FESTIVAL DE MÁLAGA

'Las niñas': aquella España del 92

La directora presenta en Málaga su ópera prima, Las niñas', ambientada en los años en que la modernidad de los JJOO y la Expo contrastaba con los valores anacrónicos de la sociedad

Pilar Palomero (segunda por la izquierda), con el elenco de 'Las niñas', este sábado en Málaga

Pilar Palomero (segunda por la izquierda), con el elenco de 'Las niñas', este sábado en Málaga / periodico

Beatriz Martínez

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A principios de los 90 España parecía haber superado la transición y haberse liberado de los fantasmas del franquismo. Pero en realidad, buena parte de las estructuras retrógradas continuaban incrustadas en el pensamiento colectivo. Por una parte, estaba la sensación de haber alcanzado una cierta modernidad, de ser el centro del mundo gracias a la Expo y los Juegos Olímpicos, pero en el fondo la sociedad seguía estancada y la educación y los valores que se transmitían continuaban siendo de lo más anacrónicos.

Celia, la protagonista de ‘Las niñas’, tiene once años, estudia en un colegio de monjas y a su alrededor no paran de sucederse los mensajes contradictorios que evidentemente condicionarán su aprendizaje y su paso hacia la madurez: por un lado, redacciones sobre Dios, por otro, en la televisión, las Mamachicho.

Sobre estas incongruencias que han formado parte de nuestra historia más reciente se sustenta la ópera prima de Pilar Palomero (Zaragoza, 1980), una delicada reflexión en torno a la educación que ha recibido toda una generación de mujeres basada en la culpa, el miedo y los tabúes morales.

“Cuando me hice adulta encontré un dictado de religión de esa época que se titulaba ‘La sexualidad al servicio del Señor’ y que incluía frases como que 'forma parte de un plan divino, siempre dentro del matrimonio'. Me impactó que en los noventa se continuaran trasmitiendo ese tipo de mensajes”, cuenta la cineasta desde Málaga, donde este sábado presentó la película en la Sección Oficial del festival. “Empecé a escarbar en esa dirección y me encontré con un montón de contrastes entre conservadurismo y libertad”.

La cineasta nos introduce en un universo de niñas con uniforme que van completando sus ritos iniciáticos entre pintalabios, quiz de la revista 'Super Pop' y las leyendas urbanas sobre el sida, las canciones de Héroes del Silencio y de Niños del Brasil. Todo desde la mirada perpleja de Celia y su sentimiento de desconcierto frente a un mundo que no logra entender y que la condena por el estigma de ser hija de una madre soltera.

“Creo que las mujeres seguimos cargando una pesada mochila a base de miedos y de prejuicios”, continúa Pilar Palomero. “Afortunadamente las cosas empiezan a cambiar gracias al acceso a la información. Antes nuestro mundo era muy pequeño, lo que sabías era gracias a tu entorno más próximo. Internet y las redes sociales, para bien o para mal, han supuesto un antes y un después en ese sentido”.

La directora dedicó seis meses para completar el cásting de la película y vio a más de mil niñas. Se enamoró de la mirada de la pequeña Andrea Fanzós y siempre tuvo claro que el papel de su madre era para Natalia de Molina, que se convirtió desde el principio en madrina del proyecto. Quería acercarse mucho a los rostros de las actrices, por eso optó por cerrar mucho los planos y dejar libertad utilizando la cámara en mano para que ellas se movieran y pudiera captar su autenticidad.

Por un lado, tenemos el ambiente estudiantil, por otro, la realidad doméstica de Celia y la relación con su madre, que irá convirtiéndose en el núcleo de una película que también habla de la herencia maldita de humillar y juzgar a las mujeres por su comportamiento a través de la idea de vergüenza y de pecado.

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