todo aquello que emprende, Sánchez-Navarro acaba de añadir un nuevo capítulo a su cruzada con la publicación de 'La imaginación tangible. Una historia esencial del cine de animación' (Editorial UOC), un estimulante recorrido por casi un siglo de arte animado a partir de una selección de 50 títulos fundamentales. El libro, aunque lleva ya un par de meses en las librerías, se ha presentado estos días en el marco del festival. "No se trata de una lista de las mejores películas, ni siquiera de mis favoritas, sino de obras que marcan un hito, que por alguna razón tienen una especial importancia histórica", apunta el autor.

Sacrificios dolorosos

Para afrontar ese apabullante esfuerzo de síntesis con razonables posibilidades de éxito, ha sido obligado hacer algunas renuncias. La primera y más importante, acotar la selección al campo del largometraje. "Hablar de animación sin hablar de cortos es un problema, pero para abarcar eso sería necesario otro libro". No menos doloroso ha sido incluir en la selección una sola película por director, limitación que Sánchez-Navarro sortea con astucia al aprovechar cada entrada para hablar de otros títulos de cada uno de los cineastas elegidos. 

El viaje, que también puede leerse (y vivirse) como "una historia paralela del cine", se inicia con los recortes de siluetas animados de 'Las aventuras del príncipe Achmed' (Lotte Reiniger, 1926) y concluye con el sorprendente triunfo artístico de 'Buñuel en el laberinto de las tortugas' (Salvador Simó, 2019). Por el camino nos encontramos desde filmes de popularidad incontestable (de 'Blancanieves y los siete enanitos' a 'Toy Story') hasta rarezas absolutamente reivindicables (como 'Mad Monster Party', 'Rock & Rule' y 'Ruben Brandt, coleccionista'), pasando por semiolvidados clásicos de la animación europea ('Le roman de Renard', 'Allegro non troppo') y títulos cuya inclusión obedece sin duda a una debilidad personal (sentimental, se diría) del autor, como 'El desván de la fantasía', evocador homenaje al poder de la imaginación realizado en 1978 por Cruz Delgado y José Ramón Sánchez, ubicuo ilustrador de programas televisivos infantiles en la España de la Transición.

Un apunte final. Que la ilustración escogida para la portada de 'La imaginación tangible' sea un fotograma de 'El viaje de Chihiro' (Hayao Miyazaki, 2001) no es casual. "Es mi película favorita de dibujos animados", admite Sánchez-Navarro, que en el libro dice de Miyazaki que es "el más capaz creador de vida a través del dibujo de la historia del cine". Un juicio que nos viene a recordar que, a la postre, la animación no es el arte de hacer que las cosas se muevan, sino el de hacer que las cosas vivan.  

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