ENTREVISTA

Toteking: "No he metido un pie en la literatura por un encargo"

El rapero sevillano, apadrinado por Enrique Vila-Matas, acumula ediciones de 'Bunker', su debut como escritor

El rapero sevillano Toteking, autor del libro ’Búnker’.

El rapero sevillano Toteking, autor del libro ’Búnker’.

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Elena Hevia
Elena Hevia

Periodista

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El texto está a medio camino entre una novela y una vida contada. Se llama 'Búnker' (Blackie Books), es un primer libro, que va camino de dejar atrás la quinta edición -lo que en tiempo coronavíricos tiene su mérito-. Su autor es el sevillano Manolo, Manolote, Tote, Tote King, Toteking, González, el rapero más ilustrado al sur de Despeñaperros. Ilustrado no porque exhiba lo que lee como una medalla sino porque se vale de sus lecturas -y qué lecturas: Gombrowicz, Montaigne, Jules Renard, Joseph Roth o Céline- para hacerse grande por dentro y por fuera aplicando ese poso como fuego y gasolina a la rima canalla y urbana y ahora a la literatura.

El obsesivo Tote ha tomado como guía a Enrique Vila-Matas que ha actuado como Virgilio -sí, el que cogía de la manita a Dante y le guiaba por el infierno- en esto de llevar al cantante por el camino de las letras. Y además le ha escrito un sentido prólogo. No confundir el resultado con esos libros -normalmente escritos por otros- en los que las estrellas de la música cuentan insulsas batallitas. Lo de Toteking -hablamos con él desde su retiro en Zahara de los Atunes- es otra cosa. 

En un país en el que escribir un libro está al alcance de cualquiera, ¿qué es lo que reivindica específicamente con este texto?

El libro no tiene pretensión alguna. Es lo que es. He leído lo suficiente como para no meterme en un terreno que podría ser excesivo para mí. Ahora bien, no he intentado meter un pie en la literatura porque un editor listillo me lo haya encargado. Solo me he puesto a ello cuando he creído que tenia algo que contar. 

¿Son muy distintos los impulsos que llevan a escribir una canción o un texto más literario?

En cuestión de 'timing', por supuesto, pero mientras escribía sentí la misma sensación de la primera vez que pisé un estudio de grabación hace 20 años. 

¿Podría decirse que esta última reencarnación suya como escritor toca una fibra más personal? 

Llevó 23 años componiendo y cantando y es algo que me gusta mucho pero inevitablemente acabas detectando muletillas y atajos que te conoces bien y eso produce un cierto hartazgo de uno mismo. La literatura es nueva para mí. Voy como caballo desbocado, ahora intento hacer mi primera obra de ficción tras ‘Búnker’. 

"La muerte de mi padre fue una sacudida que me hizo poner las cosas en perspectiva" 

El acicate para empezar a escribir fue la muerte del doctor González, médico de familia. Su padre. 

Sí, murió en el 2017 y llevaba mal unos cinco años. Esa sacudida me hizo poner las cosas en perspectiva, valorar lo que tenía y hacer una especie de balance general y hacerlo en un camino que me gustaba pero del que no sabía si tendría suficiente fuerza.

Su padre era un buen lector. 

Tenía un gustazo. Leía a Coetzee, a Le Clézio, a Rulfo...  Jamás me trató como un niño. Me chantajeaba. “Te voy a comprar unas zapatillas si te lees esto”. Y me ponía delante ‘Luces de Bohemia’ de Valle Inclán. Yo no entendía nada, claro, pero un poso quedaba. Hasta que un día, a los 13 o 14 años, me ‘obligó’ a leer ‘Pedro Páramo’ y ese fue mi primer deslumbramiento. 

Así que se quedó sin prescriptor, además de sin padre. 

Pero fue entonces cuando me llegó la dirección de Enrique Vila-Matas, gracias a una equivocación. Un mail masivo, en el que estaba incluido. Entonces me animé a escribirle porque yo leía todo de él y me sentía solísimo porque no había mucha gente con la que pudiera comentar mis lecturas. Y claro, nuestra correspondencia se basaba en los libros, los leídos y los por conocer. Cuando le decía que estaba leyendo algo, él contraatacaba con otros tres títulos.

"Dedicándome al rap, mis padres creían que iba a acabar tirado en la calle" 

¿Sus padres llevaron bien que se dedicara a la música? 

No lo soportaron. El rap era un tipo de música muy alejado de lo que ellos escuchaban. Además cuando yo empecé éramos la segunda generación y en la primera, había apenas tres grupos. Ni una triste estantería  de rap en las tiendas de música. Tenías que buscar los cedés en el apartado de rock. Justo con la gente de mi edad empezó a consolidarse todo aquello y se ganó a atención por parte de los medios. Pero todo eso no lo sabían mis padres, imaginaban que iba a acabar tirado en la calle. 

¿Acabaron reconociendo sus prejuicios?

Mi padre no era una persona fácil y no te regalaba nada. Creo que solo dos o tres veces a mí y a mi hermano, que también se dedica al rap, llegó a decirnos escuetamente: “Esta canción no está mal”. 

Es curioso que Vila-Matas conociera su trayectoria, antes  incluso de su correspondencia. 

Yo le había dedicado un tema: 'Bartleby y compañía' y él también me seguía desde hace tiempo. Pese a lo que pueda parecer, Enrique es un moderno a tope. 

Tampoco usted es lo que parece. No hay muchos raperos que lean a Montaigne. 

Pues no lo sé. Pero te diría que hay sorpresas. La música urbana tiene el estigma de estar encerrada en unos pocos temas pero yo tengo amigos, grandes lectores en el mundo del rap. Lone, por ejemplo, es un rapero de Zaragoza con un gran talento literario que se nota en las letras de sus canciones.

"El TOC tiene poco de creativo, solo me obliga a dar vueltas a gilipolleces"

¿Padecer un trastorno obsesivo compulsivo (TOC) ha sido un incentivo a la hora de escribir?

Lo malo de tener una enfermedad como esta es que la mayor parte de las veces están atascado en ideas estériles durante horas y horas. Con la medicación y el trabajo mejoras pero el tiempo no vuelve. 

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¿La obsesión no le lleva a escribir mejor? 

Sería bonito pensar que estoy cuatro horas dándole vueltas a un párrafo, que es algo que hago, pero la mayoría de la veces el TOC solo te lleva a dar vueltas a gilipolleces. Tiene poco de creativo.