CRÍTICA

Un Schubert grave e impecable abre el festival de Vilabertran

El Cuarteto Quiroga y la violonchelista Erica Wise conmueven a un público entregado

zentauroepp54564248 icult  shubertiada cuarteto quiroga200820170304

zentauroepp54564248 icult shubertiada cuarteto quiroga200820170304 / periodico

Rosa Massagué

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Superado con creces el primer paso, el más importante. La Schubertíada de Vilabertran ha logrado inaugurar el festival dedicado al ‘lied’, la canción poética, salvando todas las dificultades que la covid ha impuesto a las actividades de grupo y en particular, a las culturales. El Cuarteto Quiroga fue el responsable de devolver la confianza a un público hambriento de música en vivo, eso sí, limitado a 130 personas, todas con mascarilla, poniendo de manifiesto que la cultura no solo puede ser segura. Lo es.

El concierto empezó con el 'Cuarteto para cuerdas en re bemol mayor, op. 24/2', de Luigi Boccherini, una obra escrita en 1778, cuando el compositor napolitano ya vivía en España donde pasó la mayor parte de su vida. El modelo musical para este tipo de obra era el que imponía el ‘padre’ de dicho género, Joseph Haydn. Sin embargo, siendo Boccherini violonchelista, el compositor daba un peso mayor a este instrumento. Esta peculiaridad permitió a Helena Poggio, la chelista de los Quiroga, desplegar sus habilidades con el instrumento, aunque en conjunto faltaba algo de chispa.

Nada serio, porqué la obra que constituía el cuerpo del concierto, el 'Quinteto para cuerdas en do mayor, D. 956', de Franz Schubert, fue un acierto de interpretación impecable pese a algunas dificultades de uno de los violines con la tableta en la que seguía la partitura, que se resistía a quedar fijada a los anclajes. La obra era la segunda y última composición del vienés para cinco instrumentos de cuerda, escrita en 1828, solo dos meses antes de su muerte.

Se puede entender esta obra como un guiño a Boccherini y una razón por la inclusión del cuarteto de aquel compositor al principio del concierto. La mayor producción del napolitano se centró en los quintetos, pero, a diferencia de lo que era habitual en la época cuando para el quinto instrumento se doblaba la viola, en el caso de Boccherini era el violonchelo el que doblaba por las razones ya expuestas.

En el quinteto de Schubert también hay dos chelos. Para ello, los Quiroga contaron con la colaboración de la alemana Erica Wise con quien el cuarteto mantiene una excelente colaboración. El entendimiento, especialmente entre la violonchelista y el primer violín fue total. Hay quien dice que el uso de instrumentos graves en esta obra y, sobre todo, las potentes notas finales eran premonitorias de la muerte del compositor. Lo cierto es que en la canónica de Santa Maria crearon momentos sobrecogedores, más todavía en el clima generado por la pandemia.

El Cuarteto Quiroga demostró tener un sonido propio muy bello. Agradeció el insistente aplauso de un público ávido de música con la interpretación del famoso minueto del 'Quinteto n. 5', de Boccherini, el mismo que sirve para disimular los preparativos para el atraco a un banco en la célebre película 'El quinteto de la muerte'.

Además de las medidas de seguridad (entrada escalonada, gel, mascarillas, asientos separados), esta inauguración de la Schubertíada ha contado con cambios en la forma de disponer el escenario. Si por una parte se respetaba la distancia social, una tarima más baja para los músicos y más próxima horizontalmente con el público que estaba sentado en un mismo plano, sin diferencias de escalones, generaba una proximidad, que no era solo física, entre ejecutantes y oyentes. Parecía reproducirse el ambiente de salón en el que se desarrollaban las schubertíadas en la época del compositor. Una lámpara  de pie, del célebre y buscado modelo TMC, de Miguel Milá, pretendía dar, sin conseguirlo del todo, este ambiente doméstico.

El Cuarteto Quiroga ha sido Premio Nacional de Música 2018. Con su nombre quiere reivindicar la figura del violinista gallego Manuel Quiroga.