LA GRAN CITA DEL CINE FANTÁSTICO
'Possessor' impacta en la competición de Sitges
El director Brandon Cronenberg confirma su talento con un turbador y sangriento tecno-thriller que debería tener premio
Juan Manuel Freire
Periodista
Periodista y crítico cultural.
Juan Manuel Freire
Si queda algo de justicia cósmica en el mundo, el director Brandon Cronenberg recibirá este año algún premio de parte del festival de Sitges, como ya logró en el 2012 con 'Antiviral'. Entonces fueron, para ser precisos, premios: el Citizen Kane al mejor director novel y el premio del Jurado Carnet Jove a la mejor película de sección oficial.
Con su segundo largo, 'Possessor', Cronenberg confirma lo que ya se intuía por entonces: que a pesar de moverse en territorios cercanos a la obra de su padre, David Cronenberg, cuenta con una personalidad propia, incluso más cerebral; o que igual le costaba menos películas que a su progenitor alcanzar la más indiscutible brillantez formal.
Los ocho años de espera han valido la pena: 'Possessor' es un tecno-thriller visualmente espléndido y temáticamente rompedor que elucubra sin retórica, sin sobreexplicaciones, sobre la intrusión de la tecnología en nuestras vidas, los deseos reprimidos o la inagotable cuestión de la identidad. Con un personaje central fascinante: la asesina a sueldo Tasya Vos (Andrea Riseborough), agente estrella de una compañía que cuela a sus sicarios en cuerpos ajenos a través de implantes cerebrales.
Un trabajo así hace mella en cualquiera. Vos casi no se conoce. Pero acepta un nuevo trabajo: asesinar al CEO de una compañía de procesamiento de datos, John Parse (Sean Bean), y de paso a su hija Ava (Tuppence Middleton), a través del novio de esta última (Christopher Abbott); de su cuerpo, de su conciencia. Casi más que un thriller conspiranoico, 'Possessor' es un violento drama sobre psiques fragmentadas, violadas o compartidas.
Violento o hiperviolento: 'Possessor' se ha visto en versión 'uncut' ('sin cortes'), en principio la única que existe. Si hay futura versión con cortes, no tendrá sentido, porque en el universo de Cronenberg todo lo chocante, ya sean explosiones gore o erecciones, es esencial.
La invasión doméstica del clímax se sufre más que las propuestas por 'The owners', de Julius Berg, y 'Becky', de Jonathan Milott y Cary Murnion: estas dos películas están más diseñadas para la diversión inocente que la desorientación total. La segunda resulta más efectiva, sobre todo por su estilo cinético, pero también por la grandeza de Lulu Wilson como fiera adolescente y Kevin James como némesis neonazi.
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