FIESTAS DE LA MERCÈ

Maria Rodés, bruja con causa en el Teatre Grec

La cantautora del Maresme desplegó el sugerente cancionero de 'Lilith', su nuevo álbum, con ingenio instrumental, giros latinos y fondo feminista

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Jordi Bianciotto

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La simpatía de Maria Rodés por el enigma ancestral la lleva ahora a vérselas con las brujas de otros tiempos y con los ritos chamánicos que conectaban con el otro lado. Aquellas figuras a veces inmoladas en la pira eran en realidad mujeres que no encajaban en las cuadrículas, entiende la cantautora del Maresme, que este domingo nos sirvió un bonito aquelarre con fondo reivindicativo en el Teatre Grec.

La nueva propuesta, un álbum que verá la luz el 16 de octubre, lleva por título ‘Lilith’, en alusión a la figura mitológica, la primera mujer de Adán según el judaísmo, que se rebeló ante su autoridad. Repertorio que funde la tiniebla con el trazo de inocencia y la melodía encantada con la canción de tacto popular. La noche del Grec comenzó a andar con un poema de Miguel Hernández, ‘Luna venidera’, en forma de mantra monocorde, que dio paso a ‘Flor del mal’, repesca de sus días de copla.

Cuerdas en fricción

Siempre atenta tanto a dinámicas melódicas con ángel como a texturas aventuradas, Rodés desplegó una sonoridad cálida y con puntos de fuga astrales a partir del juego a tres guitarras, las clásicas que manejaron tanto ella misma (a veces) como Isabelle Laudenbach (la que fue componente original de Las Migas), y la eléctrica de Marina Tomás, trío subrayado por el cello de Marta Roma y el aéreo instrumental de Pep Pascual, el largo cómplice de Pascal Comelade. Suyas fueron las ululantes vibraciones del arco de violín en esas ‘Risas’ con vistas a Alfonsina Storni. “Una de mis brujas preferidas”.

Alternadas con canciones como ‘Nana negra’ (sobre cuerpos negros e invisibles que vagan por el universo, del cósmico álbum anterior, ‘Eclíptica’) o la copla ‘Ay, pena, penita, pena’, en versión trovadora quebradiza, gotearon bienvenidas novedades: inquietante ‘Les bruixes tornen’, con golpes de timbal, hierros que chirriaban y aires de aquelarre, y la respondona ‘Me quedará soltera’, de Cecilia, llena de ironía costumbrista.

Energías mágicas

Aires de ranchera en ‘La bruja’ y un guiño a Mikel Laboa con su ‘Baga, biga, higa’ en euskera, que utilizó para pedir que las “energías mágicas” del lugar fulminaran el maldito covid. Consumado el encantamiento, y tratando de terminar el concierto antes de que el piromusical de las 22.00 lo torpedeara, Rodés hizo buenas migas con la pieza ‘Paraguaya’, de Juana Molina, y reservó para el final un par de cartas del nuevo disco que ya han visto la luz. Ahí estuvieron ‘La extraña’, cumbia en honor a la curandera mexicana María Sabina, y ‘Carta al diablo’, sobre una bruja que se enamora del demonio. “Pinta mal, pero ella lo intenta, aunque al final pasa lo que pasa”, ilustró Maria Rodés, trovadora y hechicera, en la última, ultramontana, noche de la Mercè.