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La sala Cincómonos estrena una obra sobre la última noche de Marilyn

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Eduardo de Vicente

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Una de las figuras más icónicas del siglo XX fue Marilyn Monroe. Su carrera cinematográfica (corta pero intensa y repleta de grandes películas), su vida privada (con una infancia problemática y múltiples problemas en sus matrimonios), su indudable atractivo personal y su prematuro fallecimiento la convirtieron en un símbolo que ha llegado hasta nuestros días. Sobre su vida y muerte hay muchas incógnitas, resolverlas es tarea imposible, por lo que quizás sea mejor recurrir a sus propias palabras para, al menos, intentar entender quién era. Eso es lo que han hecho un par de fans que adoran a esta estrella: el director Manel Torquet (que ya adaptó al teatro Con faldas y a lo loco) y la actriz Sara Galisteo (cuyo próximo proyecto es el largometraje Marilyn y las avispas).

Ambos han recurrido al abundante material que existe sobre ella como entrevistas, cartas, poemas y sesiones con su psiquiatra a la que han añadido unos textos adicionales escritos por Galisteo para crear una radiografía de Marilyn que intenta mostrar sus pensamientos más íntimos ejemplificados en su última noche, cuando cerró los ojos para siempre. Todo ello se ha traducido en un espectáculo, <strong><em>Marilyn noche</em></strong>, que puede verse en la intimidad de la Sala Cincómonos y que es todo un regalo para los admiradores de la protagonista de La tentación vive arriba.

Una exposicion como prólogo

Para completar esta visión poliédrica de la actriz, en el vestíbulo del teatro puede verse una exposición compuesta por 23 portadas de revistas del archivo de Torquet entre las que destaca un Fotogramas del año 52 muy difícil de localizar. También hay otras cubiertas históricas como la de la versión española de Life de los 50 y 60, Garbo (1958) o de Cine Revue (1963) y de otras publicaciones como París Match, Gaceta Ilustrada, Lecturas, Interviú, Stern Magazine, Cahiers du Cinema y hasta ¡El Jueves! Un estupendo aperitivo para irse ambientando antes del inicio de la función.

El escenario está ocupado por una cama con su almohada, un teléfono, un tocadiscos, unos frascos de pastillas y un taburete. Ella luce una combinación similar a la que utilizaba en Vidas rebeldes, fuma compulsivamente y se la nota algo perjudicada por el alcohol que va sorbiendo de su copa de champán mientras suena una música de piano. Da vueltas por la habitación escuchando el Dancing in the dark de Sinatra y canta el tema principal de la película de Billy Wilder, pero se le olvida la letra. Padece insomnio y comenta irónicamente que ella se ha convertido en “el sueño de los demás pero no puede dormir” y que sus únicas amigas leales son las pastillas.

Marilyn, Norma Jean y sus carencias

Durante toda la representación hay una constante, su dualidad. Podría parecer un monólogo pero, en realidad, casi siempre es un diálogo entre Marilyn Monroe (la estrella) y Norma Jean Baker, su auténtico nombre (la mujer) que están en continuo conflicto. ¿Dónde acaba una y empieza la otra? ¿Marilyn ha devorado a Norma Jean? ¿Añora el tiempo en que era una persona anónima? Son las dos caras de un mismo espejo.

Recrea una discusión con su último marido, el escritor Arthur Miller, y nos muestra su vulnerabilidad al haber sufrido carencias afectivas desde pequeña, tras haber sido abandonada por su padre y pasar por un orfanato o ceder a las propuestas sexuales de los productores babosos. Se abraza a su almohada y habla sobre la maternidad con la hija que nunca tuvo. Su doctor es su último refugio, al que recurre a altas horas de la madrugada y a quien confiesa sus sentimientos más ocultos.

Amantes y secretos inconfesables

También tiene tiempo para recordar a sus amantes como el presidente norteamericano John Fitzgerald Kennedy y el Happy birthday que le dedicó o al cantante y actor Yves Montand con quien rodó El multimillonario (al que no se cita pero, como un guiño, se escucha su versión de Les feuilles mortes). Y explica su visión del sexo y describe cómo se siente una mujer frente al orgasmo. Revelaciones muy íntimas explicadas cara a cara.

Todo ello al servicio de la versatilidad de Sara Galisteo que se desdobla en dos personajes opuestos (Marilyn y Norma Jean), sufre en el escenario, llora, ríe, baila, canta, imposta un poco la voz para imitarla y pasa por diferentes estados a lo largo de poco más de una hora que debe resultarle extenuante. Aunque su parecido físico con Marilyn es limitado resulta curioso comprobar cómo, en algunos momentos, cuando la peluca rubia oculta parte de su rostro, parece que la tengas delante y es un instante mágico. Un retrato a fondo y hecho desde el cariño que sienten unos admiradores por una mujer que, pese a tener todo lo que podía desear, fue profundamente infeliz porque solo a ratos se sintió amada, lo que realmente necesitaba. Ya lo decía la canción: "I wanna be loved by you". Y eso era lo único que le hacía falta esa noche... y todas las demás.