CRÍTICA DE CINE

'Nunca, casi nunca, a veces, siempre': entre lo íntimo y lo político

Eliza Hittman construye una ficción de portentosa fuerza dramática en torno a las trabas y el dolor de una adolescente de EEUU que debe interrumpir su embarazo

Tráiler de la película 'Nunca, casi nunca, a veces, siempre'

Tráiler de la película 'Nunca, casi nunca, a veces, siempre'. / periodico

Nando Salvà

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Retrato de los obstáculos –trabas burocráticas y económicas, indiferencia y abuso institucionalizados, hombres depredadores– y el dolor psicológico que una adolescente estadounidense debe afrontar para interrumpir su embarazo, la tercera ficción dirigida por Eliza Hittman es apasionada pero sobria, y tan políticamente militante como alejada del miserabilismo o el afán didáctico. Sus posturas están muy claras, pero su intención no es proponer un debate sobre el aborto en una época en la que las posturas más retrógradas sobre el asunto parecen estar en auge.

En realidad, lo que en buena medida otorga a ‘Nunca, casi nunca, a veces, siempre’ su portentosa fuerza dramática son la sutileza y la contención de las que Hittman dota su mirada. Gracias a ella, la película no necesita más que una sucesión de silencios, pequeños gestos y miradas huidizas para sugerir emociones mayúsculas, y logra funcionar a modo de tenso 'thriller' sin echar mano de truco narrativo alguno. Y en todo momento, pese a observar situaciones inequívocamente sombrías, se muestra llena de ternura y hasta de esperanza; al fin y al cabo, ante todo es una celebración de la empatía, la sororidad y el apoyo entre mujeres que tratan de abrirse paso en un mundo que responde a sus necesidades con indolencia y hostilidad.