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'Hamilton', el musical histórico que revolucionó Broadway y el género

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Eduardo de Vicente

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Cada cierto tiempo aparecen obras artísticas (bien sean películas, obras de teatro o libros) que sobrepasan la categoría de éxito y se convierten en un fenómeno. La gente vuelve a verlas una y otra vez, compra todo tipo de productos relacionados, etcétera. En el terreno del teatro musical, el último que podríamos incluir en esta categoría es Hamilton, un espectáculo fresco, original y renovador en el que se explica una lección de historia sobre un personaje del siglo XVIII… con temas de hip hop. Se estrenó en el 2015 y ha arrasado en todas las ceremonias de premios, en la taquilla y ahora puede verse en todo el mundo gracias a su estreno en Disney+. Sin embargo cabe destacar que no está doblado, lógicamente, pero es que únicamente ofrecen los subtítulos en inglés. En este caso es especialmente difícil ya que los personajes no paran de cantar casi sin pausa y resulta algo más complicado de la cuenta. Sin embargo, para disfrutarla con subtítulos en castellano basta con darse una vuelta por algunas páginas que sí la ofrecen así.

Duelo entre dos líderes desde el inicio

El creador es Lin-Manuel Miranda, compositor (Vaiana), cantante y actor (El regreso de Mary Poppins) de origen portorriqueño que tardó siete años en acabarla y se adjudicó el papel principal, el de Alexander Hamilton, un emigrante ambicioso que participó decisivamente en la guerra de independencia norteamericana, llegó a las altas esferas de la política y tuvo una vida personal bastante polémica. Un apasionante personaje poliédrico, apasionado, impaciente y resolutivo. Su opuesto es Aaron Burr, interpretado por Leslie Odom Jr. (Smash, Harriet: en busca de la libertad), que también es el narrador, un tipo que navega entre dos aguas intentando aprovechar su oportunidad, que odia y admira a la vez a su rival. Su relación es equiparable a la de Judas con Jesús en Jesus Christ Superstar o la de Salieri con Mozart en Amadeus.

El escenario está dividido en dos niveles con escaleras pero aprovecha también el círculo central rotatorio. El primer número, Alexander Hamilton, es todo un spoiler en sí mismo, nos explica sus orígenes, su trayectoria y hasta quién lo mata mientras repite que ahora aún no es nadie pero “just you wait (espera y verás)”. Se une a los revolucionarios y juntos a los bailarines sacan el máximo partido del escenario giratorio. Por cierto, las coreografías también son otro de sus puntos fuertes y sorprenden al estar cercanas a las danzas urbanas. Una frase se convierte en su leitmotiv: “I am no throwin’ away my shot”, que podría traducirse como “No desaprovecharé mi oportunidad” o “No desaprovecharé mi tiro”, un lema que se repetirá en varias ocasiones utilizando ambos significados.

Las mujeres, el rey y las mejores escenas

Aparecen en escena las mujeres, las tres hermanas Schuyler, la mayor, Angelica (Renée Elise Goldsbery, que sorprende por su potente voz) mantendrá una estrecha relación con él pero dejará que sea su hermana Eliza (Phillipa Soo, con una tesitura mucho más dulce) quien se convierta en su mujer y en su canción aprovechan para reivindicar el papel femenino. El espectáculo también tiene momentos de comedia y un bufón, el amanerado rey Jorge III que es ridiculizado mientras que George Washington está al otro lado, es el héroe que lleva a los suyos a la victoria.

También hay escenas originales como Satisfied, cuando tras la boda, Angelica rebobina la acción y confiesa los motivos que la llevaron a cederle Hamilton a su hermana, los duelos con pistola y sus mandamientos, la batalla escenificada con baile o el canto a la paternidad en paralelo interpretado por Hamilton y Burr. El primer acto finaliza con la victoria y los planes para empezar a construir un nuevo país empezando por la Constitución.

La vida privada y el desenlace

La segunda parte se centrará en el complejo encaje de la política donde la rivalidad entre los protagonistas irá creciendo. Algunos actores doblan papeles y aparecen nuevos personajes como un lúdico Jefferson convertido en todo un divo y sus discusiones con Hamilton se convierten en auténticas peleas de gallos, micrófonos en mano y con scratchs. La vida privada de Hamilton y el desenlace de su vida ocupan los momentos más dramáticos de la historia hasta llegar a un final emocionante.

Algo más de dos horas y media para descubrir un musical que ha removido las esencias de Broadway con un reparto mixto en el que algunos personajes blancos son interpretados por afroamericanos, con coreografías revolucionarias (nunca mejor dicho), una veintena de artistas en escena dándolo todo y una banda sonora presidida por los ritmos urbanos aunque también incluye algunos temas más convencionales. Los nuevos autores piden paso y, como Hamilton, no van a desaprovechar su oportunidad.