ENTREVISTA

Ara Malikian: "Ya toqué para 30 personas; no me pondré exquisito ahora"

El violinista libanés de origen armenio ofrece cuatro conciertos en Catalunya adaptados a los aforos reducidos

Ara Malikian, fotografiado en Barcelona

Ara Malikian, fotografiado en Barcelona / periodico

Jordi Bianciotto

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El pasado otoño pudimos verlo en un único macroconcierto en el Palau Sant Jordi, y este verano tenemos a un Ara Malikian multiplicado en conciertos de aforo más limitado. Abre la rama catalana de su gira este viernes en el Festival de la Porta Ferrada, en Sant Feliu de Guíxols, al que seguirán dos noches en Barcelona, en Fes Pedralbes (sábado) y las Nits del Fòrum (domingo), y el auditorio Camp de Mart, de Tarragona (lunes). Conciertos “en los que hay otra energía, más tranquila, con mucho respeto y solidaridad”, destaca el músico en la entrevista con este diario desde su residencia en Madrid.

¿A todo se acostumbra uno?

Absolutamente. En los conciertos de este verano hay un momento en que bajo al público y me pongo la mascarilla. Hay una solidaridad en el ambiente y se crean unas emociones bonitas. Es una experiencia completamente nueva para disfrutar.

En sus conciertos le hemos visto contarnos su vida con mucho humor y confundiendo realidad y fantasía. ¿Es un gran vendedor de motos?

Hombre, creo que no, sinceramente. Toco el violín. Eso es lo que intento vender. Lo que se ve en el escenario es lo que soy, con mis defectos y mis virtudes. El público paga un dinero, deja lo que estaba haciendo para venir a verme, se toma su tiempo y sería irrespetuoso venderle motos. Y en cuanto a mis historias, sí que algunas son exageradas, tuneadas... Pero mentiras no son. Siempre hay algo.

Funde música clásica, folclore, rock... ¿El género musical es usted?

En mi vida he tenido la oportunidad de tocar muchos estilos. Un poco por obligación, para sobrevivir, y hoy en día me siento identificado con todos ellos. Pero cuando toco jazz, o flamenco, no pretendo ser un purista del estilo. Lo hago a mi manera. Lo importante es llegar al público y emocionarlo. No hace falta entender lo que hago. Solo dejarse llevar.

"Ahora yo noto que llego al público, pero no siempre fue así. Cuando vivía en el mundo de la música clásica, las cosas eran diferentes"

No es solo un señor que toca el violín: hay un personaje.

Pues no lo sé. Ahora yo noto que llego al público, pero no siempre fue así. Cuando vivía en el mundo de la música clásica, las cosas eran diferentes. Me enseñaron que lo que piensa el público no importa tanto, que lo que cuenta es lo que opinan los dos o tres puristas, los críticos, los promotores, los managers... Y que hay que tocar para ellos. Pero rápidamente me di cuenta de que es tu público lo importante. Es de quien vives. Fue una revelación. A partir de ahí, todo cambió. Comencé a tocar para divertirme y emocionar al público.

En directo llega a parecer una estrella del rock, con sus versiones de Led Zeppelin y Guns n’Roses, e incluso esa imagen de torso desnudo y pantalones de lentejuelas a lo Iggy Pop.

Siempre me ha inspirado el rock de los años 70, y de los 60, aunque hacer ‘covers’ no es el objetivo de mis conciertos. Los interpreto porque me gustan, pero este verano ya no tocamos tantos. Ahora prima más el concepto que el estilo.

¿Cuál es ese concepto?

La intimidad. Es solo violín y piano. Tocamos composiciones propias y más música clásica que en la gira del año pasado. Con nuestra personalidad.

¿Ha pasado página de la gira ‘Royal garage’?

La hemos adaptado a ese formato, y estamos pensando en grabar un nuevo disco. Esta gira se va a alargar, porque nos parece que vamos a seguir con ese formato de aforos restringidos al menos durante un año o año y medio. Así que vamos a grabar un ‘petit garage’, como un ‘extra plus’ de ‘Royal garage’. Con canciones nuevas. La idea es publicarlo por Navidad, aunque todavía está muy verde.

"Llevaba más de 20 años con un ritmo muy fuerte y verme de repente parado, en casa con la familia, ha sido muy inspirador"

Así, la pandemia, ¿ha servido para encerrarse a componer canciones? Algo es algo.

Sí, porque según nuestros planes no preveíamos grabar hasta el año que viene. Antes íbamos a lanzar un disco en directo grabado en Londres. Todo se ha retrasado. Pero, bueno, es un año. No pasa nada. Llevaba más de 20 años con un ritmo muy fuerte y verme de repente parado, en casa con la familia, ha sido muy inspirador.

¿En qué dirección van esas nuevas canciones?

Son mucho más intimistas. El año pasado empezamos a tocar en pabellones y en lugares enormes, y todo era muy grande, y ahora todo es más cercano. He compuesto varios temas para violín solo, algo que tenía muy abandonado.

En los conciertos de este verano tiene al cubano Iván ‘Melón’ Lewis al piano como único cómplice. ¿Cuál es la química de ese tándem?

En su toque se aprecia toda su formación clásica, y eso es lo que necesitaba: un compañero con ese bagaje y, a la vez, la libertad propia de los músicos del jazz y de las músicas improvisadas. Él puede manejarse bien en ambos mundos. Podemos tocar un tema oriental y acto seguido una pieza barroca.

Sus conciertos suelen ser generosos en minutaje: más de dos horas, dos y media...

Depende del público. Si me lo pide, se alarga lo que haga falta.

No tiene prisa.

Al revés, ¡toco hasta que me echen! Y como ahora no sabemos cuánto tiempo podremos seguir tocando... Mientras me dejen, yo sigo.

"Me siento muy afortunado por poder girar de momento, porque el 90% de mis compañeros están en el paro. No sé cómo van a sobrevivir los próximos meses"

¿Le deprime la situación de sus compañeros en el mundo de la música?

Me preocupa, por supuesto, y me siento muy afortunado por poder girar de momento, porque el 90% de mis compañeros están en el paro. Es preocupante pensar cómo van a sobrevivir los próximos meses. Los promotores están muy tocados, y las salas y teatros, prácticamente arruinados. Pero no temo por el futuro de la cultura y del arte: durante siglos ha sobrevivido a las guerras, los terremotos, las pandemias... Me preocupa el futuro más cercano. Por eso, tocar este verano es muy importante para que el público no pierda la costumbre de ir a los conciertos. Hay ese miedo en el sector: que se pierda el hábito. A mí no me preocupa tanto. El arte siempre sobrevive.

Si el año que viene los aforos siguieran siendo de 800 personas como máximo, ¿para un artista como usted eso es sostenible, o sería mejor parar y esperar?

Ya he vivido épocas en que he tocado para 30 personas, así que no me voy a poner exquisito ahora por tocar ante 800.

Pero ahora forma parte de una estructura empresarial, con unos puestos de trabajo.

Sí, hay que adaptarse, por supuesto. Pero tanto si vienen 800 como si vienen 80, yo estaré feliz de tocar para todos ellos. Habrá que restructurarlo y hacerlo de forma que podamos vivir de ello. Pero mientras nos dejen tocar, hay que tocar. No hay que ponerse exquisito. Hay que lanzarse y hacerlo, aunque uno no gane, o incluso pierda. Pero es importante que los conciertos sigan.

"No me identifico con ninguna denominación en concreto. Nací en el Líbano, pero soy de origen armenio, y he tenido la suerte de vivir en muchos lugares"

Los periodistas tenemos a veces problemas al hablar de usted: “el violinista libanés”, “de origen armenio”, pero “nacionalizado español”... ¿Cómo debemos presentarlo?

¡No solo los periodistas, yo también! La verdad, no me identifico con ninguna denominación en concreto, y lo hago con todas ellas a la vez. Nací en el Líbano, pero soy de origen armenio, y he tenido la suerte de vivir en muchos lugares. En España me denegaron una vez la nacionalidad, luego me la concedieron... Me siento de muchas partes. El Líbano es el país donde nací, y culturalmente me siento muy cerca de él, pero sin tener un apego, igual que con Armenia. En el Líbano hablo árabe, pero con mis padres, armenio. Me siento armenio de cultura y estoy a gusto en el mundo entero.

Estará en contacto con el Líbano estos días.

Sí, es tremendo lo que ha ocurrido. Se había alcanzado la paz después de veinte años de guerra, pero últimamente ha habido muchas revueltas contra la corrupción de los políticos y la pobreza que ha generado. Ahora, esta explosión ha sido una tragedia. Tengo familiares allí: un tío y una tía. Además de muchos amigos.

Ofrece cuatro conciertos en Catalunya, incluyendo dos en Barcelona en festivales distintos. Antes de la pandemia estas cosas no ocurrían. Había exclusividades.

Pero ahora mismo la exclusividad es lo último en lo que uno piensa. ¡Uno toca y punto!