FIESTAS DE LA MERCÈ

Maria del Mar Bonet tiende puentes en el Teatre Grec

La cantautora exhibió fértiles complicidades con Toti Soler, Miquel Gil y Juan Valderrama en un concierto precedido por el recital de Roger Mas a lomos del repertorio poético de 'Parnàs'

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Jordi BIanciotto

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 El Teatre Grec se alzó este jueves como la ‘torre de la canción’ a la que un día rindió honores Leonard Cohen, hecha de poesía, arte sonoro y voces con alma. La de Maria del Mar Bonet, reinando en su propuesta singular, ‘Un mar de complicitats’, de la mano de invitados selectos, y antes, en sesión de tarde, la de un Roger Mas presto a abrirnos las puertas de ‘Parnàs’, “la patria de las musas y de los poetas”.

El trovador de Solsona se valió de los versos de ‘Les rutes clares’, de Martí i Pol, para abrirse paso arropado por su trío. Dejó en reposo las canciones de su próximo disco, ‘Set flors’, y se hizo fuerte en ese inspirador ‘Parnàs’, apuntando a los poemas de amor cortés, a los autores contemporáneos y a melodías tradicionales: ese inglés ‘Jordi’ que un día hizo suyo Joan Báez. Las ‘cançonstel·lúriques’ asomaron con sus citas a Verdaguer, y en el bis, visiones psicotrópicas en ‘El dolor de la bellesa’. Un llamamiento ultramontano: “endavant les atxes i foc a l’obaga!”.

Largas amistades

Verdaguer volvió a nosotros en boca de Maria del Mar Bonet, que abrió su recital enredada en los sargazos de ‘L’amorés mar desfeta’, agitado preludio de un concierto, como todos los suyos, abierto a muchos colores, texturas y edades: no tardó en evocar su yo juvenil con una de las canciones menorquinas que le marcaron el camino, ‘Joan, d’on vens?’, e invocando las inclemencias naturales en ‘Aigo’. Aquellos días en que cultivaba la cerámica en Horta, los de ‘No trobaràs la mar’ y ‘Me n’aniré de casa’.

Largo vestido negro y la voz dominadora, y la sintonía con el público. “Os sentimos muy cerca y no tenemos la sensación de esas barreras de tela”, indicó ante el mar de mascarillas que cubrió este Grec con 800 localidades distanciadas.

Complicidades en varios círculos, desde el grupo de músicos, en torno a la guitarra y la voz de Borja Penalba, y el piano y el acordeón de Dani Espasa, hasta los invitados que salpicaron la noche. El primero, Toti Soler, con quien la mallorquina no se citaba en un escenario desde hacía tres décadas, que se consumó con esa miniatura con ecos de filosofía china ancestral llamada ‘Petita festa’, trenzando sus voces en la intimidad.

De ahí al poderío más físico de esas canciones de trabajo compartidas por Miquel Gil, con su garganta de arena y ventisca. Y el aura mágica del dueto con Juan Valderrama en ese ‘Podries’ que ambos grabaron en el último álbum del cantante madrileño. Diálogos tras los cuales Bonet se vino más arriba si cabe para culminar la noche con ‘Alenar’ y ‘Què volen aquesta gent?’, fundiendo sensualidad y protesta en esta primera noche de la Mercè.