ENTREVISTA

Za!: "Con el covid hemos caído en un consumo cultural sedentario"

El dúo experimental barcelonés preestrena en la Mercè su asociación con TransMegaCobla, suma de músicos de cobla y de las voces del dúo Tarta Relena

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Jordi Bianciotto

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Za!, el dúo barcelonés hiperexpresionista, expande horizontes este jueves en la Mercè aliándose con la TransMegaCobla, artefacto que integra a músicos de cobla sardanista (como Pep Moliner, de la Cobla Sant Jordi, que ha trabajado con músicos como Roger Mas, Pascal Comelade o Niño Josele) y las celestiales voces neofolk de Tarta Relena. La plaza de Joan Corominas (12.30 horas) acogerá el preestreno del que, el 15 de octubre, será el espectáculo inaugural de la Fira Mediterrània, de Manresa. Hablamos con Edi Pou (batería) y Pau Rodríguez (guitarra).

David Ibáñez les propuso, cuando dirigía la Fira Mediterrània, esta asociación con una formación de cobla. ¿Les despertó algún prejuicio trabajar con ella?

Edi Pou: No, porque vimos que su sonoridad es muy versátil y que ellos son gente muy atrevida y con ganas de experimentar. Dentro de la música de cobla también tienen sus debates. Y es brutal, porque instrumentos como la tenora o el tible tienen una energía tremenda. ¡Podrías hacer black metal con ellos!

Les sorprendió descubrirlo.

E. P. : Yo tenía la cobla asociada al nicho de la sardana, pero con ella se puede tocar jazz o cualquier otra cosa, igual que la guitarra eléctrica no sirve solo para tocar rock.

Hay un tribalismo en Za! que conecta con el fondo telúrico de la cobla.

Pau Rodríguez: La máxima expresión de eso es Pep Moliner esperando el momento del concierto en que hace un solo de fiscorno mientras hace la croqueta tirándose por el suelo. ¡Ayer lo practicó en el ensayo! Se quejó un poco: ¡”Me he quedado baldado”! Ya tenemos una edad...

Presentan composiciones elaboradas entre todos. ¿Hacia dónde caminan?

E. P. : La idea era partir de patrones mediterráneos, de las diferentes orillas, entendiendo el mar como un punto de unión y no como una frontera, y pasarlos por el filtro de la distorsión y la psicodelia. Porque vivimos tiempos de distorsión informativa y de aceleración, enganchados a la dopamina de los ‘likes’. Se trata de mezclar elementos antiguos y futuristas para quedarnos en el presente.

P. R. : Lo que pasa hoy alrededor del Mediterráneo está muy distorsionado: a nivel geopolítico, humano, del lenguaje, de las identidades... Entonces pensamos en el papel de los fenicios, que fueron los primeros en comerciar con otros pueblos y en expandir el lenguaje. El vestuario se inspira en los atuendos del Líbano, de Ibiza o de la dama de Elche.

Tarta Relena ha cantado en griego, latín, y ahora en fenicio.

P. R. : Helena (Ros) es lingüista y conoce a una de las mayores expertas del mundo en fenicio, Maria Josep Estanyol, profesora de la UB, que las asesoró. Es una lengua de la que hay muy pocos textos, en tumbas, algunos muros...

¿Deseaban el contrapunto etéreo, de ensueño, de sus polifonías?

P. R. : Fue una propuesta de Edu y al oírlas me recordaron a las Voces Búlgaras, de las que me había quedado colgadísimo. Tienen esa superafinación con armonías que son muy poco usuales.

El espectáculo lo idearon antes de la pandemia. ¿Cómo encaja en esta nueva realidad?

P. R. : Mi sensación es que no encaja nada. Siendo ocho personas, ya en los ensayos es difícil mantener las distancias. Ahora, lo que encaja es un único músico.

E. P. : Pero el drama del Mediterráneo sigue más vigente que nunca, y las diferencias norte-sur se trasladan, por ejemplo, a la ciudad de Madrid.

P. R. : Con el covid nos hemos dado un atracón tremendo tanto de información como de ocio, y nuestro papel ha sido muy, muy, pasivo, y hemos caído en un consumo cultural sedentario. Y nosotros pensamos que no hay distancias entre público y músico.

Eso siempre lo ha defendido Za!, y ahora es más difícil de poner en práctica.

P. R. : Pero intentamos trabajarlo. En el concierto hay una parte abierta a la improvisación, con signos gestuales que nos sirven de lengua franca entre nosotros y con el público.

El mundo de la música está herido. ¿Cuál es su estado de ánimo?

P. R. : Yo estoy tomando más conciencia de la fragilidad. Ves que quizá no alcanzas tus objetivos, y es frustrante. Pero tenemos debemos asumir que hay unas prioridades, y que los músicos no estamos entre ellas, y no pasa nada.

E. P. : Tenemos la suerte de que tenemos otros trabajos. Yo soy periodista. Y Pau es psicólogo.

Psicólogo. Esto ya es para otra entrevista.

P. R. : Desde el confinamiento tengo más trabajo. Al principio la mentalidad de la gente era de “quiero desconectarme”, pero ahora vienen la depresión y la ansiedad. Pues sí, si sigo hablando hundiré esta entrevista.