CRÍTICA DE CINE

'Proyecto Power': entre el thriller de drogas y los superhéroes

Jamie Foxx protagoniza un híbrido genérico cuya buena premisa no acaba de aprovecharse del todo

zentauroepp54399514 icult200807191802

zentauroepp54399514 icult200807191802 / periodico

Juan Manuel Freire

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El cine de superhéroes no tiene por qué seguir un solo, elefantiásico patrón, sino que debería poder combinarse con otros géneros, otras sensibilidades. En el 2021 (en principio) veremos 'The Batman', en la que Matt Reeves convertirá al hombre murciélago en héroe de 'noir' en toda regla. De su coguionista, Mattson Tomlin, llega antes 'Proyecto Power', curioso cruce de thriller de drogas con trama de superpoderes. 

En una Nueva Orleans estilizada y fantasmagórica, la droga más buscada es Power, una píldora que otorga superpoderes imprevisibles durante cinco minutos. Sus efectos son diferentes en cada persona; a veces inspiradores, a veces destructivos. Al policía encarnado por Joseph Gordon-Levitt le hace inmune a las balas. En cambio, al maleante que interpreta el rapero Machine Gun Kelly le convierte en descontrolado Antorcha Humana.   

Frank consigue sus píldoras de Robin (Dominique Fishback, haciendo de adolescente a pesar de rozar la treintena), camella con sueños raperos que verá tambalearse y mejorar su existencia cuando conozca al exsoldado Art (Jamie Foxx), quien la abraza como la hija cuyo rastro ha perdido. Frank, Robin y Art acaban uniendo fuerzas para detener a los creadores de una píldora que podría derrocar gobiernos.

Es fácil retrotraerse un poco a 'Sin límites', aquella película del 2011 (después serie) en la que Bradley Cooper aprovechaba el 100% de su capacidad cerebral tras ingerir una píldora milagrosa. Aquí los personajes, directamente, se convierten en superhéroes o supervillanos, más por aparente azar que por cualquier cuestión psicológica, lo que crea excitación y suspense alrededor de cada ingestión.

La premisa podría haber sido, sea como sea, mejor aprovechada, igual que la película podría haber estado mejor dirigida. Del tándem formado por Henry Joost y Ariel Schulman hemos aprendido a esperar cualquier resultado. Esta no es su película de soluciones visuales más ingeniosas (esa sería 'Paranormal activity 3'), ni tampoco la más estilizada (esa sería 'Nerve: un juego sin reglas'), pero a veces, no siempre, ofrece los placeres lisérgicos y la saturación sensorial del más libre Tony Scott.