GALARDÓN LITERARIO

Cees Nooteboom: "Tanto el orden como el caos se convirtieron en parte de mi vida"

El prestigioso autor holandés recibe el Premio Formentor con un discurso por pantalla desde su casa de Amsterdam

Cees Nooteboom, en su discurso virtual de aceptación del premio Formentor

Cees Nooteboom, en su discurso virtual de aceptación del premio Formentor / periodico

Elena Hevia

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Posiblemente no haya mayor castigo para un autor nómada que no poder moverse del lugar en que encuentra. No importa que haya cumplido 87 años y su salud ya no sea tan de hierro como años atrás. El escritor holandés Cees Nooteboom (La Haya, 1933) se muerde los puños en su casa de Amsterdam, por no poder estar presente en Formentor, en Mallorca, con el premio que le reconoce como uno de los grandes autores europeos; todo por culpa de la maldita pandemia. 

La ocasión tenía además a priori dos importantes alicientes más para el público: poder contemplar al frío y analítico premio Nobel surafricano J. M. Coetzee, que tampoco ha podido abandonar las tierras australianas donde reside desde hace casi dos décadas, frente al cálido holandés y la celebración de los 10 años del premio. Una celebración íntima “de afirmación y resistencia ante las inclemencias de la actualidad”, como sostiene el director del encuento, Basilio Baltasar. 

El discurso de aceptación del galardón ha podido verse en una pantalla en el pequeño auditorio del  Hotel Formentor habilitado para la ocasión y el público ha podido seguir el acto mediante acceso telemático ; así como el desarrollo de les Converses que bajo el titulo de ‘Bagaudas, goliardos y estilitas’ exploran la figura del marginal en la literatura.

Su casa en Menorca

La logística prevista para que Nooteboom llegase a Mallorca era perfecta. En los tiempos de la vieja normalidad, la de toda la vida, el autor- gran amante de España como testimonian sus libros, pero especialmente El desvío a Santiago- desde hace casi medio siglo solía pasar buen parte del año en una casa retirada en Sant Lluís, en Menorca, y trasladarse desde allí en ferry es una moderada excursión. La tristeza del autor neerlandés es enorme, pero ha sabido suplir la distancia con un discurso clarificador y preciso sobre su vocación de escritor viajero. Evocó así cómo, acabada la segunda guerra mundial, muerto su padre durante la contienda y destruida por los bombardeos la casa familiar, acabó estudiando interno en un seminario de frailes agustinos que pusieron orden en su caótica existencia y le enseñaron humanidades clásicas antes de expulsarle por mala conducta. 

La universidad de la vida

Y es que la universidad de Nooteboom no han sido los libros, que también, sino más bien y sobre todo, la vida, el mundo. Iniciado por aquellos trayectos en los que recorría Europa haciendo autostop como copiloto de los camioneros que se apiadaban de él. “Tanto el orden como el caos se convirtieron en parte de mi vida, el caos de estar siempre en camino unido a la necesidad de escribir sobre ese estar en el camino y mi obsesiva y tenaz curiosidad gracias a la cual aprendí idiomas mientras viajaba , a lo que contribuyó la base de haber aprendido latín y griego y tres idiomas modernos en el seminario”, ha dicho.

La trayectoria del autor de ‘Rituales’, posiblemente la obra con la que recupero la ficción después de 17 años de dedicarse a la crónica y al ensayo, siempre se ha movido, como recordó, entre esas dos tensiones: la del camino, que le ha convertido en un ferviente europeísta y un analista de sus convusiones -las revueltas de Budapest en 1956, el mayo del 68, el muro de Berlín en 1965 y en 1989 -  y la del hombre necesitado del enclaustramiento para pensar después de haber vivido, como ha sido su añorada  casa en Sant Lluís.  Solo espera regresar muy pronto. 

El ocaso del mundo

El próximo 28 de octubre aparecerá ‘Venecia, el león, la ciudad y el agua’ (Siruela), de Cees Nooteboom, traducido por su buena amiga Isabel-Clara Lorda: “Es una guía de viajes espiritual y al mismo tiempo una elegía por la ciudad atacada por el turismo de masas. Una pequeña joya de obligada lectura”. Lorda también es traductora de ‘Despedida. Poemas en tiempos del virus’ (Visor): “Es una poesía atravesada por muchas imágenes que contempla cómo el mundo se dirige al ocaso”