la historia de un renacido
Maka, música para sobrevivir a la cárcel: "Me ha dado la libertad que no tenía"
Ignasi Fortuny
Periodista. Principalmente, escribo sobre música.
Ignasi Fortuny
La de Maka es la historia de un renacido. La de un tipo que es uno más pero que se convierte en ídolo de muchos. Y con un claro punto de partida: algo fue alumbrando su camino durante sus cuatro años en la cárcel. La luz no fue la condena, fue el flamenco. "Toqué fondo muy joven, con 20-21 años. Fondo, pero fondo. Vi un resplandor en mi vida, un momento para encontrarme a mí mismo", cuenta Maka, referente en la fusión del flamenco con la música negra y latina. "La música ha sido mi salvación, me ha dado la libertad que no tenía", afirma el de Granada, ya con siete discos a sus espaldas. Ahora da las gracias a todo ello con el título de su nuevo trabajo, 'Bendiciones'. Las canciones como remedio, la música como sanación. "No me ha hecho falta ir al psicólogo", ríe.
Maka (Francisco Javier Rodríguez Morales, 1985) recuerda su etapa juvenil como un constante vivir al día. En su futuro no había nada escrito, como en el de muchos otros jóvenes del periférico y humilde barrio granadino Polígono Norte de Almanjáyar. "Era como si hubiera una valla que no te dejara salir del barrio", dibuja. Por cierto, Maka tiene muy claro porqué Granada genera tanto talento musical: "Aquí hemos pasado mucha hambre, y eso te hace sacar lo mejor de ti para tirar adelante". Lo dice con propiedad: "Yo me he visto en la cola de Cáritas y teniendo que hacer cosas de las que me arrepiento muchísimo". Como el fatídico atraco a un salón de juegos que le llevó a prisión. Por eso tiene claro que el dinero es el causante de muchos males, un tema del que se nutren muchas de sus canciones. "Y la política mal hecha, pensada para unos pocos", zanja.
Volviendo a épocas pasadas y -define- "desestructuradas". "Hubo cosas que me echaron a la calle... Y uno consume estupefacientes, esto, lo otro, y como que ya te pierdes. No te das cuenta hasta que te ves allí, con cinco años y pico de condena por cuatro tonterías, y tienes que madurar", recuerda. Todas esas vivencias son de donde bebe su trabajo.
Propuesta a contranatura
En los noventa en el Almanjáyar no se escuchaba otra cosa que flamenco. Pero llegó internet. "¡El famoso internet nos abrió las puertas al mundo!", exclama. "Descubrimos una música totalmente diferente y nos llamó mucho la atención", recuerda. El bum en el barrio fue tan fuerte que Maka empezó a mercadear con cedés piratas de música americana. Y, todo sea dicho de paso, dice: "Para ganarme cuatro perras". "Me volví loco con esa música, era fresca", cuenta.
Ya de mayor, tras salir de la cárcel y apostar por la música como vía de escape, juntó ese sonido que le apasionó de joven con su flamenco de cuna. "Entonces no hacía música por dinero, la hacía para sobrevivir", cuenta. Un camino un poco a contranatura con el que poco a poco fue creando su sonido, ahora con mucha influencia latina. "Mi estilo no puedes compararlo, es uno que he creado yo desde el inframundo", afirma.
"Mi estilo no puedes compararlo, es uno que he creado yo desde el inframundo"
Una mezcla "perfecta". Argumenta: "Ahora en los barrios, y en toda la sociedad, se escucha reguetón, trap... Y nosotros hemos sabido mezclar lo de siempre con esas ramas". El historial de éxito de la fusión con el flamenco como punto de partida es largo. "Creo que es por la pureza, transmite mucho. Es un género de sentimiento, de fuerza, de misterio... Algo te remueve", apunta.
Pero siempre surge el mismo debate: ¿se puede ser puro desde la fusión? "¡Ya te digo! ¿Podemos decir que no es puro Raimundo Amador, padre de la fusión? Siempre está esa pelea, porque es una música con mucho arraigo y es normal que los puristas quieran sobreguardarla", responde.
Sea como sea, su música cosecha millones y millones de escuchas, seduce a familias enteras y lleva años llenando salas. Un logro, conseguir estas cifras desde la independencia, sin una gran discográfica detrás, que resumía hace tiempo así en su Instagram: "Números de multinacional desde un cuartucho de Granada". "Parece inalcanzable porque la industria fija un estereotipo, un físico, un producto impoluto... Y luego llegas tú, una persona imperfecta, desde cero, bueno no, desde menos 10, y ganas discos de oro, de platino...", cuenta sacando pecho. Aunque apunta que no le gusta ser ejemplo de nada. Si acaso, dice, "soy el ejemplo de la imperfección". Nadie nace perfecto, tampoco los renacidos.
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