LA ACTIVIDAD MUSICAL EN LA ERA COVID-19

El regalo de Jamboree a la plaza Reial

La sala celebra su 60º aniversario amparando un ciclo de conciertos gratuitos al aire libre y acusa a las administraciones de "querer arruinar el sector de la noche"

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Jordi Bianciotto

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El jueves de la semana pasada, Jamboree anunciaba con júbilo que volvía a acoger conciertos, al igual que sus salas hermanas, Tarantos y Moog, y 24 horas más tarde las tres se veían forzadas a dar marcha atrás vista la nueva ola de restricciones. Pero la música ha regresado igualmente a la plaza Reial, al aire libre, gratuita y asumida a fondo perdido por la propiedad de estos clubs a través de la Fundació Mas i Mas, con el 60º aniversario de Jamboree como eslogan motivador. Un “regalo” a la plaza y a la ciudad, resume su responsable Joan Mas.

La programación arrancó el lunes con el Cuarteto Sabor Cubano y ofrece una quincena de conciertos que se extenderán hasta el 6 de septiembre. Esta semana, cita con las sonoridades brasileñas de Ganzá (miércoles), la cubanidad de Robin Reyes (jueves), el trío jazzístico formado por Dani Pérez, Horacio Fumero y Guillem Arnedo (viernes), la rumba catalana de Cuatro de la Cera (sábado) y la ensalada latina del Alfredo Reyes Quartet (domingo). Conciertos en sesión de tarde (18.30 horas).

"Morir con las botas puestas"

Las actuaciones seguirán adelante “mientras la autoridad lo permita”, desliza un Joan Mas que tira del modo sarcástico para referirse al reguero de órdenes y contraórdenes que la música en directo lleva sufriendo desde hace meses. ¿Perderá dinero con estos conciertos? “¡Por supuesto!”. ¿Y por qué lo hace? “Por la música, y porque en 60 años Jamboree no ha cerrado ni un día, y porque los clientes me lo piden, y para que en la plaza estén contentos, y para tener actividad. Si tenemos que morir, moriremos con las botas puestas”. Con los trabajadores empalmando ‘ertes’ (“y les deben varios meses”), Mas recluta de nuevo a sus tres hijos y paga a los músicos (“por encima del convenio”) sospechando que las administraciones “quieren arruinar al sector de la noche”.

Jamboree no puede abrir ni siquiera para servir bebidas a las 45 personas que toman asiento frente al escenario. Como sala con licencia de discoteca, las líneas rojas son múltiples. “No puede operar ni siquiera como lavabo público”. Y mientras los asistentes a los conciertos deben llevar mascarilla y no pueden tomar ninguna consumición, desde otras terrazas de la plaza se disfruta del concierto sin ninguna de esas restricciones.

Caminos cerrados

Subleva a Joan Mas que “no haya un respeto hacia el sector” y que no se abran caminos para “remodelar” el negocio, ya sea renunciando a la función de discoteca para ofrecer solo conciertos u operando como bar diurno. “Si yo quisiera montar conciertos para niños los domingos a mediodía, también lo tendría prohibido”. Cree que “se castiga a la empresa que quiera trabajar” y que se “criminaliza a la música y el baile, porque son pecado”.

Y si esto sigue así, ¿qué pasará con las salas, señor Mas? “Pues que se irán a la quiebra; se las quedará el Estado y las subastará. La mía y todas las demás”.

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