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Coronavirus y cultura: expediente La Bisbal

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Nando Cruz

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Pasan los meses y se sigue señalando la cultura como foco de contagio del coronavirus. Ante la amenaza de ser señalados como agravantes de la pandemia, muchos ayuntamientos han preferido cancelar todas las actividades culturales. Pero no todos. Este verano La Bisbal d’Empordà ha celebrado un ciclo de conciertos en julio, la fiesta mayor en agosto, una feria literaria y otra de circo. Y el éxito no ha sido solo de convocatoria. El éxito es que no se ha detectado ningún rebrote: ya pueden demostrar con cifras que cultura y salud no son excluyentes.

El caso de esta población gerundense de poco más de 10.000 habitantes es digno de estudio. Todo se ha hecho con restricciones de aforo y bajo estrictas medidas de seguridad, pero se ha hecho. En apenas dos meses, la capital del Baix Empordà ha acogido cuatro grandes eventos que han alegrado el verano a sus habitantes y han dado trabajo a artistas locales y empresas de sonorización de espectáculos de La Bisbal. "Este equipo de gobierno tiene la cultura en el centro de sus actuaciones municipales", proclama el concejal de Cultura, Carles Puig. "Por eso estudiamos los protocolos y decidimos que, si era posible, lo haríamos porque tendría un efecto regenerador en la gente", afirma.

Julio arrancó con el FITM, el Festival Internacional Terracota Museu. Internacional, porque el ciclo se inauguró con la visita del cantante del grupo alemán de ska Dr. Ring-Ding. Eso sí, a diferencia de las siete ediciones anteriores, este año el ciclo se trasladó al Museu de Terracota para gestionar mejor el aforo. La otra diferencia es que hasta el 2019 era gratis y reunía cada miércoles a unas 400 personas. Este año, por primera vez, costaban ocho euros. Sorpresa: se agotaron las 150 entradas cada noche. Gracias al coronavirus, sus organizadores han constatado que la gente está dispuesta a pagar por esos conciertos.

Prioridad para los locales

El dinero también ha sido una barrera muy útil a la hora de distribuir las entradas de conciertos y demás actos de la fiesta mayor. Nada de reserva por internet. Había que recogerlas en distintos establecimientos de La Bisbal. Las del concierto de rumba infantil se vendían en la tienda de ropa Nens. Las de Mazoni, en la librería La Singlantana. Las de Kids From Mars, en la peluquería Maria Àngels. Todas, a dos euros. Así se potenciaba que las entradas se las quedase gente del pueblo, se fomentaba el consumo en las tiendas y se frenaba el absentismo habitual cuando reservas entradas gratis. Además, la recaudación total, más de 10.000 euros, se destinará a tres entidades sociales. Ha sido una fiesta de mínimos, pero aun así se celebraron 38 actos. El programa no se promocionó fuera de La Bisbal para no atraer foráneos, pero hubo hasta 'correfoc'. Eso sí, con la cobla La Principal de La Bisbal estuvo prohibido bailar sardanas.

El efecto regenerador de la cultura es difícil de cuantificar, pero el interés que han despertado las actividades culturales entre la población en este verano tan extraño quedó plenamente confirmado cuando la joven feria literaria Indilletres batió su récord de asistencia. Acudieron casi 2.000 personas.

Llegó septiembre y con él la Fira de Circ al Carrer. Esta tenía que ser su 25ª edición. Y también se celebró, aunque con las restricciones de rigor. Los patios de colegios, que cada verano permanecen cerrados a lo largo y ancho del país, se abrieron en La Bisbal para acoger casi la mitad de espectáculos. Claro: son amplios, al aire libre y con entradas anchas que permiten regular el acceso. En este caso, la reserva de entradas sí fue gratuita, aunque se podían hacer donativos. En el ayuntamiento calculan que el número de localidades que quedaron vacías, pese a haberse agotado las entradas, fue de entre el 5 y 10%.

Sin presión en el CAP

¿Y cómo ha afectado tanta actividad cultural en el CAP de La Bisbal d’Empordà? José Miguel Villar Marqués, jefe del Área Bàsica de Salut del municipio, es tajante: "No hemos notado ningún repunte relacionado con estos actos". El Baix Empordà tiene una tasa de 126 contagios por cada 10.000 habitantes. En La Bisbal ese índice es de 71. Poblaciones de la comarca como Palafrugell, Palamós, Sant Feliu de Guixols, Santa Cristina d’Aro, Calonge y Platja d’Aro superan el porcentaje de La Bisbal. De hecho, la gran mayoría lo duplican.

Castro señala y agradece que, a raíz del covid, "se ha estrechado mucho la relación entre el ayuntamiento y el área de salud". Ha habido reuniones para planificar medidas sanitarias y así seguirá siendo. Porque La Bisbal no para. Este fin de semana el Teatre Mundial reabre al fin (no estaba cerrado por el coronavirus, sino porque no tiene aire acondicionado) y acoge la primera edición del Mirell, un festival de documentales musicales. Y a mediados de octubre llega la primera Terracotta Biennal, cuyo objetivo es potenciar el arte alrededor de la cerámica. "Necesitamos la cultura para seguir viviendo: leer libros, ver música en vivo y hacer todo lo que podamos hacer", proclama el regidor de cultura.

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