FESTIVAL DE MÁLAGA

Carlos Marqués-Marcet: "Con la Transición nos la colaron"

El director catalán presenta presenta 'La mort de Guillem', ficción basada en el asesinato de Guillem Agulló en 1993 a manos de una banda de neonazis

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Beatriz Martínez

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El año pasado, Carlos Marqués-Marcet se convertía por segunda vez en el gran ganador del Festival de Málaga. Els dies que vindran y 10000 KM fueron las películas que consagraron en el certamen al director barcelonés, que el domingo recibió el premio Málaga Talent y que ayer presentó su nueva película, La mort de Guillem, una ficción basada en el asesinato del joven independentista de izquierdas valenciano Guillem Agulló en 1993 a manos de una banda de neonazis. . 

¿Cómo surge el proyecto? 

Aunque es un encargo y entronca más con mis trabajos para televisión, a mí me interesaba mucho la figura de Guillem, que sigue siendo un símbolo después de tantos años de su muerte. Había muchas formas de abordar la historia, pero para mí fue fundamental conocer a sus padres y que me contaran todo a lo que se enfrentaron en su momento. Me daba pie a explorar conflictos muy interesantes.

¿Qué conflictos querían plantear? 

Se resumen en una frase del padre de Guillem: "Yo he perdido un hijo, pero he ganado una lucha". Cuando pierdes a un ser querido, necesitas encontrar un sentido a lo que ha ocurrido. Normalmente no puedes, y tienes que conformarte con superar el duelo, pero los padres de Guillem se dieron cuenta de que la muerte de su hijo tenía un componente político y así han querido reivindicar su memoria dentro del activismo. Además, quería hacer una película que fuera de lo político a lo íntimo e introducirme en ese espacio de la familia y comprobar cómo va cambiando su cotidianidad a raíz del asesinato, descomponiéndose en un principio para después ir fortaleciéndose.

"Me interesaba mucho la figura de Guillem Agulló; sigue siendo un símbolo después de tantos años de su muerte"

En ese espacio íntimo la reunión en la mesa alrededor de la comida resulta fundamental para ir asistiendo a todo ese proceso. 

A mí me fascina ver a la gente comer en las películas. Y alrededor de la comida, gran arte de las culturas, sobre todo las mediterráneas, gestionamos nuestra vida familiar y afectiva. Para nosotros era importante ir construyendo la trama a partir de ese tipo de detalles, como cuando la madre pone el plato en el sitio de Guillem y se da cuenta de que ya no está. Es un guion que funciona más por acumulación de detalles que por estructura.

Parece increíble que en los noventa siguieran perpetuándose muchas estructuras del franquismo. Supongo que también quería hacer hincapié en ese tema. 

Partimos de una generación que decidió mirar hacia otro lado. La Transición no supuso una ruptura con nada. Fue eso, una transición, y muchas cosas se quedaron enquistadas por el camino. Los que estaban en el poder no hicieron concesiones, simplemente se adaptaron. Solo se buscaba entrar rápidamente en la Unión Europea para abrir paso a nuevos mercados. Pero por lo demás, con la Transición nos la colaron. Afortunadamente mucha gente comienza a cuestionarse esta idea, pero siguen existiendo estructuras retrógradas como la Audiencia Nacional. Luego está la Constitución, que parece que sea intocable y cuando conviene, se cambia rápidamente sin problema. Para unas cosas se puede y para otras, no.

Con el auge actual de la ultraderecha, ¿era el momento adecuado para recuperar la figura de Guillem Agulló? 

Para nosotros tenía sentido. Se trata de hacer una relectura desde nuestro presente. Yo creo que parte del problema es que no hemos estado lo suficientemente atentos a qué es lo que ofrece la ultraderecha para que tanta gente la encuentre una opción viable y atractiva. ¿En qué hemos fallado para que eso pueda ser así? Hay que trabajar para desenmascarar las falsedades y hacer una sociedad más justa y mejor. No se puede hacer oídos sordos y pensar que son unos fachas. Me molesta mucho la falta de precisión que se maneja con la terminología. No creo que la actual ultraderecha sea facha, tienen otros lados muchos más sofisticados desde los que pensarse. Usamos las palabras democracia, libertad, dictadores, fascismo, muy a la ligera. Todo se banaliza sin que haya lugar a la reflexión, y ahí es donde está el papel del cine y de la cultura, en poder iluminar ciertos aspectos que claramente parecen tautologías.

"«¿En qué hemos fallado para que tanta gente encuentre a la ultraderecha como una opción viable y atractiva?"

¿Cómo vivió usted esos años noventa que describe en la película? 

Viví mi adolescencia como miedo a que viniese algún skin,porque si salías a la calle con una camiseta de un equipo catalán te podían meter una paliza. Era una cosa muy normal. Parece de otra época, pero cuando salíamos por la zona de Marina, en Barcelona, nos venían a buscar. Estaba todo ese universo de las tribus urbanas, que parece súper antiguo, pero que era la forma en la que los jóvenes tomaban conciencia de una identidad política. Seguramente mal entendida, porque muchos de esos neonazis no eran conscientes ni de lo que decían. Al final el odio es la ignorancia.

En muchos de sus trabajos el material de archivo resulta muy importante, también en 'La mort de Guillem' a través de los informativos de Canal 9. 

Me gusta mucho trabajar con material de archivo, es verdad. Pero en este caso había algo más. Mucha gente asocia las noticias a la verdad, y en realidad un telediario es una forma más de ficción, un género narrativo más. Así que mi idea era mezclar todo eso en la película y al mismo tiempo analizar cómo iban cambiando los discursos dentro de la cadena en su forma de juzgar mediáticamente el caso.

En cuanto a la música, utiliza canciones populares valencianas.

Lo reconozco, quería hacer una película muy valenciana. Normalmente el valencianismo se asocia a conceptos que no tienen nada que ver, pero es una cultura muy arraigada que reivindica la lengua, la cultura, la tierra. Y esas canciones, como la de Pep Gimeno 'Botifarra' (Maria Arnal tiene una versión), me llevan a ese imaginario muy rico. Quería reivindicar ese sentir valenciano a través de la película.

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