CRÍTICA

Pura emoción en Vilabertran

El Quartet Casals clausura una edición extraordinaria de la Schubertíada

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Rosa Massagué

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Con un largo, larguísimo, silencio que nadie se atrevía a romper con un más que merecido aplauso, acabó el domingo la Schubertíada de Vilabertran. Como en un juego de espejos, el Quartet Casals y el público reflejaban sus emociones. Era la primera vez en seis meses que los músicos subían a un escenario. Sin duda, la ausencia y el retorno después de un paréntesis tan largo pasaban factura emocional y los cuatro lo reflejaron al final de su brillante actuación. Sus ojos les delataban. Para el público, ávido de buena música en un clima que ha cerrado tantas puertas musicales, pero no la de Vilabertran, fue una noche de las que no se olvidan.

Esta Schubertíada habrá sido la más extraña de su historia, pero el mero hecho de hacerla con la mayor parte de la programación de gran nivel prevista antes de la pandemia merece el elogio. Según decía ayer Víctor Medem, director del festival, la fidelidad a los compromisos con los músicos y con el público era irrenunciable. Unos y otro correspondieron con creces en un contexto tan adverso.

El programa de la clausura contemplaba en primer lugar el cuarteto ‘Número 5’ del opus 33 de Joseph Haydn. Se le conoce con el nombre de ‘Wie geht es dir?’, es decir, por el saludo coloquial de ‘¿Cómo estás?’ por la cadencia inicial. Haydn compuso más de 80 cuartetos, pero los del opus 33 tienen la característica de haber marcado la evolución de esta forma. El mismo Haydn había dicho que los había compuesto en un “modo nuevo y especial”. En los cuatro movimientos del ‘Número 5’ hay humor, ligereza y elegancia que los Casals encadenaron con gran precisión. A destacar, Abel Tomàs, en el segundo movimiento en el que el primer violín tiene un papel de casi solista.

Mendelssohn y Beethoven

La segunda y última obra del programa era el cuarteto ‘Número 6’ del opus 80 de Felix Mendelssohn. En este caso, Vera Martínez asumió del cometido de primer violín. Es un cuarteto muy distinto al de Haydn, muy arrebatado. Más de seis décadas les separan e, históricamente, entre uno y otro hubo gigantes como Mozart y Beethoven. Este es el último cuarteto que compuso Mendelssohn y lo hizo en un estado de ánimo convulso por la muerte de su hermana, la también compositora Fanny. Que es una obra atormentada se detecta nada más empezar con una serie de  tremolos o al final agitado del primer movimiento. Es una obra que exige mucho vigor, sensibilidad y  compenetración entre los ejecutantes. No es una pieza que los Casals interpreten muy a menudo. Tampoco la han grabado. Sin embargo, y pese a que la acústica de la canónica no es la más adecuada para esta obra como reconoció uno de los componentes de la formación, el resultado fue extraordinario. Los intérpretes demostraron la excelente forma del conjunto pese a las circunstancias y confirmaron una vez más que el Casals es, hoy, uno de los mejores cuartetos del mundo.

El grupo no quiso dejar pasar la conmemoración de 250º aniversario del nacimiento de Beethoven y, fuera de programa, regaló al público la ‘Cavatina’ del cuarteto ‘Número 13’ de su opus 130. Es un movimiento muy meditativo, muy interior, que los Casals ejecutaron con tanta intensidad que dejaron al público conmovido en lo más profundo. De ahí el largo silencio final previo al aplauso. El cuarteto ya había interpretado el mismo concierto, aunque con distinta propina, por la tarde en la misma canónica. Ya entonces lo habían dado todo, pero en ningún momento de la repetición nocturna parecían acusar el cansancio.