CRÓNICA

Dosis necesarias de Sónar en formato virtual

El festival de música electrónica barcelonés ha mantenido viva su llama este fin de semana con dos jornadas disfrutables remotamente

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Juan Manuel Freire

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Tratar de ayudar a mantener el espíritu creativo y, a la vez, mantener viva una marca. Esa parecía la doble misión de Sónar+D CCCB 2020, edición especial del clásico festival barcelonés de las vanguardias. Doble objetivo conseguido: a lo largo del viernes y el sábado, las emisiones virtuales del festival nos han recordado que el mundo puede pararse, pero no la creatividad, y que no podemos prescindir de la reconocible mezcla de hedonismo e intelectualismo que define al festival. Esta dosis de Sónar era necesaria.

Las limitaciones de la pandemia han propiciado, paradójicamente, un bello retorno del festival a su sede más emblemática, el CCCB, donde se desarrolló Sonar de Día entre la edición inaugural de 1994 y la del 2012. El Teatre del CCCB ha acogido actividades presenciales en vivo, como se sobreentiende, con aforo limitado. Otras actuaciones eran grabaciones exclusivas desde los lugares de residencia de los artistas o cuidadas filmaciones de betevé. Desde la Torre d'Alta Mar, dj's de la órbita de dublab BCN (sede barcelonesa de la plataforma 'online' de radio) ofrecieron sesiones contagiosas; medalla de oro para MBODJ por su gran exploración de la música de baile actual más experimental y, a la vez, ancestral.  

Todo ello pudo disfrutarse a través de dos canales de 'streaming' en los que, mientras se veían los actos, se podía usar un chat contiguo para preguntar cosas a gente del equipo o hablar con otros espectadores. Hubo algún comentario aguafiestas (alguien se quejó del sonido "de lata" del viernes, no experimentado por este cronista), pero ganaron los vítores y exclamaciones; la felicidad de una comunidad por volver a estar junta, aunque fuera a distancia.

En la programación del viernes brilló con luz propia, o mejor, única, Arca, en su primera aparición en escena tras el confinamiento: un feliz exorcismo, tan ruidista como melódico, de todas las ansiedades del mundo real. Con su incienso, sus momentos de 'pole dancing', sus avemarías y su espontaneidad (incluso aceptó peticiones, como la excelsa balada 'Calor'), Alejandra Ghersi se ganó tanto al público presencial como el virtual. También conquistaron las colaboraciones del neotradicional Nicola Cruz con el percusionista Andrés Benavides; de una Ikram Bouloum cantando a sus raíces norafricanas con el apoyo del productor Mans O, o del productor 'dark ambient' Huma con unos verdaderos magos de la luz volumétrica como Eyesberg Studio.

Liturgias último modelo

Ya el sábado, la jornada comenzó, musicalmente hablando, con experimentos tan sugestivos como el 'Concierto para cuatro pianos' de Lolo & Sosaku, instalación sonora con máquinas (desarrolladas por ellos mismos) entregadas a hipnóticos desarrollos pianísticos, y la renovación de la música litúrgica de 'Acto de fe', alianza absorbente, íntima pero expansiva, entre Adrià Grandia (zanfona), Carlos 'Shoeg' Martorell (sintes) y Marc Vilajuana (voz y panderos).

La tarde empezó mirando hacia las músicas llamadas urbanas: la reguetonera Ms Nina nos introdujo en su mundo con un cálido autorretrato en vídeo, mientras que el trapero Morad certificó su calidad técnica y credibilidad lírica desde los platós de betevé. Tampoco decepcionó, no podía hacerlo, el 'showcase' de Maria Arnal i Marcel Bagès con material de su próximo disco: arrancaron con una gran relectura de el 'Cant de la Sibil·la' y siguieron haciendo temblar con sus nuevos clásicos propios, sustentados sobre delicadas subtramas electrónicas y la emoción primigenia de la canción popular.

Algo para reflexionar

En el apartado puramente +D (es decir, el habitual congreso paralelo del festival), hicieron pensar (para bien) el vídeo-pódcast de Richie HawtinHolly Herndon y Mat Dryhurst sobre cómo debería ser la cultura electrónica pospandemia ("no debemos querer volver a lo de antes, queremos ir hacia adelante", dijo Hawtin sobre la necesidad de más diversidad en los festivales), o conferencias como 'Re-thinking the future of cities', sobre repensar la tecnología en el espacio público, y '¿Qué hacemos con el futuro?', en la que futuristas o expertos en diseño ficción elucubraron sobre cómo plantar cara a las incógnitas del mundo del mañana. 

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