CRÍTICA DE CINE

'Nación cautiva': fascismo alieníenigena

El filme, seductor gracias al impacto dramático que logra generar, avanza atropellado e indeciso acerca de dónde poner el foco y quiénes son realmente sus personajes

Estrenos de la semana. Tráiler de 'Nación cautiva'

Tráiler de la película 'Nación cautiva' / periodico

Nando Salvà

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La nueva película de Rupert Wyatt se sitúa a medio camino de ‘Distrito 9’ y los ‘thrillers’ conspiranoicos de Alan J. Pakula para retratar la distópica sociedad surgida de una invasión alienígena de la Tierra, y mientras lo hace se muestra menos interesada en ofrecer espectáculo visual que en plantear asuntos de raza y clase; de hecho, el director apenas nos muestra a las criaturas extraterrestres -cuya apariencia sugiere el cruce entre una araña gigante y un puercoespín-, y así refuerza su condición alegórica. Es una pena, en todo caso, que nunca llegue a explorar en serio ni esa metáfora ni los diversos dilemas éticos que pone sobre la mesa. Todo cuanto alcanza a decirnos es que el fascismo es malo. 

Entretanto, ‘Nación cautiva’ avanza atropellada e indecisa acerca de dónde poner el foco y quiénes son realmente sus personajes, llena de ideas pero incapaz de organizarlas con coherencia; y su giro final, al que toda la estructura narrativa parece supeditarse, acarrea una serie de cuestiones que Wyatt no está preparado para responder. Si pese a todo ello la película se las arregla para resultar extrañamente seductora es gracias al impacto dramático que logra generar en cuanto sus diversas líneas argumentales convergen y, sobre todo, a su voluntad genuina de probar cosas nuevas dentro de los confines del género al que pertenece.