LOS DISCOS DE LA SEMANA
Crítica de 'We are chaos', de Marilyn Manson: profeta del cataclismo
Jordi Bianciotto / Juan Manuel Freire / Ignasi Fortuny / Roger Roca
Marilyn Manson entró ruidosamente en escena en los años 90, fantaseando con el Anticristo y el apocalipsis, y veintitantos años después le suponemos la mar de feliz, puesto que por fin el mundo se ha convertido en aquel oscuro lugar en el que siempre soñó. El cataclismo es ahora real, no de postureo ni de comic ‘teenager’, y su nuevo álbum, concebido antes de la llegada a nuestras vidas del covid-19, redobla la carga profética: “Al final acabaremos todos en el cubo de basura / pero yo seré aquel que te cogerá de la mano”, canta en la pieza titular, todo ternura, invocando a los Beatles.
Pues sí, la realidad parece dar la razón al ciudadano Brian Hugh Warner, cuando canta que “estamos enfermos, jodidos y fastidiados”, y que “somos el caos” y “no nos podemos curar”. Versos que entona dándoles calado de himno del fin de los tiempos, en la canción bandera de un álbum con el que marca territorio y nos recuerda que Marilyn Manson fue algo más que una enésima mascota del shock rock. Lo suyo ha resultado duradero, y ‘We are chaos’, que llega tres años después del moderadamente discutido ‘Heaven upside down’, condensa en sus diez canciones trazos de todas sus obsesiones sonoras: oscuridad industrial, metal con ribetes glam, tinieblas góticas y algunas dinámicas melódicas con brillos pop.
El toque Jennings
Todo ello, con la profundidad de campo que le da un productor inesperado, Shooter Jennings, hijo del malogrado trovador-forajido Waylon Jennings y de la cantante country Jessi Colter. Había algunos precedentes del encuentro: la versión de ‘The end’, de The Doors, para la serie ‘The stand’, y antes, el asalto a ‘Cat people’, de David Bowie y Giorgio Moroder, para el disco que Jennings dedicó al productor italiano. Y ciertamente, la figura de Bowie no es del todo ajena a este álbum, que por momentos puede evocar al alienígena Ziggy o a la siniestra futurología de ‘Diamond dogs’.
‘We are chaos’ pega primero con su carta más radical, ‘Red black and blue’, sustentada en pistas electrónicas, guitarras metaleras y voces del tren de la bruja, si bien Warner se encarga en delante de modular el tono acudiendo a una épica ‘emo’ con guiños a Depeche Mode en ‘Don’t chase the dead’ o poniéndose en modo ‘crooner’ cabaretero en ‘Paint you with my love’. Pianos melodramáticos y catarsis delineadas con trazo fino (‘Half-way & one step forward’), ‘riffs’ de guitarra herederos de Gary Glitter y T. Rex (‘Perfume’), y un desenlace con tonos acústicos en aparatoso ‘crescendo’ (‘Broken needle’).
Marilyn Manson, en pie después de todo el ruido y todo el espectáculo, señalándonos el precipicio una vez más, como un día hizo en el iniciático ‘Antichrist Superstar’ (1996), y cantando a la debacle en primera persona en un álbum en el que da la cara desde su misma portada, un lúgubre autorretrato en acuarela. Jordi Bianciotto
OTROS DISCOS DE LA SEMANA
La cantautora tejana Hannah Read, alias Lomelda, grabó su nuevo álbum tres veces, de cabo a rabo, hasta conseguir lo que buscaba. No parece que fuera cuestión de perfección sónica, sino de verdad emocional: este es su disco más íntimo y confesional, una aceptación de su propia culpa en cuestiones de comunicación y conexión. En cuestión de arreglos, Read puede saltar sin problema de la delicadeza acústica al sonido eléctrico de banda completa. Triunfo a todos los niveles. Juan Manuel Freire
El grupo de Sant Boi de Llobregat, con Jordi Bastida (Els Pets) en sus filas, continúa perdidamente enamorado del pop 'sixties' (de los Kinks y los Zombies), y aunque se abstiene de disimularlo, plantea rampantes incursiones en territorios compatibles: juguetonas tramas 'funky' ('Segueixo caminant') y trayectos melódicos con curvas ('Diana amb potes', 'El far'). Un tercer álbum de canciones más expeditivas, con menos memoria psicodélica, que suena a destilado de sus refinados instintos pop. J. B.
Blackthoven muestra toda su paleta sonora en ‘Color’, la primera ‘mixtape’ del músico de Barcelona. Un álbum de productor lanzado después de años de hacerse un nombre y en el que se le reconoce en los ‘beats’ de cada canción. Aunque versátil, sobresale mucho el trap y el R&B, en un disco que reúne a más de una veintena de artistas del globo, en especial de España y Latinoamérica. Nombres consolidados y otros en efervescencia que dibujan un buen retrato de la escena a nivel global. Ignasi Fortuny
El contrabajista Eric Revis, miembro del Branford Marsalis Quartet, tiene los dos pies bien plantados en la tradición, un sonido grande y robusto y una autoridad incuestionable. Revis tiene swing. Pero un swing que no le ancla al pasado, sino que da consistencia a una música que mira hacia adelante. En este disco a quinteto, con una Kris Davis estelar al piano, cubre un ancho frente: composiciones de arquitectura compleja, fogonazos free, músicas delicadas. Vanguardia con fundamento. Roger Roca
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