TÓMATELO EN SERIE

'Julie And The Phantoms', una banda entre la tierra y el más allá

Kenny Ortega, director de la franquicia 'High School Musical' y coreógrafo de 'Dirty dancing', está a los mandos de esta apuesta de Netflix

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Juan Manuel Freire

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Netflix quiere un poco de todo lo que gusta, y para ello puede recurrir a las fuentes originales, cueste cuanto cueste. Hubo cierta controversia cuando Richard Attenborough fue infiel a la BBC para poner voz a 'Nuestro planeta', su versión de 'Planeta Tierra'. Cuando tocó la hora de tener una propia 'Black mirror', simplemente se quedó 'Black mirror'.

En su búsqueda de una serie al estilo Disney Channel, ha recurrido a Kenny Ortega, director de la franquicia 'High School Musical' y antes, recordemos, 'La pandilla'una de las mejores películas del fondo de catálogo de Disney+. Ortega dirige (en gran parte) y produce 'Julie and the Phantoms', serie sobre estudiantes de instituto que cantan, bailan, se enamoran y luchan por superar algún evento traumático. ¿El giro inesperado? Algunos de ellos no están vivos.

Nuestra heroína es Julie (debutante Madison Reyes), una cantante y compositora de 15 años que no consigue superar la muerte de su madre. Ha dejado a un lado su pasión por la música, algo que la unía a ella. Por culpa de este bloqueo creativo no logra entrar en el programa de música del instituto, algo que frustra a su mejor amiga, la vitalista Flynn (Jadah Marie, vista en otra saga de Ortega, 'Los descendientes').  

Pop-rock de ultratumba

Todo cambia para Julie cuando decide escuchar un CD de su madre, una maqueta de unos tales Sunset Curve, boy band pop-rock en sintonía con 5 Seconds Of Summer o The Vamps. Los miembros del grupo, el guaperas guitarrista Luke (Charlie Gillespie), el emocional batería Alex (Owen Joyner) y el bromista bajista Reggie (Jeremy Shada, la voz de Finn en 'Hora de aventuras'), aparecen ante ella como fantasmas. Sunset Curve murieron en 1995, por culpa de unos 'hot dogs' podridos, antes de tener la oportunidad de triunfar.

Al admitirlos como banda de apoyo, Julie les da la oportunidad de roquear otra vez. Ellos, por su parte, le infunden la energía para seguir adelante, recuperar su pasión por la música y, de paso, hacer morir de envidia a Carrie (Savannah May), la odiosa líder del 'girl group' Dirty Candi, con presupuesto para fichar al coreógrafo de Katy Perry. 

Apelando a las nostalgias

Ortega no es coreógrafo de la serie (de ello se encarga Paul Becker), pero hay momentos en que se referencia claramente su legado, como en esa escena de 'marching band' como salida de 'Todo en un día' o, sobre todo, el baile de 'Perfect harmony', en el que Julie y un Luke con pelo à la Swayze emulan claramente algunos pasos de 'Dirty dancing'.

Con 'Julie And The Phantoms', Netflix busca no solo al 'target' escolar y a los milenials crecidos con 'HSM', sino también a los padres de generación X que recibieron su educación sentimental de John Hughes, y la sexual, de Baby y Johnny. Todo resulta calculado y derivativo, lo cual no sería un problema si también fuera efectivo. Esta serie, quizás, no será objeto de la nostalgia en el futuro.