EL FESTIVAL DE CINE FANTÁSTICO DE CATALUNYA

Juanma Bajo Ulloa: "Vivimos en la dictadura perfecta"

El intransferible y libérrimo director vitoriano vuelve a sus orígenes con 'Baby', fascinante cuento gótico sin diálogos sobre la maternidad presentado a competición en Sitges

Juanma Bajo Ulloa, fotografiado en el Festival de Sitges tras presentar su película 'Baby'

Juanma Bajo Ulloa, fotografiado en el Festival de Sitges tras presentar su película 'Baby' / periodico

Julián García

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Cinco años después de la fallida comedia salvaje ‘Rey gitano’, Juanma Bajo Ulloa (Vitoria, 1967) vuelve a la audacia de sus perturbadoras dos primeras películas, ‘Alas de mariposa’ (1991) y ‘La madre muerta’ (1993), que le proporcionaron la indiscutible aura de creador de culto. Fascinante y arriesgado cuento gótico sin diálogos, ‘Baby’ relata la historia de una joven madre drogadicta (Rosy Day) que, tras vender a su recién nacido a una extraña mujer (Harriet Sansom Harris), viajará al corazón del bosque para intentar recuperarlo. Justo el día de la presentación del filme en la sección oficial de Sitges, este diario dialogó con un Bajo Ulloa en plena forma, libérrimo tanto en lo artístico como en su percepción de la España actual.  

Siempre se ha caracterizado por ser un creador libre, pero con ‘Baby’ da un paso más allá. ¿No cree?

Igual lo que ha podido notar no es tanto eso, sino que hay más esclavitud que nunca. Cuando me llamaban rebelde de joven pensaba que era muy fácil ser rebelde. ¡Si no hay que hacer nada! ¡Llamáis rebelde a cualquiera que dice lo que piensa! Y ese es el problema: estamos en una sociedad que se las da de libre y democrática, pero eso no es cierto. Estamos peor que nunca. Vivimos en una dictadura perfecta.

¿A qué se refiere?

La gente se autocensura. No hay libertad de expresión. La santa inquisición campa a sus anchas. Nunca hemos estado tan teledirigidos como ahora. Y sin pegar un solo tiro, el sistema ha conseguido controlar a la sociedad y polarizarla; que el otro sea tu contrario, tu enemigo, que es lo que pasó en la guerra civil. Las posiciones más fanáticas y radicales son las que hablan, y la mayoría de la población debe posicionarse por decreto. Y ahí radica el enfrentamiento. Pasa en todos los ámbitos. En la cultura también.

Usted ha sido un creador desafiante al sistema. ¿Se siente a gusto viviendo en sus márgenes?

Si estás en el sistema no eres libre. Cada vez estamos más en manos de las grandes corporaciones. Como creador tienes la posibilidad de adscribirte a los grupos mediáticos que crean contenido, pero si lo haces no eres libre, porque haces lo que ellos te dicen, contratas a los actores que ellos te dicen, y escribes lo que ellos te dicen. Las posibilidades de vivir al margen de estas dictadures empresariales e ideológicas en España son casi nulas. Levantar una película te puede costar toda una vida. Y cuando la has hecho puede que no encuentres distribución o exhibición.

"No hay libertad de expresión. La santa inquisición campa a sus anchas. Nunca hemos estado tan  teledirigidos como ahora"

¿Por esta razón ha podido hacer solo seis películas en 30 años de carrera?

He hecho seis de ficción y dos documentales de rock. Me interesa mucho la música, soy un melómano bastante irredento. Pero sí, es cierto, mis dificultades para tirar adelante los rodajes tienen mucho que ver con eso. Y creo que esto va a ser seguir siendo así, porque cada vez es más difícil tener una voz propia. Los gobiernos de los países menos desarrollados intelectual y emocionalmente, como el nuestro, creen que tienen que controlar la creación porque tienen miedo del creador libre. De todos modos, me preocupa lo justo rodar poco: mi interés no es rodar por rodar. Mi interés es otro. Es conocerme a mí mismo, comprender las cosas.

¿Qué le llevó a relatar una historia como la de ‘Baby’?

Ha sido algo visceral. La cultura, el cine y el arte están siendo creados con la mente. Se consumen de forma bulímica. No dejan ningún poso. La política, en  cambio, debería ser racional y se está haciendo desde la emoción y la visceralidad. El mundo está muy pervertido. ‘Baby’ es un poco una respuesta a eso: es pura visceralidad. De hecho, hay imágenes en la película que son subconscientes y que no tengo ni idea de por qué están ahí; simplemente han surgido y sé que vienen de un lugar que tiene más que ver con los sueños y con la emoción que con lo racional.

"La cultura, el cine, el arte, están siendo creados con la mente, sin visceralidad. No dejan poso. Se consumen de forma bulímica"

¿Por qué decidió que la película careciera de diálogos?

El texto me molestaba. He preferido confiar en los elementos propios del cine: el decorado, la luz, el silencio, las miradas, la interpretación, el vestuario. No tanto en el texto. De hecho, desde la primera versión del guion a la última he intentado rascar hasta llegar a la esencia. Al final todo el material inicial se ha convertido en perfume esencial; ya no había flores, solo perfume.

Asume, por tanto, el riesgo de que ‘Baby’ carezca de palabras.

A veces se habla para mentir, para ocultar, para echar tierra sobre algo. Suelo decir en broma que el público al que va dirigido ‘Baby’ es un público harto de palabras. Prefiero dejar que sea el espectador quien interpete la simbología de la película. El sistema llama "estúpido" al espectador: todo se lo da explicado, mascado. Por eso se nos olvida lo que se vemos, porque no hay esfuerzo. 

Como en sus primeras películas, regresa al tema de la maternidad. Y en este caso, sin ningún personaje masculino. ¿Por qué?

La maternidad es el tema más importante. ¿Qué hay más grande que la vida y la capacidad de dar vida? La mujer tiene capacidad de creación y ese es el poder más grande del universo. Por eso me interesa tanto como elemento narrativo. En cuanto a la no prsencia de hombres... La creación es femenina, y si quieres hablar sobre ella, debes hacerlo a través de personajes femeninos. 

‘Baby’ empieza como una película de vocación realista y va derivando al cuento gótico casi onírico. 

La película es un cuento, una fábula en la que hemos jugado a la verosimilitud. Es cierto, eso sí, que a partir de que la protagonista abandona su piso en la ciudad y viaja a la casa del bosque a buscar a su hijo, entras cada vez en una atmósfera más no-racional y subconsciente. Hicimos un pase en Vitoria para el equipo y me llamó la atención que mucha gente me dijera que era una película de larga digestión, que había soñado con ella. Hay imágenes que se parecen más a lo que uno pueda soñar que a lo que ve en el mundo real. No sido algo premeditado, pero me gusta ver que 'Baby' es una película que puede ser soñada también después.

Dos de las tres películas precandidatas al Oscar, ‘El hoyo’ y ‘La trinchera infinita’, son producciones vascas. ¿Es tan saludable, como parece, la industria vasca del cine?

Siempre ha habido una apuesta bastante clara por el audiovisual en el País Vasco. Pero creo que tiene que ver bastante con la idiosincrasia del país. Ya en los 90, cuando surgí yo, paso algo parecido: éramos muchos los creadores y técnicos vascos reconocidos, y eso no se correspondía con la demografía del país. Somos solo dos millones. Pero creo que tiene que ver mucho con la represión que existe en Euskadi.

"Somos la primera generación consciente de su autodestrucción y no tomamos medidas. Es como el enfermo de cáncer que sigue fumando"

¿En qué sentido?

La creación surge también de la represión. Y Euskadi es un país muy reprimido geográfica, política y sexualmente. El puritanismo es absoluto. El partido dominante viene de los jesuitas. Y frente a la represión siempre hay una respuesta creativa en el arte. También en la política. La reacción violenta de una parte de la sociedad vasca en forma de lucha armada o de terrorismo, como quieras llamarlo, no dejó de ser una reacción a la opresión político-sexual. Habrá gente que le parezca muy loco realizar terrorismo y sexualidad, pero yo lo veo muy claro. Alguna vez me han preguntado mi opinión sobre el problema vasco y yo respondía: "¿Hablas de que no follamos?" Ese es el problema vasco.

¿Cómo está viviendo estos tiempos de pandemia? ¿Cree que, como se decía al principio, podrá salir algo bueno de esta crisis?

El tiempo que marca la naturaleza es lento e implacable. A largo plazo nada será igual: no va a ser algo pasajero, porque es imposible. Hemos llegado a un nivel de autodestrucción tan grave… Somos la primera generación consciente de su destrucción y no tomamos medidas. Somos como ese fumador enfermo de cáncer que sigue fumando y le da igual. Quien esté esperando que nos curaremos con una vacuna mágica está muy confundido, porque va a seguir viviendo en esta película de terror. Hemos de entender que somos organismos dentro de la naturaleza, y que nuestra acciones tienen reacciones. Lo importante ahora es ver el lado bueno y, más allá de los terribles dramas de la pandemia, valorar qué haces, si mirarte el ombligo o quejarte, y aprovechar que todos los días vuelve a amanecer y empezar de cero. De eso habla también ‘Baby’, de las segundas oportunidades.

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