Opinión | PERIFÉRICOS Y CONSUMIBLES

Javier García Rodríguez

Escritor y profesor de Literatura Comparada en la Universidad de Oviedo

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'Criteratura': jugo de tronos

La Crítica y la Literatura estuvieron en guerra durante glaciaciones y solsticios. Ambas pretendían el dominio

Paulo Coelho, fotografiado en una de sus visitas a Madrid

Paulo Coelho, fotografiado en una de sus visitas a Madrid / periodico

Voy a contaros un cuento, niñas y niños. Sucedió hace mucho tiempo en un lugar muy lejano. Le preguntaron a Paulo Coelho: "¿Le molesta que la crítica no le considere?". Y él, ni corto (maltés) ni perezoso (yogui), respondió: "Desde Shakespeare, todos los escritores de éxito han tenido mala prensa". Con un par. Y desde ese Big Bang incontrolado (Shakespeare con Coelho subido a su ídem), todo ha sido igual: los autores buscando la crítica (buena) pero despreciando a la crítica (mala), persiguiendo el prestigio pero anhelando las ventas (¡ole!), deseando el éxito (todo). Así fue el aiguonirol desde el principio de los tiempos: a las duras y a las maduras, a Eva y a la serpiente, al plato y a las tajadas, en misa y repicando, en dos sillas y mal sentado, jugando a dos barajas o a dos bandas, a Dios rogando y con el mazo dando, en la ceca y en la meca. Y esto siguió sucediendo en la Era Thermomix™ del Mercado Literario.

La Crítica y la Literatura estuvieron en guerra durante glaciaciones y solsticios. Ambas pretendían el dominio, que se hacía en el resbaladizo y económico presente de los autores pero afectaba para que su futuro fuera ensalada de canónicos o agua de borrajas. Vinieron las huestes de ambos ejércitos. Atacaba George Steiner en 'Presencias reales': “Y aquí constituye sin duda un reto el problema que surge del hecho de que toda explicación es, en alguna medida, valorativa y crítica”. Se fajaba Paul de Man en 'La resistencia a la teoría': "Es más difícil que nunca, en estos campos de batalla, distinguir al amigo del enemigo, y aún más difícil plantear las cuestiones en un lenguaje común inteligible". Se miraba al pasado, se vivía el presente, se abonaba el futuro. El caballero inglés Martin Amis declaró: "Deplorar el presente, la actualidad, es el colmo de la inanidad".

Se encontraron Sir Critic y Lady Literatura, niños y niñas, con el soberano Julio Ramón Ribeyro y díjoles este: "(…) los críticos trabajan con conceptos, mientras que los escritores con formas. Los conceptos pasan, las formas permanecen". Ninguno de los dos entendió por qué les decía aquello. Cumplían con los que se esperaba de ellos, tan modosos. Pero con eso no era suficiente. Y ambos se fueron a su casa tristes por lo que habían escuchado. Conceptual el uno, formal la otra. Y colorín colorado…

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