ENTREVISTA

Juan Cavestany: "No quiero quedarme en la tontería ni parecer denso"

Este gran cultivador del humor extraño presenta en Sitges 'Un efecto óptico', comedia triste y rompementes

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Juan Manuel Freire

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Con delicias escurridizas como 'Dispongo de barcos', 'Gente en sitios' o la colectiva 'Esa sensación'Juan Cavestany se ha labrado una reputación de gran explorador de los límites del (pos)humor. 'Un efecto óptico', la película que presenta en Sitges, es quizá su obra más atrevida y, digámoslo, bella hasta la fecha.  

¿De qué idea inicial parte 'Un efecto óptico'?

La película trata, en esencia, sobre la dificultad para disfrutar, algo que aparecía en otras cosas que he hecho y que seguramente deba tener que ver con mi propia experiencia. Tengo dificultad para relajarme, para disfrutar de las cosas. Me ha pasado con 'Un efecto óptico': hasta que no la he acabado y la he enseñado, no me he relajado con ella. Ahora estoy contento con el resultado. He hecho una película sobre la dificultad para disfrutar, pero una película disfrutable.

En principio, esta parece la historia de un matrimonio que viaja a Nueva York y se encuentra algo que parece más bien Burgos. La monda. Pero, después, el proyecto va por derroteros inesperados a nivel de tono y estructura. ¿Cómo fue el proceso de escritura? ¿Había plan maestro?

Mi forma de trabajar suele ser bastante irresponsable, menos cuando he colaborado con alguien, como con Álvaro Fernández Armero en 'Vergüenza'. En mis proyectos más independientes, suelo partir de intuiciones, de conceptos, de una escena concreta… En este caso, por ejemplo, que una persona mirase una guía de ciudad y lo que está viendo no coincidiera con lo que está en el libro. Sueles tener algo pequeño a lo que quieres dar un mundo.

A menudo se define como 'surrealista' su estilo de comedia, pero tiendo a pensar que, en realidad, lo suyo es muy realista. Se basa mucho en los misterios de la percepción, algo con lo que vivimos cada segundo.

Yo hablaría incluso de mirada hiperrealista. Para mí, el surrealismo es un señor con un sombrero del que sale un grifo y que pasea a un pato con una correa. Ese tipo de imaginario del arte de principios del siglo XX: la arbitrariedad, el dadaísmo, las imágenes de formas y colores arbitrarios… En mi caso hay una mirada profunda a la realidad. No porque yo sea profundo, sino porque me paro a mirar mucho. Y cuando te paras a mirar mucho, el significado de las cosas empieza a mutar.

En mis notas de la película aparecen las palabras 'mortadela escondida detrás del váter' y, no mucho después, 'Tenet'. Creo que esta combinación define el estilo Cavestany, su equilibrio entre la comedia directa y la abstracción.  

Es un equilibrio que me interesa, sí. Es como una pescadilla que se muerde la cola. No quiero quedarme en la tontería y, a la vez, tampoco quiero parecer muy denso, así que introduzco la mortadela, pero tampoco quiero quedarme en la chorrada y pretendo hablar de temas… Es ese círculo constante, que además creo que se basa en la experiencia. Puede morirse un familiar tuyo y, a la vez, que tengas una uña clavándosete en el dedo gordo del pie. 

¿Espera que aparezca una subsección de Reddit dedicada a 'resolver' su película?

No me extrañaría, podría ser. La película da explicaciones a algunas cosas y a otras no. Carmen [Machi] y Pepón [Nieto; los protagonistas] solían pedirme esas explicaciones. Antes de rodar, hicimos tres o cuatro comidas/lecturas para hablar del proyecto. A todas llegaban con preguntas: "venga, cuenta, va", me decían. Y nunca les contesté a todo. Pero no tengo cartas ocultas ni respuestas que no quiera contar. Todo está sugerido en la película y no sé más allá.

"He hecho una película sobre la dificultad para disfrutar, pero una película disfrutable"

Creo que si la película funciona y arrastra es, en parte, por el uso de la música, que es casi constante. Esto es algo que generalmente se critica en el cine, pero resulta muy útil para construir una lógica propia, un ritmo propio, ¿verdad?

Es algo muy consciente, muy trabajado. En una serie como 'Vergüenza', la música se usa para subrayar, o para transitar, y la relación con el músico es frustrante, porque no puede hacer nada realmente. Yo ya había contado con [el compositor] Nick Powell en 'Dispongo de barcos' y 'Gente en sitios', pero lo que hice fue usar maquetas preexistentes. Tenía la deuda pendiente de permitirle hacer una banda sonora ambiciosa. Conceptualmente, me apetecía una música como de melodrama de Sirk de los años cincuenta, de aquella que sonaba por debajo de los diálogos. También me gusta mucho cuando la música no cambia a tenor de la imagen. En la película puede pasar que cambie la temperatura emocional y la música siga su propio curso. 

Mientras veía 'Un efecto óptico' tuve, por momentos, la misma sensación de vértigo existencial que con 'Estoy pensando en dejarlo'

Me encantó el arranque, los primeros veinticinco minutos. Esa larga conversación en el coche me pareció magistral. También el diálogo al volver de casa de los padres. El resto no lo entendí bien y me quedé un poco a medias. Lo que más aprecio es ese arranque de dos personas hablando en un coche con un diálogo maravilloso… ¡Me dio mucha envidia!