FIESTAS DE LA MERCÈ

BAM 2020: doble ración de pop melancólico

Núria Graham, en La Model, y Da Souza, en la Antiga Fàbrica Estrella Damm, reinaron en la última jornada del festival con sus estribillos agridulces

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Juan Manuel Freire

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Doble ración de pop melancólico en la tercera y última jornada del BAM. A media tarde, el de la cantante y guitarrista Núria Graham, en un escenario nuevo para el festival: uno de los patios de las galerías de presos de La Modelo. La vigatana ha logrado, en tiempo casi récord (publicó su primer ‘epé’ en el 2013), una autoridad compositiva e interpretativa que la mayoría no consigue en una vida. Queda claro en el disco ‘Marjorie’, publicado poco antes del confinamiento, y se pudo volver a comprobar en su directo de este domingo, en el que estuvo acompañada por cómplices habituales como el bajista Jordi Casadesús, el batería Àlex Bou y el teclista-guitarrista Sam Berridge.

El despliegue de melodías inspiradas y arreglos sutilmente barrocos empezó con ‘Connemara’, uno de los temas del disco que hacen clara referencia a la herencia familiar irlandesa de Graham. La siguieron la estupenda ‘Shirley’ y una ‘Hazel’ con giros melódicos propios de Aimee Mann. Además de cantar con la emotividad justa, Graham es una guitarrista inteligente y precisa. A la que puede tentar la psicodelia, por otro lado: véanse los largos desarrollos de ‘Peaceful party people from heaven’.

Siempre en línea ascendente

Aunque la melancolía impere en sus canciones, sobre todo en las últimas, algunas se dejan casi bailar, o permiten golpetear la rodilla con los dedos mientras se está sentado y distanciado. Es el caso de ‘Do you wake up for a while every day?’ o ‘Christopher’, dos de sus hits indiscutibles. No es el caso de ‘The beginning of things’, pero esta balada inédita apunta a futura intocable de su repertorio. La canción sobre principios no fue el final: ese privilegio fue para ‘No returning’, versión de un tema de su tío Niall, el hijo de la Marjorie que da título al disco.

El cuarto disco de los mallorquines, pero casi por entero residentes en Barcelona, Da Souza se llama ‘Salsa agredolça’ porque ese es el condimento esencial de su receta para la canción pop perfecta. Sus temas tienen ese punto luminoso y otro más triste. Con este último disco siguen en línea ascendente tras el sorprendente ‘Futbol d’avantguarda’ del 2018: de nuevo, mucha belleza melódica (un poco Antònia Font, un poco Real Estate) y, como novedad, desarrollos instrumentales inesperados, pequeñas escapadas experimentales.

En este grupo todos cantan

En la Antiga Fàbrica Estrella Damm arrancaron con ‘Qui sap’, buena cata de su receta pop agridulce, para después mostrar su cara más animada en ‘Agents de l’ordre universal’ y planear como sus amigos El Petit De Cal Eril en la esponjosa ‘He sortit de casa’. Con ‘Finals’, de su anterior disco, llegó la hora para Lluís Cabot de elevar un poco más la voz y de sus colegas de banda en construir el groove más contagioso posible. Pero en este grupo todos cantan: el guitarrista Xavi Hernandez tomó la voz cantante para ‘Aeròlits’ o una gran ‘Geometria damunt esferes’, mientras que el batería Àngel Garau hizo lo propio en ‘Tira-tira’.

La banda ha reducido el tiempo de monólogos cómicos (en el pasado, podían ocupar casi tanto como las canciones), pero sigue buscando momentos relajados, como cuando Cabot sugirió que a lo mejor debían tocar un instrumental para que el público pudiese ir a la barra; delante del escenario hay mesas, pero no se puede beber. “Id yendo en orden, ¿eh?”.