CRÍTICA DE CINE
'El rey del barrio': Apatow a toda costa
Pese a estar parcialmente basada en las circunstancias personales de su protagonista y coguionista, el cómico Pete Davidson -transtorno depresivo, abuso de la marihuana, trauma por la muerte del padre-, ‘El rey del barrio’ no es sino otra variación del mismo tipo de retrato sobre el que Judd Apatow ha erigido su carrera como director: el de un niño grande necesitado de redención.
Todas las comedias del neoyorquino son deliberadamente largas y dispersas, y se vertebran a través de diálogos a menudo improvisados que no contribuyen al avance de la trama pero introducen en el mundo de los personajes y aportan dosis de humor. Sobre el papel, aquí Apatow intenta ponerse más serio para reflexionar sobre asuntos como la pérdida, el sacrificio y la enfermedad mental pero, tras hacer algunos gestos narrativos con ese fin, la película recula para reajustarse a la conservadora fórmula ‘apatowiana’; y a causa de esa indecisión permanece atrapada en una tierra de nadie, temerosa de bromear sobre cuestiones tan graves pero también de explorarlas de verdad. Si a pesar de ello ‘El rey del barrio’ resulta moderadamente disfrutable es sobre todo gracias a la habilidad de su director a la hora de construir relaciones y conversaciones, y de lograr que las desdichas de sus personajes nos importen tanto como le importan a él.
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